Por qué la colaboración intersectorial es clave para construir comunidades más resilientes

Como hija mayor de líderes de los derechos civiles estadounidenses en la turbulenta década de 1960, fui testigo directo de lo mejor y lo peor de la humanidad, y recibí una clase magistral sobre la valentía. Mi padre pasó la mayor parte de mis años de formación investigando linchamientos y otros actos atroces contra la población negra. Era un trabajo muy peligroso.

Recuerdo que nos pinchaban los teléfonos. Recuerdo a los miembros de nuestra iglesia vigilando nuestro porche, armados con una escopeta, protegiendo a mi familia de amenazas regulares y activas contra nuestra seguridad.

Recuerdo oír a mis padres hablar de su trabajo con líderes emblemáticos, como el Dr. Martin Luther King Jr., y sentir el peso de su lucha por la justicia. Estos acontecimientos y recuerdos de mi infancia me convirtieron en la persona y líder que soy hoy.

Mis experiencias despertaron en mí la misión personal de ser defensora de los desfavorecidos, luchando por ofrecer más a las personas con menos acceso a la sanidad, la educación y las oportunidades económicas. Hoy dirijo una de las más grandes y antiguas organizaciones benéficas del mundo, donde me ocupo de los retos a los que se enfrentan día a día personas, familias y comunidades.

En los últimos años, la humanidad se ha enfrentado a una pandemia mundial, a una creciente desigualdad económica, a la aceleración de los desastres climáticos, a guerras terrestres y a conflictos. Estos fenómenos han exacerbado las disparidades existentes en áreas críticas como la pobreza, la seguridad alimentaria, el acceso a la sanidad y el bienestar general.

Con la llegada del nuevo año, mantenemos el optimismo y la esperanza de que vendrán días mejores, pero también debemos ser realistas y saber que los retos que hemos presenciado y experimentado recientemente seguirán resonando en los años venideros.

A menudo oímos comentarios y frases como: "Vivimos tiempos difíciles". Seamos sinceros: los "tiempos" siempre han sido difíciles. Si no políticos, sí económicos. Si no económicos, sociales. Pero incluso en tiempos de crisis, la humanidad siempre persevera y supera el reto.

Aunque probablemente no comprenderemos el coste económico y mental del COVID-19 hasta dentro de muchos años, nos hemos recuperado en gran medida y hemos superado la pandemia. Hemos reconstruido infraestructuras destruidas por catástrofes naturales. Y hemos acogido a nuevas personas en nuestras comunidades en busca de mejores oportunidades para ellos y sus familias.

Los humanos somos una especie innovadora y resiliente. Creamos constantemente herramientas y sistemas que nos ayudan a prosperar. A medida que seguimos desarrollándonos, debemos, como civilización, tener en cuenta nuestra misión como administradores de este hermoso planeta. Una parte integral de esa misión es cómo tratamos a nuestros semejantes.

Está en nuestra mano eliminar los fenómenos inducidos por el hombre que crean penurias, guerras, discriminación, pobreza, inseguridad alimentaria y tantos otros males sociales. Cada uno de nosotros, vivamos donde vivamos, está al alcance de las penurias de alguien, que también nos afectan de una forma u otra. La fuerza de cualquier comunidad se mide por el éxito colectivo de cada individuo.

Mientras nos esforzamos por triunfar sobre los retos a los que nos enfrentamos, nuestros esfuerzos serán más fáciles cuando elijamos actuar con intención proactiva y dotar a cada persona de cada comunidad de las herramientas y los recursos necesarios para llevar una vida de paz, alegría y oportunidades. Nuestras comunidades nos necesitan ahora más que nunca. Nuestro planeta nos necesita ahora más que nunca.

La historia ha presentado innumerables ejemplos que demuestran que cuando trabajamos juntos y buscamos un terreno común, estamos mejor como un todo. Trabajando juntos en todas las sociedades y sectores, la humanidad puede afrontar y vencer los crecientes retos que tienen consecuencias de largo alcance para nuestras vidas y nuestro futuro.

La colaboración intersectorial es la única manera de resolver los problemas más difíciles del mundo, y estos esfuerzos pueden acelerarse combinando investigación e innovación de vanguardia con la confianza de la comunidad para desarrollar una comprensión única de los obstáculos.

No podemos tener una cosa sin la otra. Tenemos que elaborar un nuevo manual sobre las formas en que las empresas, los gobiernos locales y la sociedad civil pueden asociarse de forma creativa para construir comunidades resilientes y equitativas. Como dice el famoso proverbio africano: "Si quieres llegar lejos, ve juntos".

Las organizaciones sin ánimo de lucro no pueden hacerlo solas. Los gobiernos no pueden hacerlo solos. Las empresas no pueden hacerlo solas. No podemos crear un cambio sistémico sin socios porque cada sector tiene relaciones, responsabilidades y alcance especiales en las comunidades.

Las asociaciones intersectoriales nos permiten ampliar el impacto y aprovechar los conocimientos especializados, los recursos financieros, la amplia participación, la eficiencia y las relaciones sobre el terreno asociadas a los distintos sectores. Las asociaciones entre el sector privado, las organizaciones sin ánimo de lucro, los gobiernos y las comunidades son la única forma de conseguirlo.

Al optar por la colaboración intersectorial, debemos tener presente que siempre colaboramos con las comunidades. Debemos asegurarnos de que contamos con las voces y las perspectivas de personas de todos los niveles de la comunidad. Los esfuerzos para mejorar o avanzar en el trabajo centrado en la comunidad no pueden tener éxito si las voces se descartan o ignoran.

Somos los socios de las comunidades, no sus salvadores. Ninguna organización puede introducirse en una comunidad y pensar que tiene todas las respuestas. Nunca las tiene. La forma más impactante de compromiso, con un historial de éxito demostrado, consiste en asociarse francamente con las personas sobre el terreno e incorporar a nuestras organizaciones sus experiencias vividas, sus perspectivas y sus ideas.

Las soluciones a los mayores retos de nuestro mundo no vendrán de la sala de juntas. Provienen de escuchar a las personas afectadas, trabajar con ellas y crear conjuntamente. Como señalan Jeanine Becker y David B. Smith, "los líderes intersectoriales reconocen que las soluciones más sólidas y sostenibles vendrán de diseñar con (y no solo para) las comunidades más afectadas."

Esforcémonos por crear un mundo en el que las comunidades ofrezcan soluciones equitativas para lograr un cambio duradero, dando a todos la oportunidad de prosperar. Asegurémonos de que todos los miembros de cada comunidad tengan voz a la hora de determinar los resultados para la comunidad.

Demos prioridad a las políticas basadas en el fomento de las oportunidades raciales y económicas, que promuevan la colaboración intersectorial y la resolución de problemas, así como el compromiso cívico y la democracia. Seremos mejores por ello, y también lo será nuestro planeta.