El sexismo no solo es injusto, también podría afectar a la salud, según un estudio
Image: REUTERS/Stephanie Strasburg
Movimientos sociales recientes como las marchas de mujeres, el #MeToo, el #TimesUp, el #BalanceTonPorc (#OutYourPig) y el #SayHerName ponen el foco sobre la violencia de amplio espectro relacionada con el género, generalizada en Estados Unidos y en todo el mundo [en España #Cuéntalo #Yotambién #Yosítecreo].
Las investigaciones de ciencias sociales se desarrollan de forma diferente a las protestas, pero pintan una imagen similar. Según un reciente informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, una de cada tres mujeres y uno de cada seis hombres en Estados Unidos son víctimas de la violencia sexual durante sus vidas. Es decir, estas personas viven a lo largo de su vida alguna situación en la que se ven forzadas a tener una relación sexual con otra persona, son coaccionadas sexualmente o experimentan un contacto sexual que no desean.
Otros tipos de maltrato, como la discriminación y el acoso sexual, son aún más frecuentes. Un informe de 2016 de la Comisión de Igualdad de Oportunidades de Empleo estima que entre el 25% y el 85% de las mujeres en Estados Unidos sufre acoso sexual en el trabajo en algún momento de su vida [en España una mujer al día es víctima de acoso sexual en el trabajo, según los datos de Inspección de Trabajo].
Para nuestro estudio, recientemente publicado en el Journal of Health and Social Behavior, examinamos los patrones de discriminación y acoso en el lugar de trabajo en Estados Unidos y las consecuencias en la salud física y mental. En primer lugar, buscamos determinar hasta qué punto se encuentran asimilados estos tipos de maltrato tanto por las mujeres como por los hombres. El segundo objetivo fue determinar si el sexismo, junto con otras formas de discriminación y acoso, contribuía a las disparidades de salud entre mujeres y hombres.
Numerosos estudios reflejan cómo las mujeres tienden a reportar una peor salud que los hombres, y queríamos comprobar si la discriminación y el acoso en el lugar de trabajo podrían estar contribuyendo a esta disparidad.
A través de métodos estadísticos analizamos los datos de la Encuesta Social General de Estados Unidos (GSS, por sus siglas en inglés), que cuenta con información nacional sobre adultos de habla inglesa y española. Las de los años 2006, 2010 y 2014 contienen una sección especial centrada en la calidad de la vida laboral, que incluye preguntas sobre discriminación en el empleo actual de las personas entrevistadas, así como sus experiencias de acoso sexual en el lugar de trabajo y otras formas de acoso.
Un total de 3.724 de las 5.579 personas encuestadas económicamente activas en los tres años de la encuesta respondieron todas las preguntas que analizamos, y este grupo constituye la base de nuestra investigación. Utilizamos procedimientos de ponderación (es decir, ajustes numéricos aplicados a grupos de encuestados que estaban infra o sobrerepresentados en la muestra, en relación con su tamaño real en la población) en todos nuestros análisis, de modo que los datos del GSS reflejasen la más amplia población de Estados Unidos.
Al igual que en otras investigaciones, nuestros resultados mostraron que las mujeres muestran una salud mental y física significativamente peor que los hombres. Ante la pregunta “¿cuántos de los últimos 30 días cree que su salud mental no ha sido buena?”, teniendo en cuenta factores como el estrés, la depresión y los problemas emocionales, las mujeres tuvieron una media de 3'6 días de mala salud de los últimos 30 días. Los hombres, por su parte, 2'8 días, un promedio significativamente menor. Ante la misma pregunta sobre la salud física de los últimos 30 días, la respuesta de las mujeres fue de 2'7 días, y la de los hombres 2'2 días.
De las mujeres encuestadas sobre la discriminación en el lugar de trabajo, el 8'4% afirmó haber experimentado discriminación de género y el 4'1% acoso sexual en los últimos 12 meses. Algunos hombres también afirman haber sufrido estos tipos de discriminación, pero el porcentaje fue significativamente menor: un 2% ha experimentado discriminación de género y un 1'3% acoso sexual.
También analizamos otras formas de maltrato en el empleo. Así, encontramos que casi una cuarta parte de las mujeres -el 23%- ha experimentado alguna forma de discriminación, por raza, edad o sexo, o una combinación, o algún tipo de acoso en el último año. En el caso de los hombres, solo un 16'5% lo ha vivido.
Para evaluar la relación que existe entre la discriminación de género y el acoso sexual con la salud, usamos una variedad de técnicas estadísticas para evaluar estas relaciones, incluidos modelos de regresión multivariante que estimaban el efecto de diversas formas de maltrato en los resultados de salud y revelaban otras posibles causas de mala salud (edad, bajo nivel socioeconómico, etcétera).
Entre las mujeres, las percepciones de discriminación de género se asocian significativamente con una peor salud mental autodeclarada. Las que sufren acoso sexual también ven como empeora su salud física. Sin embargo, los resultados no muestran una asociación significativa entre la discriminación de género y el acoso sexual con la salud entre los hombres, aunque puede ser el resultado del pequeño número de hombres que informan estas formas de maltrato.
Las personas que han vivido distintas formas de maltrato también tienen peor salud mental que aquellas que nunca lo han vivido o las que solo lo han experimentado una vez. Entre las mujeres, la combinación de discriminación por edad y sexo fue particularmente perjudicial para la salud mental. Aquellas que han sido víctimas de discriminación por edad y por sexo tuvieron una media de nueve días de mala salud mental en los últimos 30 días.
Por último, investigamos si los malos tratos en el lugar de trabajo contribuyen a la brecha de género sobre la percepción propia de la salud. Es decir, comprobar si el sexismo aumenta las diferencias observadas en la salud entre hombres y mujeres.
Los resultados sugieren que la discriminación de género es responsable de alrededor del 9% al 10% de esta brecha de género. Por lo que si se redujera la frecuencia de la discriminación de género, probablemente habría una reducción significativa en la desigualdad de salud basada en el género.
En general, nuestros resultados sugieren que el sexismo afecta a la salud y al bienestar de las mujeres. La alta frecuencia con que las mujeres experimentan discriminación en el trabajo y en otros lugares subraya la importancia de verlo no solo como un problema de justicia social, sino también como un problema de salud pública.
Catherine Harnois, es profesora en el Departamento de Sociología de la universidad Wake Forest, en Carolina del Norte (EE UU) y Joao Luiz Bastos es profesor de Salud Pública en la misma universidad. Este artículo es una publicación original de The Conversation. Lea aquí el artículo original en inglés.
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