Equidad, Diversidad e Inclusión

¿Puede la ciencia del comportamiento 'empujar' a las mujeres chilenas hacia la igualdad?

Eric Parrado Herrera

Existe un consenso político, académico y ético compartido sobre la importancia de la igualdad de género. La brecha de género en el logro educativo casi ha sido eliminada, según el Informe Global de la Brecha de Género del Foro Económico Mundial. Este es un logro notable para la autodeterminación y la participación de las mujeres en la sociedad.

Sin embargo, el mismo informe reveló que la brecha económica de género en realidad empeoró en 2016. Y, al ritmo actual, tardará 217 años en cerrarse. Esto se debe a la lentitud en el progreso de la participación de la mujer en la fuerza de trabajo y la equidad salarial, y la ausencia de mujeres en posiciones de liderazgo y en las juntas directivas de las empresas que cotizan en la bolsa.

La paradoja de la brecha de género es que desaparece rápidamente en la educación, pero apenas mejora en la fuerza laboral, y esto no solo afecta a los países menos desarrollados. Tomemos a Chile, una economía emergente que se destaca por su estabilidad institucional, crecimiento y su alto nivel de logro educativo por parte de las mujeres. Las tasas de matriculación son más altas para las mujeres que para los hombres tanto en la educación secundaria como en la terciaria. Pero Chile tiene una brecha económica de género importante, y avanza muy lentamente para cerrarla.

De hecho, mientras que Chile ocupa el lugar 39 de 144 países en logros educativos y el 47 en el área de la salud, ocupa el puesto 117 en cuanto a participación y oportunidad económica. La tasa de participación laboral de los hombres es 22 puntos porcentuales más alta que la de las mujeres.

Existe un importante potencial sin explotar para las mujeres en la fuerza de trabajo. Las tasas más altas de participación y la igualdad salarial no solo mejorarían el bienestar económico a nivel individual, sino que también se traducirían en incrementos significativos del PIB. Por cada 100.000 mujeres chilenas que ingresan a la fuerza laboral, el PIB anual aumentaría en un promedio del 0,65 %, según un estudio reciente del Ministerio de Economía de Chile. El PIB anual del país aumentaría en un 10,5 % si la participación de las mujeres en la fuerza laboral fuera igual a la de los hombres.

El regulador bancario chileno comenzó a recopilar datos de género sobre el sistema bancario y publicó un informe anual hace más de una década. En términos de acceso a productos financieros, la brecha de género se cerró rápidamente entre 2002 y 2016. Ahora, casi el mismo porcentaje de mujeres y de hombre usan productos de crédito y ahorro.

Por cada 100.000 mujeres chilenas que ingresan a la fuerza laboral, el PIB anual aumentaría en un promedio del 0,65 %

Si bien los saldos de las cuentas corrientes de las mujeres fueron, en promedio, solo el 52 % de los saldos de los hombres, las tasas de ahorro fueron casi equivalentes, con saldos de ahorro de las mujeres en el 96 % de los saldos de los hombres. Además, las mujeres tenían menos cantidad de cheques sin fondos y tasas de incumplimiento de préstamos más bajas. Por lo que, si bien las mujeres tenían montos de crédito más bajos y peores condiciones, su comportamiento de pago era en realidad mejor que el de sus homólogos masculinos.

Tanto los datos internacionales como las cifras bancarias de Chile nos llevan a hacernos la siguiente pregunta: si la brecha educativa de género ha disminuido significativamente, ¿qué ocurre una vez que las mujeres ingresan a la fuerza de trabajo?, ¿por qué la brecha económica de género no refleja los logros alcanzados en la educación?, ¿las diferencias de género reveladas por los datos bancarios chilenos son simplemente un reflejo de la disparidad de ingresos entre hombres y mujeres, y una menor participación de las mujeres en la fuerza de trabajo, o hay otros factores involucrados? Una paradoja tan sorprendente exige más estudios sobre las causas de tal disparidad económica. La economía del comportamiento, en particular el fenómeno de los prejuicios inconscientes, puede proporcionar cierto entendimiento del problema.

¿Cómo pueden los responsables políticos abordar estos problemas?

El economista ganador del Premio Nobel, Richard Thaler, aboga por el uso de "empujones" o "pequeños cambios de diseño que pueden afectar en gran medida el comportamiento individual". Thaler indica que los empujones deben diseñarse con tres principios en mente. En primer lugar, transparencia; en segundo lugar, deberían ser fáciles de rechazar; y en tercer lugar, deberían mejorar el bienestar de una persona. Para abordar la actual brecha económica de género en Chile, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Foro Económico Mundial están empleando un "empujón" conocido como la Fuerza de Tarea de Igualdad de Género (GPTF).

La GPTF es una asociación con representantes de los sectores público y privado. Ha establecido diez objetivos para abordar la brecha económica de género en Chile. Los objetivos están dirigidos específicamente a aumentar la participación laboral de las mujeres, destacando y reduciendo las brechas de ingresos, aumentando la participación de las mujeres en la gestión y los cargos a nivel de las juntas directivas y aumentando las oportunidades económicas para las mujeres. El reconocimiento público de las empresas que priorizan la equidad de género en su fuerza laboral es uno de los objetivos. Otro es el compromiso de reclutar y contratar a más mujeres para los puestos de alto nivel y juntas directivas.

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Los resultados de esta iniciativa son hasta ahora desconocidos, ya que las medidas no se han implementado por completo. Sin embargo, el debate ha comenzado, al igual que el "empujón" del equipo de trabajo. Se espera que otras compañías, que no son parte de la GPTF pero que están conscientes del trabajo que se está realizando, también comiencen a analizar sus propias políticas y prácticas de contratación y promoción.

Tomar conciencia es el primer paso para resolver el problema. Los datos proporcionados por organizaciones como el Foro Económico Mundial y el regulador bancario chileno han sacado a la luz la brecha económica de género. Ahora se necesita un empujón en todos los frentes, desde los empleadores hasta las personas y los gobiernos, para verdaderamente hacer mella en este problema, tanto en Chile como a nivel mundial.

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