Así es como cerrar la brecha de género podría ayudar a las economías a salir de la crisis

La actual recesión, a diferencia de las anteriores, que solían ser peores para los hombres, es desproporcionadamente mala para las mujeres.

Llega después de un periodo en el que la pandemia del COVID-19 y las múltiples sacudidas de la economía mundial han dificultado los avances en la eliminación de la brecha de género. Los empleos de las mujeres fueron 1,8 veces más vulnerables que los de los hombres a lo largo de la pandemia y están sufriendo más disrupciones en las consecuencias económicas posteriores.

El Informe sobre la Brecha Global de Género de este año concluye que la brecha se ha cerrado en un 68,1%, lo que significa que a medida que la economía mundial entra en su tercer año de disrupción, se necesitarán otros 132 años para alcanzar la paridad de género. Es una ligera mejora respecto a los 136 años de 2021, pero sigue siendo significativamente mayor que los 100 años registrados antes de 2020.

En otras palabras, la paridad de género ha retrocedido toda una generación futura y las mujeres de hoy están cargando con el peso de la actual recesión económica.

En 2022, la paridad de género en la población activa se sitúa en el 62,9%, el nivel más bajo registrado desde la elaboración del Índice.

Las desigualdades en la población activa se han agravado significativamente durante la pandemia, la cual ha incrementado la carga de trabajo de cuidados en las mujeres y ha cerrado muchos sectores que tenían altos niveles de empleo femenino, como los viajes, el turismo o el comercio minorista. Al mismo tiempo, algunos de los sectores sometidos a mayor presión son los que emplean a un gran número de mujeres: la atención médica, la educación y otros trabajos esenciales.

Al examinar la representación femenina en los puestos de liderazgo, el Informe sobre la Brecha de Género concluye que solo el 19% y el 16% de los puestos de liderazgo en la industria y las infraestructuras, respectivamente, están ocupados por mujeres. Sin embargo, en sectores como las organizaciones no gubernamentales y la educación, las mujeres ocupan más del 40% de los puestos de liderazgo. Aunque ha habido avances, entre las empresas de la lista Fortune 500, solo el 8,8% de los directores generales son mujeres.

La carga de los cuidados y el peso creciente de la crisis del coste de la vida recaen de forma desproporcionada en las mujeres. El estrés económico que sufren las mujeres también contribuye a aumentar los niveles de estrés mental y físico, creando un círculo vicioso con mayores desafíos personales y profesionales.

En su decimosexto año, el Informe Global sobre la Brecha de Género del Foro Económico Mundial evalúa la evolución de las brechas de género en cuatro áreas: participación y oportunidades económicas, logros educativos, salud y supervivencia, y empoderamiento político. También explora el impacto de los recientes choques mundiales en la creciente crisis de la brecha de género en el mercado laboral.

Este año, el informe ha evaluado a 146 países, de los cuales Islandia (brecha de género cerrada del 90,8%), Finlandia (86%) y Noruega (84,5%) ocupan los primeros puestos. En cuanto a los subíndices, la brecha global de género en materia de salud y supervivencia se ha cerrado en un 95,8%, los logros educativos en un 94,4%, la participación económica y las oportunidades en un 60,3%, mientras que el empoderamiento político se queda en un 22%. Cada subíndice mostró pocos cambios con respecto a las cifras de 2021, lo que apunta a un estancamiento del progreso en un año marcado por las crisis. Como deja claro el Informe, medir la brecha y entender sus causas es el primer paso para cerrarla.

La paridad de género es buena para todos. Cuando el capital humano es diverso, las empresas son más creativas y productivas, dos cualidades que seguirán siendo esenciales a medida que las economías actuales se reconstruyan y reestructuren. Los países que integran a más mujeres en la mano de obra son más productivos y probablemente tendrán un crecimiento más inclusivo y sostenible. Por lo tanto, cerrar la brecha de género y compensar las pérdidas relacionadas con la pandemia es fundamental para una recuperación más rápida y sólida.

1. Los líderes gubernamentales y empresariales deben renovar la atención a las industrias afectadas, incluyendo la revalorización de la sanidad y la educación, donde los llamados trabajos esenciales deben ser tratados como tales. Esto incluye una remuneración adecuada y un aumento de la profesionalización para garantizar el reconocimiento adecuado de su importancia.

2. La inversión en infraestructuras asistenciales es otro ámbito de inversión. Como el sector también es creador de empleo, hay numerosos efectos multiplicadores para las economías. Como complemento a la atención prestada a las infraestructuras físicas, los gobiernos deben pensar en la inversión en infraestructuras asistenciales y en capital humano como inversiones que permitan el crecimiento de nuestras economías.

3. En muchas partes del mundo también es fundamental un enfoque más amplio sobre el acceso y el entorno propicio: esto incluye el acceso a los servicios financieros, el acceso a Internet y la ampliación de las protecciones legales, garantizando que no se tolere la discriminación. Estas medidas son esenciales para desarrollar un entorno en el que todos, incluidos los grupos desfavorecidos, puedan prosperar.

4. El liderazgo y los modelos de conducta son fundamentales. Mientras que las organizaciones no gubernamentales, la educación, los servicios personales y el sector del bienestar suelen tener más de un 40% de mujeres en puestos de liderazgo, industrias como la de la energía, las tecnologías de la información, la manufactura y las infraestructuras suelen tener menos de un 20% de mujeres en puestos de liderazgo. La situación es similar en el liderazgo político. Para acabar con la brecha de género es necesario un enfoque proactivo para desarrollar vías de liderazgo en las organizaciones empresariales y políticas.

5. Por último, tenemos que prepararnos mejor para el futuro y garantizar que más mujeres se incorporen a las industrias y profesiones del futuro, y que diseñen nuestras futuras economías. Si queremos que nuestras economías impulsadas por la tecnología representen a todo el mundo, debemos asegurarnos de que un mayor número de mujeres se dediquen a la inteligencia artificial, a la computación en la nube, a los datos, a la biotecnología, etc., convirtiéndose en una parte fundamental de cómo diseñamos estos sistemas para el futuro. Los esfuerzos ascendentes de las empresas que llegan a las escuelas secundarias y a las universidades son fundamentales para abordar la brecha de género.

Para que la economía mundial tenga una base más sostenible, es fundamental incorporar la resiliencia y la inclusión. Para salir de esta crisis, también son fundamentales la energía, las ideas y el liderazgo renovados. No es el momento de retroceder en la paridad de género: es el momento de acelerar el cambio, para todos nosotros.