Saltar a una startup: entre la seguridad, el postureo y la realización personal
Image: REUTERS/Gabrielle Lurie
En la lista de las empresas más valoradas para trabajar a duras penas encontrarmos PYMES y, mucho menos, startups. Y, sin embargo, hay gente que decide irse de una de esas “best place to work” para trabajar en una de nueva creación y alto componente tecnológico.
Tras la experiencia, algunos recomiendan el cambio. Otros no han tenido un buen sabor de boca y no piensan repetir. Hablamos con cuatro personas que dieron el salto de una gran empresa a una de reciente creación y con un emprendedor que contrata a este tipo de perfil para conocer los retos, mitos y realidades que supone este cambio laboral.
Javier Megías, emprendedor y creador de Startupxplore e inversor en otras start-ups, cree que muchas personas que cambian una proyección en una empresa más tradicional por una nueva aventura en una startup lo hacen por una sensación de “hartazgo, de hacer siempre lo mismo y de la misma forma”.
Por eso, muchos de los que cambian una empresa “tradicional” por una de nueva creación lo hacen motivados por las ganas de aprender constantemente nuevas cosas. Esta formación sin pausa fue, por ejemplo, lo que más llevó a Cristina Díaz a cambiar su puesto en Yelp por Upplication. “Me atrajo todo lo que iba a aprender a muchos niveles, no sólo profesionalmente”.
Algo parecido le ha pasado a Mario Romero, que tras pasar por Coritel y una formación en IronHack entró en la startup AcidTango hace prácticamente 1 año. “La verdad es que es algo increíble cómo estaba en mi empresa anterior como el pajarito bebedor de Homer Simpson, y cómo en solo unos meses he aprendido todo lo que he aprendido”.
Incluso quienes no han tenido una buena experiencia en el mundo de las startups reconocen que en ellas se está constantemente aprendiendo cosas nuevas. “Aprendes a marchas forzadas. En cuestión de un año te conviertes en un experto, adquieres muchísima responsabilidad y te sientes capaz de lo que sea. Alcanzas un ritmo de trabajo muy alto sin darte cuenta”, asegura Pepa López, periodista especializada en moda que tuvo una experiencia “extenuante” en una startup.
Como reconoce Megías, hay una idea preconcebida y errónea de lo que es trabajar en una startup. “Se piensa que todo es Google, con pufs de colores. Se quedan con los signos externos de la startup y se les olvida que, si tienes un futbolín, es porque quizá trabajas 16 horas al día y en ellas también necesitas un momento de descanso”.
"En una startup puedes ser el CEO, pero también barres si es necesario y haces contabilidad, marketing y lo que sea. El ensuciarte las manos haciendo de todo sin una jerarquía a veces cuesta"
Pese a que exista mucho “postureo” sobre el tema “y que haya mucha gente que muestre una imagen de “flower power”, esto no es así. Se pasa mal en muchas ocasiones, hay problemas que resolver que afectan a la plantilla, también económicos”, constata Cristina Díaz, responsable de comunicación de Upplication, quien también alude a otro de los grandes temas con los que tendrás que aprender a vivir: la incertidumbre.
“No es fácil mantener viva una empresa de este tipo durante 4 años. En una startup se vive con la sensación del fracaso presente cada día”. “Supongo que por eso, cada viernes celebramos que lo hemos vuelto a conseguir”, ironiza.
Por eso, Díaz bromea con el hecho de que, en todo este tiempo, lo que ha aprendido, sobre todo, es “a respirar hondo, muy hondo en muchas ocasiones”, ya que hay que “trabajar tan deprisa, improvisar muchas veces, ir 15 pasos por delante para llegar a objetivos…”.
Javier Megías cree que es fundamental “entender bien qué significa trabajar en una startup y entender el porqué quieres dar ese cambio” antes de lanzarse a la aventura de trabajar en una empresa de estas características. Para ello, recomienda preguntar a gente que trabaje en este tipo de negocios para saber bien cómo es el día a día e imaginar si nos sentiríamos cómodos con ese estilo de vida.
“No es fácil mantener viva una empresa de este tipo durante 4 años. En una startup se vive con la sensación del fracaso presente cada día"
Según su experiencia, la sensación de incertidumbre no es apta para todo el mundo. De hecho, él mismo considera que es una de las cosas más difíciles de llevar y la peor parte de trabajar en una startup. “Tu vida se convierte en una absoluta incertidumbre. Hay días que no sabes qué va a pasar. Y eso requiere entereza emocional, porque tu vida es una auténtica montaña rusa: hay días que eres super feliz porque parece que te vas a comer el mundo y otros en los que parece que se va a hundir”.
Es más, este mix de sensaciones y emociones se pueden suceder en el mismo día y en varias ocasiones a lo largo de la jornada.
Trabajar en una start-up puede ser una experiencia maravillosa, pero también traumática. Como reconoce Pepa López, “yo tenía esa idea idealizada de trabajar en las start-ups que el cine y los CEOS te ponen en la cabeza. Empresas que pegan el gran pelotazo, equipos que son como una gran familia, un crecimiento super rápido a nivel personal, profesional y monetario. En definitiva: mucho esfuerzo por algo muy especial”.
Sin embargo, en su caso la experiencia no tuvo un final feliz. “Me prometieron muchas cosas. Un puesto de mayor responsabilidad, libertad para aportar mis ideas y ponerlas en práctica y, sobre todo, el poder trabajar en el mundo de la moda más allá de la redacción de contenidos, algo que yo ya hacía”.
Pero esta profesional acabó abandonando el proyecto. Según su experiencia, “al no pegar el petardazo y salir adelante el CEO puso en duda el trabajo de todo el equipo y jamás tuvo la humildad de parar a pensar que quizá la idea no funcionaba. Cuestionaba las decisiones de los altos cargos, tenía un control absoluto de cada cosa que se hacía (al nivel de capturas de pantalla), exigía al equipo hasta la extenuidad y no ofrecía recompensas en forma de bonus o días libres. Me fui por extenuación”.
Muchos de los que cambian su puesto en una gran empresa (donde puede que nunca llegues a conocer al jefe) para ir a una startup lo hacen porque sus fundadores y su proyecto les enamoran.
“Creo que en las grandes empresas se pierde el trato personal, eres más una mercancía o un número. En las startups ese trato es más cercano y humano”
“Durante el proceso de entrevistas conocí a parte del equipo y eso, a parte de darme confianza, me hizo ver lo contentos y motivados que estaban; creían en el proyecto”, relata Claudia Losada, que de estar en Randstad Professionals tras trabajar en EF Education First y diversas cadenas hoteleras como NH Hoteles trabaja ahora en Inronhack como responsable de admisiones.
Situación parecida a la vivida por Mario Romero cuando rememora qué le hizo salir de Coritel para apostar por su actual trabajo. “Una conversación con Alex y Juan (mis jefes actuales, aunque no les guste ese término) en el que me contaron cómo veían a su empresa en ese momento y como querían verla en un futuro. Me identifiqué muchísimo y no me costó más de 1 minuto en decidirme”.
Al no haber esas jerarquías cerradas, Losada siente más la unión de equipo. “Todos nos apoyamos y ayudamos aunque no sea parte de las funciones que desempeñamos”, lo que nos lleva de nuevo a ese aprendizaje constante, también de otras áreas más allá de la tuya específicas. “Y enseñas a otros tus puntos fuertes”.
Si en el mundo corporativo sueles tener unas horas de entrada y de salida, las empresas de nueva creación no se rigen por estas políticas, lo que tiene sus ventajas e inconvenientes.
“Recuerdo cuando pregunté por el horario y me dijeron que trabajaban sin horarios. Aluciné”, reconoce Claudia Losada. “En Ironhack se trabaja por objetivos y siendo sincera, nunca había echado tantas horas como lo hago ahora, pero lo haces tremendamente contenta, sabiendo que uno mismo se organiza de la manera más eficiente y lo más importante, sabiendo que se confía 100% en ti y en tu trabajo”.
"Además del sueldo, una de las peores cosas de trabajar en una start-up son las horas que echas. Al final, si no tienes cuidado, pierdes por completo tu vida personal”
Eso se traduce también en que “nadie va a decirte en una startup lo que tienes que hacer ni a vigilar con lupa tu trabajo. Aquí somos autónomos 100% y la iniciativa tiene que ser parte de tu día a día”, explica Claudia Losada. Algo que tiene su parte buena y otra no tanto.
En lo positivo, el poderte organizar tú mismo tu trabajo, lo que para Losada se traduce en “ser mucho más eficiente, sentirte escuchado, valorado e implicado como parte importante del proyecto”. Pero eso conlleva también una gran carga de trabajo “y el hecho de no tener horario y trabajar por objetivos, hace que al final tengas siempre el portátil cerca de lunes a domingo, en vacaciones…”. Eso sí, “lo haces con gusto y no como una obligación”.
Pero, ojo, porque según algunos que han pasado por esta experiencia, una de las cosas menos buenas de trabajar en este tipo de empresas, además del sueldo, son “las horas que echas. Al final, si no tienes cuidado, pierdes por completo tu vida personal”, asegura la experta en moda Pepa López.
El hecho de que nadie te diga que es lo que tienes que hacer, el hecho de que seas más autónomo que en otros trabajos, conlleva que tanto el éxito como el fracaso es solo cosa tuya.
Para Javier Megías es lo mejor de trabajar en una startup. “Cuando te equivocas, es porque te has equivocado tú y eso es tremendamente valioso”, asegura, añadiendo que “puedes hacer realidad tus sueños, aportar mucho más que el impacto personal que puedas dejar en una empresa más tradicional. Y, además, estás construyendo, y la belleza de construir es lo más importante en una startup”.
Pero el cambio puede ser muy chocante, sobre todo si tu experiencia se ha basado en sitios con normas rígidas. De hecho, Megías confiesa que éste fue uno de los grandes cambios que, a él personalmente, más le costó. “En el mundo corporativo estás acostumbrado a tener una labor concreta y mucha profundidad en ella. En una startup puedes ser el CEO, pero también barres si es necesario y haces contabilidad, marketing y lo que sea. El ensuciarte las manos haciendo de todo sin una jerarquía a veces cuesta”.
“Siempre que pidas ayuda la tendrás, pero aquí la clave es ser autónomo y llevar las riendas de tu trabajo”
“Antes de entrar me avisaron de que el cambio sería duro y que tendría que adaptarme al Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como”, asegura Claudia Losada quien, después de 10 meses, constata que la realidad es tal y como se la pintaron. “Siempre que pidas ayuda la tendrás, pero aquí la clave es ser autónomo y llevar las riendas de tu trabajo”.
Losada también explica que, en situaciones así, “la creatividad se desata para aportar nuevas ideas y aportar al negocio, incluso por muy locas que parezcan”, asegura Claudia Losada. “Tu opinión es importante y tú también lo eres. Te sientes parte del proyecto, pero 100%, como si fuera una parte de ti”.
En opinión de Pepa López, para que una start-up salga adelante tiene que involucrar al equipo, no solo al jefe. “Y el equipo tiene que estar motivado con cosas que les importen como empleados: bonus, vacaciones, sueldo, reconocimiento, valoración, buen ambiente de trabajo”.
Algunas voces aseguran que, en esta eclosión del mundo startup, no son pocos los que quieren dar el cambio pero con una nómina de muchas cifras. Sin embargo, Javier Megías es de los que cree que una de las cosas que se tienen, en general, más asumidas es que el salario quizá no sea tan atractivo como el que pueda ofrecer una multinacional.
En una start-up no hay procedimientos escritos ni líneas jerárquicas claras
“El que da este salto no lo suele hacer por una razón típicamente económica, sino que lo hace más por puro aburrimiento de hacer siempre lo mismo y de la misma manera en el mundo corporativo”.
Por eso, considera que, más que el salario, lo que rompe las negociaciones suele ser las expectativas del trabajo que te vas a encontrar.
¿Qué es lo que más valoran quienes han tenido una buena experiencia en el mundo start-up? “Creo que en las grandes empresas se pierde el trato personal, eres más una mercancía o un número”, señala Mario Romero, quien considera que en las startups ese trato “más cercano y humano”.
Algo en lo que también coincide Claudia Losada. “Eres persona antes que empleado y eso es lo que más importa”, asegura, añadiendo que son estructuras anti-jerárquica: “sabes a quién reportas, pero tu opinión es igual de válida que la suya”.
Romero reconoce que, simplemente por una cuestión de tamaño, es lógico que este tipo de trato se dé más en startups que en grandes empresa.
Pese a todas las dificultades que conlleva e incluso pese a no tener un paso con final feliz, nuestros interlocutores recomendarían esta experiencia vital. Por ejemplo, Claudia Losada aconseja a todo el mundo que “se lance a adentrarse en el mundo “startupero” y le pierdan el miedo a abandonar esa “silla caliente” de la gran empresa”.
Eso sí, Pepa López recomienda el paso por una start-up a quién esté empezando para conseguir muchísima experiencia y una buena marca en el currículum, “pero solo para empezar”. Y con un firme consejo: “diferencia mucho entre trabajo y vida personal, evita que se mezclen”.
Javier Megías no se atreve a decir que es algo que debería hacer todo el mundo alguna vez en su vida, pero casi. “Habiendo pasado del lado corporate al lado startup, veo muy complicado que alguna vez vuelva a trabajar en una gran empresa, porque lo que da la startup es muy duro pero engancha”.
Sensación que comparte Mario Romero. “Hay que intentar mantenerse actualizados y motivados, haciendo cursos, leyendo libros o artículos con las últimas tecnologías, yendo a meetups, conferencias, etc. Cuando entras en esta espiral es muy difícil desengancharse, ¡es muy adictivo!”.
Después de la experiencia, ¿volverían nuestros interlocutores a una empresa más asentada y tradicional? “Creo que no, y digo creo ya que nunca puedes decir “de este agua no beberé”, pero mi idea es seguir en el entorno startup”, asegura Claudia Losada.
Una sensación que comparte el resto, salvo la experta en moda. “Nunca digas nunca, pero la experiencia de trabajar en una startup fue extenuante”. Y coincide con todos en que la clave de un futuro trabajo está, más que en el tamaño de la empresa, en que el proyecto enamore, suponga una gran oportunidad laboral, un trabajo apasionante, que motive y que siga suponiendo un reto.
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Andrea Willige
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