¿Cómo construir y consolidar la fuerza laboral del sector manufacturero del futuro?

La industria manufacturera global se encuentra en un punto de inflexión. El ritmo acelerado de la transformación digital – impulsada por la automatización, la inteligencia artificial (IA) y las dinámicas de la cadena de suministro – exige que las organizaciones se adapten rápidamente para seguir siendo competitivas. Sin embargo, la transformación digital no debe consistir simplemente en la adopción de tecnología avanzada. Por el contrario, debe entenderse como una transformación del valor: un proceso deliberado y continuo para identificar cómo la tecnología puede impulsar el impacto empresarial. El objetivo final debe ser siempre crear resultados relevantes, ya sea mejorando la eficiencia, aumentando la satisfacción del cliente o potenciando el crecimiento.

Esta mentalidad es especialmente importante si se tiene en cuenta la cruda realidad de que aproximadamente el 70% de las transformaciones a gran escala en las organizaciones fracasan, según un estudio de McKinsey. Para tener éxito, la industria manufacturera debe dar prioridad a un nuevo enfoque de transformación digital, que sitúe el desarrollo y la consolidación de una fuerza laboral capacitada en el centro de su estrategia.

Las operaciones de primera línea están en el centro de esta transformación. Las organizaciones que adopten y desplieguen tecnologías que empoderen a los trabajadores de primera línea para tomar decisiones más rápidas e informadas desbloquearán valor para la industria. Al iniciar 2025, las empresas manufactureras se enfrentan a una decisión crucial: invertir en tecnologías y estrategias que empoderen a sus trabajadores para brillar en un mundo cada vez más marcado por la IA y las herramientas digitales, o arriesgarse a quedarse atrás.

Sin embargo, la adopción no puede ser de arriba abajo ni monolítica. Por el contrario, la transformación debe surgir de forma orgánica, guiada por las necesidades del mundo real y las prioridades de los trabajadores, y orientada a la creación de valor en cada paso. Se trata de un proceso continuo que refleja la evolución del mundo y las necesidades de la operación.

Para seguir siendo competitivo no basta con adoptar la última tecnología, sino que hay que evolucionar hacia una empresa componible con operaciones componibles. Esto garantiza que la organización esté siempre preparada para adaptarse a los nuevos desafíos. Un ecosistema abierto e interoperable empodera a las pequeñas y medianas empresas para que se integren de manera fluida en las cadenas de suministro globales. Este ecosistema que prioriza las operaciones ("operations-first") garantiza que éstas se sitúen en el centro de la manufactura y dejen de estar relegadas a un segundo plano. Por el contrario, pasan a ocupar un lugar central, desempeñando un papel fundamental en la producción y la distribución.

Para generar confianza entre los trabajadores y lograr un cambio duradero, la forma en que se adopta la tecnología es tan decisiva como el tipo de tecnología que se adopta.

En 2022, Trond Arne Undheim y yo publicamos Augmented Lean, una llamada a la acción para dar prioridad a los enfoques de automatización centrados en el ser humano. El objetivo era presentar una visión que empoderase a los trabajadores a través de una integración intencionada de la tecnología, que aumentara sus roles en lugar de eclipsarlos. El énfasis en innovación desde la base, adaptabilidad y mejora continua fue inspirado por la fuerza laboral y los desafíos operativos que vimos surgir.

A través de principios organizativos humanizadores, esbozados en Augmented Lean, las organizaciones pueden adoptar prácticas como aprendizaje consciente, emergencia, aumento, descentralización, empoderamiento, respeto, innovación y gobernanza. Estos esfuerzos organizativos van mucho más allá de las métricas porque se basan en la motivación de los trabajadores.

En la era de la IA, Augmented Lean ha evolucionado y se ha convertido en un modelo para sortear las disrupciones de la manufactura global. Ya no se trata solo de eliminar residuos o acelerar procesos, sino que ahora busca potenciar activamente la toma de decisiones humana, permitiendo a los trabajadores resolver problemas de forma más rápida e inteligente con la ayuda de copilotos de IA.

Los datos y los análisis permiten a los trabajadores de primera línea tomar decisiones informadas en tiempo real, creando procesos dinámicos que se adaptan a las nuevas condiciones. Esto requiere que las empresas dejen de ver la IA como una herramienta y pasen a verla como un activo estratégico en prácticas eficientes de mejora continua, transformando fundamentalmente la forma en que se realiza el trabajo. La IA solo será útil en la medida en que aporte valor a las operaciones y a las personas a las que sirve.

Como escribió recientemente en el New York Times el profesor del MIT y Premio Nobel de 2024, Daron Acemoglu, "Los datos sugieren que las nuevas tecnologías aumentan la productividad de forma mucho más consistente cuando colaboran con los trabajadores, permitiéndoles realizar mejor su trabajo y asumir tareas nuevas y más sofisticadas."

Para que las nuevas tecnologías funcionen en la industria manufacturera, es necesario un cambio de mentalidad para considerar a los trabajadores de primera línea como trabajadores del conocimiento – personas cuya experiencia puede ser aumentada con herramientas específicas e información contextual, ya sea mediante IA o de otro tipo.

Una fuerza laboral capacitada y motivada es esencial para cumplir esta visión de un ecosistema de operaciones sólido. Hoy en día, sin embargo, atraer y retener el talento es uno de los principales desafíos de la industria manufacturera, con más de un 65% de las empresas señalando que es una de sus principales preocupaciones (encuesta de la NAM). Se estima que Estados Unidos tendrá más de 2 millones de puestos de trabajo vacantes en el sector manufacturero en 2030 (NAM). Esta escasez subraya la necesidad urgente de invertir en la mejora de habilidades y el desarrollo de la fuerza laboral.

Tanto los retos como las oportunidades que la industria manufacturera afronta hoy no son del todo nuevos, sino que se hacen eco de las lecciones aprendidas de disrupciones pasadas. Por ejemplo, durante la pandemia de COVID-19, la industria demostró su resiliencia adoptando soluciones innovadoras, desde la producción de vacunas hasta la creación de cadenas de suministro más ágiles. Estos éxitos se basaron en la colaboración entre empresas, gobiernos y trabajadores.

Los futuros programas orientados a la fuerza laboral deben fomentar la flexibilidad y la capacidad de resiliencia, eliminando los silos que dejan a las plantas de producción desconectadas y dependientes de procesos en papel obsoletos. Para impulsar una adopción de tecnología productiva, las empresas necesitan herramientas que favorezcan un trabajo intuitivo y eficaz, junto con un cambio cultural que empodere a los equipos para asumir la transformación y el desarrollo de habilidades.

Programas como Tulip University, que ya ha formado a más de 12 000 participantes, ponen de relieve cómo la educación y la tecnología pueden generar una "mentalidad de hacker" que incentiven la resolución de problemas y la adaptabilidad. Los modelos, las herramientas sin código y los programas de formación de instructores permiten a los trabajadores desarrollar rápidamente sus habilidades, adaptar las soluciones a sus problemas específicos y asumir la responsabilidad de los procesos. Estas iniciativas no tratan simplemente de llenar puestos de trabajo, sino de ofrecer un entorno colaborativo y tecnológico que haga avanzar a todo el sector.

Las colaboraciones con instituciones de educación postsecundaria y entidades de la industria son igualmente vitales. Al colaborar en programas de desarrollo de la fuerza laboral a largo plazo, las empresas pueden compartir conocimientos, mejores prácticas y soluciones que transformen a los trabajadores del sector manufacturero en trabajadores del conocimiento. Este enfoque ecosistémico sitúa a la industria manufacturera no como un conjunto de entidades aisladas, sino como un invernadero para el crecimiento compartido.

Para garantizar la fuerza de trabajo del sector manufacturero del futuro, debemos dar prioridad a la intuición y al empoderamiento. La transformación debe mejorar, no desestabilizar los procesos. Para favorecer la agilidad, la formación debe ser continua, estar integrada en la jornada laboral y centrarse en aplicaciones del mundo real. El potencial de la industria manufacturera nunca ha sido mayor, pero para desarrollar una fuerza laboral resiliente e innovadora, capaz de prosperar en un mundo marcado por el cambio rápido, los trabajadores deben sentirse participantes activos en la definición del futuro de su empresa y de su sector.