Empoderar a las mujeres emprendedoras: Cómo reducir la brecha de género en el capital riesgo

Según la mayoría de los indicadores, las mujeres están ganando oportunidades profesionales, salario, estatus y poder de decisión en el trabajo. Sus progresos, aunque lentos y desiguales, se reflejan en los índices de empoderamiento económico publicados por la OCDE, la Organización Mundial de la Salud, organismos de la ONU y otros.

Sin embargo, un ámbito en el que las mujeres avanzan poco es el del capital riesgo. En 2022, las empresas fundadas exclusivamente por mujeres recibieron solo el 2% de toda la inversión en capital riesgo, y solo el 15% de quienes firman los cheques de capital riesgo son mujeres.

En Oriente Medio, donde tiene su sede mi empresa, la inversión en capital riesgo se considera cada vez más un componente esencial de la competitividad económica nacional y una fuente de innovación. Los fondos de capital riesgo y las empresas de capital riesgo de la región compiten con los fondos soberanos, que figuran entre los mayores y más activos inversores de capital riesgo del mundo. Sin embargo, las startups fundadas por mujeres en Oriente Medio y Norte de África (MENA) recibieron sólo el 1,2% de la financiación en 2021 y alrededor del 2% el año pasado.

Este flagrante desequilibrio ha suscitado un animado debate sobre sus causas.

El capital riesgo es un sector dominado por los hombres y los prejuicios, ya sean conscientes o inconscientes, son claramente un factor. Un estudio de Harvard demostró que el 70% de los inversores de capital riesgo preferían las propuestas de negocio presentadas por empresarios a las presentadas por empresarias, aunque fueran idénticas.

Otros análisis han demostrado que el importe de las inversiones de capital riesgo en empresas fundadas o cofundadas por mujeres es, por término medio, menos de la mitad del invertido en empresas fundadas por hombres.

En el Women Entrepreneurship Report de Inc., el 62% de las empresarias afirmaron haber sufrido algún tipo de prejuicio de género durante el proceso de financiación. El sentimiento de prejuicio es especialmente agudo entre las empresarias de Oriente Medio y Norte de África. En una encuesta realizada a 125 mujeres emprendedoras de la región, el 58% afirmó que era menos probable que los inversores de Oriente Medio y Norte de África invirtieran en start-ups dirigidas por mujeres que los inversores internacionales.

La escasez de mujeres inversoras -las que forman parte de los consejos de administración de los fondos, dirigen las operaciones y toman las decisiones de inversión- también es un problema. Sin embargo, los autores de un artículo de Harvard Business Review sobre la brecha de género en el capital riesgo advierten a las emprendedoras de que no se centren únicamente en dirigirse a las inversoras femeninas.

"Todavía hay muy pocas mujeres inversoras y tienden a concentrarse en fondos que se centran en inversiones en fases tempranas, donde el riesgo es mayor y los fondos invertidos son menores. Hoy en día, las mujeres inversoras simplemente no controlan suficientes activos para seguir invirtiendo en empresas dirigidas por mujeres a medida que crecen. Esto significa que, en última instancia, las empresarias tendrán que atraer a inversores masculinos para crecer y, si eres mujer, nuestro estudio demuestra que es mucho más fácil hacerlo si consigues al menos algo de capital masculino desde el principio", escriben.

Otra dura realidad es la falta de un pipeline, y aquí hablo por experiencia. Nuestro brazo corporativo de capital riesgo, Agility Ventures, recibió unas 1000 presentaciones el año pasado. ¿Cuántas procedían de empresas fundadas o dirigidas por mujeres? Puedo contarlas con los dedos de una mano.

Las cifras asimétricas en Oriente Medio y Norte de África son especialmente desconcertantes debido al avance de las mujeres de la región en los campos educativos, que generan la mayor parte de la innovación y las ideas que buscan los inversores de riesgo. Según la UNESCO, las mujeres representan ya el 57% de los estudiantes de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas de las universidades de la región.

Aparte de la necesidad de abordar la desigualdad básica, hay muchas razones para abordar la brecha de género en el capital riesgo. La principal es la posibilidad de obtener beneficios económicos.

La financiación reduce el riesgo del proceso de innovación, apostando por ideas prometedoras de personas inteligentes que necesitan recursos para llevar sus ideas al mercado. Es un manantial de nuevas tecnologías, crecimiento empresarial y desarrollo económico, lo que transforma en imperativos económicos la diversidad del emprendimiento y del liderazgo en capital riesgo. Un informe ampliamente citado de BCG afirma que el PIB mundial aumentaría entre un 3% y un 6%, impulsando la economía mundial hasta en 5 billones de dólares al año, si las mujeres empresarias recibieran la misma cantidad de inversión que los hombres.

Ello implica la creación de redes, la tutoría, la asistencia técnica y otros tipos de apoyo. Significa basarse en el trabajo de los participantes de la comunidad inversora, como Women in VC, la mayor comunidad mundial de mujeres en el sector de la capital riesgo para conectar y colaborar; AllRaise, una organización dedicada a acelerar el éxito de las mujeres fundadoras y financiadoras; y el Female Founders Fund, un fondo en fase inicial que ofrece recursos y ayuda técnica además de invertir en empresas tecnológicas emergentes dirigidas por mujeres. También significa más programas sin ánimo de lucro y del sector público, como empowerME, una iniciativa dirigida a las mujeres emprendedoras de Oriente Medio; Monsha'at, una autoridad gubernamental saudí para las pequeñas empresas con un programa de emprendimiento dirigido a las mujeres; She Innovates, el programa mundial de ONU Mujeres que conecta a las mujeres innovadoras a través de una aplicación y una plataforma; y Global Invest in Her, una plataforma para mujeres emprendedoras que buscan financiación.

Tenemos que aumentar la visibilidad de los modelos femeninos que han reunido capital y lanzado con éxito productos y servicios al mercado. Las historias de éxito sirven de inspiración y proporcionan modelos a imitar por las mujeres empresarias. Mona Ataya, CEO de Mumzworld, es un buen ejemplo.

El Global Entrepreneurship Monitor (GEM) subraya un estereotipo perjudicial: que las empresas creadas por mujeres no suelen ser adecuadas para la inversión, porque son empresas de baja tecnología en sectores con poco potencial para crecer, comerciar más allá de las fronteras y cotizar en bolsa.

"Hay que prestar más atención a las mujeres que crean y desarrollan empresas de alto crecimiento, gran innovación y grandes mercados. Los estereotipos que presentan a las empresarias como un grupo desfavorecido alimentan una falsa narrativa según la cual las mujeres carecen de la misma competencia que los hombres en lo que respecta al liderazgo empresarial", afirma el equipo de GEM.