Diez lecciones de la primera línea de la COVID-19 para un mundo con más igualdad de género
Las mujeres constituyen el 70% del personal sanitario a nivel mundial. Image: REUTERS/Mike Hutchings
Las mujeres y las niñas deben situarse en el centro de la respuesta y recuperación del coronavirus.
- Se necesitan datos desglosados por sexo para comprender el impacto en hombres y mujeres.
- Las oportunidades económicas, la educación y las normas nacionales de género deben ser ámbitos de enfoque futuro.
La evidencia demuestra que el brote de la enfermedad afecta a mujeres y hombres de manera diferente, que las pandemias exacerban las desigualdades para las niñas y las mujeres, que a menudo también son las más afectadas, y que las mujeres desempeñan un papel ingente en la respuesta a las crisis, incluidas las trabajadoras de atención médica y sociales de primera línea, las cuidadoras en el hogar y como elementos movilizadores en sus comunidades.
Por este motivo el mundo debe aplicar un enfoque de género en la respuesta a la COVID-19, para garantizar que se aborden las necesidades únicas de las niñas y las mujeres y se aproveche su experiencia única. Ello incluye posicionar a las niñas, mujeres y jóvenes, en toda su diversidad y en todos los entornos, en el centro de las respuestas de emergencia, en los esfuerzos de recuperación social y económica, y en el modo de fortalecer nuestros sistemas de salud a largo plazo. También debemos salvaguardar el progreso que hemos logrado hacia la igualdad de género, incluidas las ganancias obtenidas con esfuerzo para la salud y los derechos maternos, sexuales y reproductivos.
Women Deliver, la defensora mundial de los derechos de las mujeres, recomienda que se incluyan las siguientes acciones como parte de los esfuerzos de respuesta y recuperación de la COVID-19 con el fin de construir un mundo más fuerte y con más igualdad de género:
1. Aplicar las mejores prácticas y un enfoque de género a todos los esfuerzos relacionados con COVID
Todas las políticas, programas e inversiones, incluidos los paquetes de estímulo y recuperación, deben diseñarse con una perspectiva de género, para que no pasen por alto o tengan consecuencias no deseadas para las niñas, las mujeres y la igualdad de género. Este enfoque debe incluir las mejores prácticas comprobadas, como el análisis con perspectiva de género, los procesos de presupuestación y auditoría y un marcador de género para el seguimiento.
2. Aprovechar los datos inteligentes para informar y dar forma a políticas e inversiones
Los datos iniciales indican que más hombres que mujeres pueden estar muriendo a causa de la COVID-19, y los responsables de la toma de decisiones y las partes interesadas necesitan datos desglosados por sexo y edad para comprender mejor cómo esta crisis está afectando a mujeres y hombres de manera diferente. Estos datos deben ser recopilados, analizados y utilizados para servir de información a todas las políticas e inversiones, y deben estar disponibles de manera rápida y amplia para analizar el impacto de las intervenciones e impulsar decisiones informadas y oportunas. Esta información debe incluir a aquellos que a menudo pueden ser excluidos de los esfuerzos nacionales de recopilación de datos, como los refugiados, los desplazados internos, los trabajadores migrantes y las personas con identidades de género no binarias.
3. Involucrar a las mujeres a través de asociaciones, financiación y puestos de liderazgo
Las mujeres y los jóvenes, en toda su diversidad y en todos los entornos, deben participar de manera significativa y auténtica en la toma de decisiones sobre sus propias vidas y las comunidades en las que viven y trabajan. Para una respuesta y recuperación incluyentes y representativas, las organizaciones centradas en las mujeres y dirigidas por jóvenes deben ser financiadas e incluidas en asociaciones, y todos los órganos de toma de decisiones de la COVID-19 deben adoptar un liderazgo diverso e inclusivo.
4. Proteger a las mujeres en la primera línea de la COVID-19
Las mujeres representan el 70 % del personal sanitario y lideran la primera línea de la pandemia de COVID-19. Los servicios de respuesta de primera línea, como los trabajadores sanitarios y los proveedores de servicios sociales, deben tener garantizada la protección, el apoyo y una compensación equitativa. Ello incluye condiciones de trabajo seguras, equipos apropiados, igualdad y pagos de emergencia/peligro, una vivienda segura y acceso a servicios que reflejen sus necesidades como individuos, como servicios de salud mental y cuidado de niños.
5. Salvaguardar la salud materna, sexual y reproductiva
En pandemias y crisis pasadas, la respuesta de emergencia ha dado como resultado la privación de prioridad y financiación de servicios sociales y de salud esenciales para niñas y mujeres, amenazando directamente su salud y sus derechos. En el contexto de la respuesta mundial ante la crisis de COVID-19, se debe priorizar la financiación y el acceso a la salud sexual y reproductiva, incluida la anticoncepción moderna, el aborto seguro, los servicios de salud materna y el parto seguro, así como la telemedicina. En entornos afectados tanto por la COVID-19 como por crisis humanitarias, esto incluye la realización de actividades que salvan vidas al comienzo de todas las emergencias.
6. Priorizar la igualdad de género en los sistemas de salud
Debemos reconstruir nuestros sistemas de salud para garantizar que satisfagan las necesidades y realidades de todos, incluso en tiempos de crisis. Ello incluye priorizar la financiación de la atención primaria de salud y la cobertura universal de salud basada en la igualdad de género y los derechos humanos, incluidos los derechos y la salud sexual y reproductiva. Los responsables de la toma de decisiones deben analizar las diferencias basadas en el género en los gastos de salud, la detección y respuesta a enfermedades, la preparación para emergencias, la investigación y el desarrollo y la fuerza laboral de salud.
7. Defender los servicios que abordan la violencia de género
Los datos reflejan que la violencia doméstica está aumentando drásticamente durante la crisis de COVID-19, probablemente empeorada por las cuarentenas y la movilidad limitada que aísla a las mujeres con sus maltratadores. Los sistemas legales y de apoyo que previenen el abuso basado en el género y responden ante él, incluidos los centros para mujeres, los refugios, las líneas de ayuda para violencia doméstica y la asistencia legal, deben seguir funcionando y expandiéndose donde sea necesario, y los responsables deben rendir cuentas. Ello incluye servicios para aquellas personas que viven en entornos de desplazamiento, como los campamentos de refugiados.
8. Mantener el acceso a la educación
La igualdad de acceso a la educación es fundamental para el sustento y el bienestar de las niñas y adolescentes, y esta pandemia corre el riesgo de revertir años de progreso. El cierre de escuelas puede exacerbar las desigualdades de género, especialmente para las niñas y adolescentes más pobres que se enfrentan a un mayor riesgo de matrimonio temprano y forzado y embarazos no deseados durante las emergencias. Asimismo, probablemente implica que las niñas y adolescentes asumen responsabilidades adicionales en el hogar, como cuidar a sus hermanos o a familiares enfermos, lo que puede provocar que se retrasen en sus tareas escolares o que abandonen los estudios. Todos los jóvenes deben tener los recursos, las herramientas y el apoyo social necesarios para mantener su compromiso con el aprendizaje durante el cierre de las escuelas y volver a entrar en el sistema educativo una vez que la crisis haya terminado.
9. Proteger las oportunidades económicas de las mujeres
Millones de personas han perdido su empleo y sus ingresos durante la crisis de COVID-19, muchas de ellas, mujeres que ya sufren desigualdades existentes, como la desigualdad salarial y un acceso más limitado a los servicios financieros. Los paquetes de emergencia y estímulo, así como las inversiones de recuperación a largo plazo, deben apoyar y proteger a las mujeres y a las personas marginadas, incluidas las niñas y mujeres desplazadas por la fuerza y migrantes que tal vez no puedan acceder a estos recursos debido a su estatuto de ciudadanía. Estas inversiones deben incluir una inversión sólida en políticas sociales y redes de seguridad para aquellos que forman parte de economías formales e informales, como una baja por enfermedad remunerada, prestaciones por desempleo, licencia familiar y parental pagada, transferencias en efectivo, cupones de alimentos y programas de distribución de alimentos y acceso a asistencia sanitaria de emergencia.
¿Qué está haciendo el Foro Económico Mundial en relación con la brecha de género?
10. Desafiar las normas de género en las tareas domésticas y las labores de cuidado
Las mujeres tradicionalmente llevan la mayoría de las responsabilidades laborales y de cuidado dentro de las familias, lo que las coloca en primera línea de la respuesta a la COVID-19 en el hogar. El papel tradicional de las mujeres como cuidadoras las hace más susceptibles al contagio de familiares enfermos, y el aumento de las demandas de cuidado infantil dificulta el equilibrio entre las responsabilidades laborales y domésticas. Para cuestionar las normas de género tradicionales y redistribuir la atención no remunerada y el trabajo doméstico, los líderes deben aplicar políticas sociales como el permiso de paternidad, programas sociales para fomentar la participación de los hombres y programas educativos escolares para promover la igualdad de género y modelar roles idénticos en sus propias vidas.
Instamos a la sociedad civil, a los gobiernos, al sector privado y a las organizaciones multilaterales a que sigan estas recomendaciones y apliquen un enfoque de género a todos los esfuerzos de preparación, respuesta y recuperación de la COVID-19. Al situar a las niñas y mujeres al frente y en el centro de estos esfuerzos, el mundo realmente puede brindar salud, bienestar y dignidad a todos.
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