Cómo los cortes de internet drenan silenciosamente la economía de África

Fotografía ilustrativa de un individuo buscando en Internet en su teléfono inteligente. Image: Olimude Bamgbelu/Unsplash
- Los cortes de internet están paralizando silenciosamente sectores con alto potencial en África al interrumpir el comercio digital, los pagos móviles y las operaciones de las pymes.
- Estos apagones disuaden a los inversores, reducen la confianza en los servicios digitales y agrandan la desigualdad.
- Para proteger los derechos digitales y el crecimiento económico, son fundamentales las garantías legales, los protocolos transparentes, una gobernanza con múltiples actores y una infraestructura resiliente.
En una África cada vez más digitalizada, cortar el acceso a internet no solo silencia voces: también desangra las economías y debilita el avance del continente hacia un crecimiento inclusivo. Los cortes de internet —definidos como interrupciones intencionales del acceso a internet o las comunicaciones electrónicas impuestas para controlar el flujo de información— se están convirtiendo en una herramienta de política cada vez más común en África.
Si bien es difícil medir con precisión el costo económico total de estos apagones, modelos confiables como el NetLoss Calculator de Internet Society demuestran que incluso las interrupciones breves pueden generar costos considerables para las economías nacionales. Los cortes interrumpen el comercio electrónico, frenan los pagos transfronterizos, paralizan las transacciones con dinero móvil y dejan aislados a millones de pequeñas y medianas empresas (pymes) y negocios informales que dependen de plataformas digitales para subsistir.
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Hay cada vez más en juego en la economía digital
A medida que la economía digital de África sigue creciendo, estas interrupciones representan una amenaza cada vez mayor para la estabilidad financiera y el desarrollo a largo plazo. Con 500 millones de compradores en línea ya conectados para 2025, se estima que el mercado de comercio electrónico en África alcanzará un valor de 940.000 millones de dólares para 2032. El continente también se está posicionando como exportador de servicios digitales, un sector que se espera alcance los 74.000 millones de dólares para 2040, mientras que se proyecta que el mercado de pagos transfronterizos llegue al billón de dólares en 2035. El Área de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA, por sus siglas en inglés) busca impulsar este crecimiento promoviendo la inclusión digital y la conectividad comercial.
En el centro de esta transformación están millones de pymes, muchas de ellas operando en mercados informales y dependiendo del dinero móvil, las redes sociales y las herramientas digitales para vender, comunicarse y crecer. Pero estos avances son frágiles. Sin un acceso a internet confiable e ininterrumpido, el progreso puede deshacerse rápidamente.
Cortes de internet y parálisis económica
Los cortes de internet afectan a todos los niveles de la economía, desde los polos tecnológicos de Nairobi hasta los mercados informales de Conakry. Uno de los sectores más visiblemente afectados es el del comercio electrónico, donde las transacciones dependen de la conectividad en tiempo real para gestionar pedidos, inventario y pagos. Cuando desaparece la conexión, también lo hace la actividad comercial. Incluso los comercios físicos se ven perjudicados, ya que muchos dependen ahora de sistemas de punto de venta conectados a internet.
El impacto sobre las pymes es igualmente grave. En el ecosistema digital emergente de África, muchas pymes y negocios informales han adoptado herramientas como WhatsApp, Facebook Marketplace e Instagram para llegar a sus clientes, gestionar ventas y promocionar sus servicios. Con acceso limitado a infraestructura alternativa o a reservas financieras, un corte puede significar la interrupción total de las operaciones, e incluso el cierre del negocio.
En los sectores financiero y comercial, los apagones de internet afectan desde las transacciones de dinero móvil hasta la logística transfronteriza. Los procesadores de pago dejan de funcionar, los bancos se vuelven inaccesibles y las cadenas de suministro regionales se desarticulan. Para un continente que depende cada vez más de soluciones digitales, esto implica tanto pérdidas a corto plazo como retrocesos estratégicos a largo plazo.

Si bien las pérdidas de PIB son la consecuencia más visible de los cortes de internet, sus costos ocultos son más profundos y pueden ser aún más dañinos a largo plazo.
Primero, los apagones erosionan la confianza pública en las instituciones. Cuando los gobiernos usan la conectividad como herramienta de control, los ciudadanos empiezan a cuestionar la fiabilidad de los servicios digitales, especialmente en sectores clave como la banca, la salud y la educación. Esto no solo afecta las tasas de adopción, sino que también debilita la agenda de digitalización que muchos países están impulsando.
Segundo, el clima de incertidumbre regulatoria disuade la inversión extranjera y local. Los inversores en sectores como fintech, comercio electrónico e infraestructura digital necesitan estabilidad y previsibilidad. Los cortes frecuentes o motivados políticamente señalan riesgo, encarecen el capital y a menudo llevan a los inversores a desviar fondos hacia mercados de menor riesgo.
Tercero, existe el riesgo a largo plazo de una pobreza digital. Cuando el acceso a la información, a los mercados y a las plataformas de aprendizaje en línea se interrumpe de forma reiterada, personas y empresas quedan rezagadas. La conectividad inestable amplía la desigualdad, especialmente entre jóvenes, comunidades rurales y mujeres emprendedoras.
Esto debilita años de avances en alfabetización digital, inclusión económica e innovación. La colaboración entre startups, universidades y polos tecnológicos suele darse a través de plataformas en la nube y comunicaciones en tiempo real. Cortar el acceso interrumpe ese ecosistema dinámico y reduce la competitividad global del continente en tecnologías emergentes.
¿Cuánto nos están costando los cortes de internet?
El NetLoss Calculator, desarrollado por la Internet Society, ofrece un marco económico para estimar el impacto de los cortes de internet basándose en interrupciones intencionales, técnicamente verificables y de gran escala. Si bien las cifras de pérdidas nacionales pueden variar, la metodología demuestra que incluso los apagones de corta duración pueden generar pérdidas de millones de dólares.
¿Existe una salida posible?
Una verdadera solución requerirá voluntad política, responsabilidad legal y una colaboración inclusiva.
De manera alentadora, decisiones judiciales recientes en África sugieren un giro hacia una mayor protección de los derechos digitales. En mayo de 2025, el Tribunal de Justicia de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) dictaminó que el corte de internet en Senegal durante las protestas de junio y julio de 2023 fue ilegal y violó los derechos de los ciudadanos a la libertad de expresión y al acceso a la información. Días después, el Tribunal Superior de Kenia emitió una orden judicial que prohíbe al gobierno interrumpir arbitrariamente los servicios de internet, sentando un precedente de control constitucional.
Estos fallos reflejan un creciente reconocimiento por parte del poder judicial de que el acceso a internet es esencial para la vida moderna. Para avanzar, los gobiernos africanos y los distintos actores involucrados deben aprovechar este impulso.
Cuatro acciones prioritarias se destacan:
1. Consagrar garantías legales contra los cortes de internet arbitrarios o con motivaciones políticas, asegurando el debido proceso y justificaciones basadas en derechos.
2. Desarrollar protocolos de emergencia transparentes que preserven la seguridad nacional sin comprometer la conectividad digital ni la continuidad económica.
3. Promover una gobernanza multiactor, que reúna a la sociedad civil, el sector privado y expertos técnicos para formular políticas digitales de manera inclusiva.
4. Invertir en infraestructura resiliente para mitigar el impacto de interrupciones localizadas y garantizar una inclusión digital más amplia.
Al tomar estas medidas, los países africanos pueden fortalecer tanto las libertades digitales como la estabilidad económica, construyendo un futuro en el que internet esté protegido, no convertido en arma.
Volver a encender la luz
La economía digital de África ya no es una aspiración lejana: es una característica central del presente. Interrumpirla, aunque sea brevemente, equivale a un daño económico autoinfligido.
A medida que el comercio digital, los servicios en línea y los pagos móviles se convierten en pilares de la actividad económica en todo el continente, garantizar el acceso a internet debe considerarse una prioridad estratégica.

Para prosperar en la Cuarta Revolución Industrial, África debe considerar al internet del mismo modo que al agua o la electricidad: un servicio esencial, fundamental para el crecimiento inclusivo, la resiliencia y la prosperidad a largo plazo.
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