Cómo la inteligencia artificial puede mejorar la inclusión digital y combatir la desigualdad

La inteligencia artificial puede impulsar la inclusión digital y fomentar el crecimiento. Image: Getty Images/iStockphoto
- Garantizar que la economía digital siga siendo accesible para todos es clave para contrarrestar la desigualdad tecnológica.
- Un aumento del 10 % en el acceso a la banda ancha incrementa el crecimiento del PBI en los países en desarrollo en un 1,4 %.
- Una inteligencia artificial bien gestionada puede ser un poderoso motor de inclusión digital.
La cruda realidad de la desigualdad en la distribución de la riqueza —donde el 1% más rico posee hoy más que el 95 % de la población con menores ingresos— no solo es alarmante, sino que continúa agravándose. Al borde de una revolución transformadora impulsada por la inteligencia artificial, resuenan con fuerza las palabras del fundador del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab: “Esta es una revolución social con el poder de elevar o fracturar a la humanidad”.
La IA y la inclusión digital se perfilan como herramientas fundamentales para contrarrestar las fuerzas que perpetúan la desigualdad. Ampliar el acceso al mundo digital puede abrir caminos hacia una mayor productividad, fomentar la innovación y generar nuevas oportunidades de empleo para una población más amplia.
Para muchos de nosotros, las tecnologías digitales están profundamente arraigadas en casi todos los aspectos de la vida: comunicación, trabajo, compras, educación o entretenimiento. Pero cerca de 2.600 millones de personas —un tercio de la población mundial— aún no tienen acceso a internet. Esto las deja desconectadas y sin posibilidades de beneficiarse de las ventajas que ofrece la IA.
La tecnología digital debe ser un puente, no una barrera: debe amplificar todas las voces y empoderar a todas las comunidades. La inteligencia artificial tiene el potencial de ayudar a resolver algunos de los problemas más urgentes de la humanidad, desde el descubrimiento de medicamentos en medicina hasta la detección de fraudes en los sistemas financieros, el monitoreo de cultivos en la agricultura o los vehículos autónomos. Sin embargo, estas innovaciones no pueden ocultar los profundos dilemas éticos, los riesgos sociales y las desigualdades cada vez más marcadas vinculadas a esta tecnología.
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Una economía digital accesible
Para aprovechar eficazmente el potencial sinérgico de la inclusión digital y la inteligencia artificial, debemos centrarnos en construir una economía digital accesible. La inclusión digital impulsa la productividad, la innovación y la creación de nuevos empleos en el sector tecnológico.
Una economía digitalmente inclusiva actúa como catalizador del crecimiento. Según datos del Banco Mundial, un aumento del 10 % en la penetración de la banda ancha puede incrementar el crecimiento del PBI en un 1,4 % en las economías en desarrollo. Las políticas públicas deben priorizar el acceso universal a la infraestructura digital y a tecnologías asequibles. Investigaciones del Banco Mundial indican que, en economías digitalizadas, la probabilidad de que una persona consiga empleo puede aumentar hasta un 13,2 %; el empleo por empresa crece hasta un 22 % y las exportaciones de las firmas casi se cuadruplican.
La inclusión digital no se trata solo de tecnología, sino de un derecho humano fundamental que permite a las personas educarse, mejorar sus vidas y avanzar en su bienestar económico. La IA puede ser una herramienta poderosa para derribar barreras al aprendizaje y la comunicación, a través de traducciones en tiempo real con chatbots y accesibilidad lingüística.
Superar las barreras para la inclusión digital
Diversos obstáculos pueden dificultar el éxito de las iniciativas de inclusión digital, entre ellos la falta de infraestructura de banda ancha, las limitaciones económicas y la escasa formación en competencias digitales. Estas habilidades son fundamentales para mantenerse conectado, acceder a la información y participar en la economía global. La Unión Europea se ha propuesto como objetivo que al menos el 80 % de la población cuente con competencias digitales básicas para 2030. Sin embargo, incluso en algunas economías avanzadas como Italia, solo el 45,8 % de la población posee estas habilidades, frente al promedio del 55,5 % en la UE.
Para revertir esta situación, los gobiernos, las empresas y las organizaciones sin fines de lucro pueden colaborar en la creación de infraestructura pública y en la conexión de comunidades. Un ejemplo de esto es la EDISON Alliance, que ya ha conectado a más de 1.000 millones de personas al sumar más de 200 socios que desarrollan soluciones localizadas, como centros móviles de aprendizaje que llevan tecnología a zonas remotas. Esta alianza ha impulsado el aprendizaje, el acceso y el crecimiento económico.

Políticas públicas para la innovación en IA
El crecimiento de la inteligencia artificial es generalizado: según McKinsey & Company, la proporción de empresas que la utilizan aumentó del 20 % en 2017 al 78 % en 2025. El desarrollo de la IA y su infraestructura requiere grandes volúmenes de datos de entrenamiento, chips o computadoras potentes y talento especializado. La competencia se ha intensificado y está dominada por un puñado de grandes empresas tecnológicas. Algunas de ellas amenazan con monopolizar el futuro de esta tecnología, restringiendo el acceso al poder de cómputo, los datos y los modelos avanzados que necesitan las startups.
Por eso, los gobiernos pueden desempeñar un papel clave en la creación de un entorno donde la IA y el emprendimiento digital puedan prosperar. Es fundamental que regulen y supervisen los monopolios en IA, y que faciliten plataformas que favorezcan a las nuevas empresas. La innovación puede florecer si existen regulaciones adecuadas, incentivos y acceso a financiamiento para pequeñas y medianas empresas. Medidas como fomentar e invertir en modelos de código abierto, promover el desarrollo de sistemas de IA transparentes y asegurar la interoperabilidad entre plataformas pueden ayudar a establecer condiciones equitativas para todos.

Impulsar un impacto colectivo
La inteligencia artificial puede ser una poderosa herramienta para derribar barreras al aprendizaje, fomentar la innovación y ofrecer soluciones transformadoras en múltiples sectores. Por eso, su implementación es clave: los sistemas de IA pueden impulsar un progreso amplio o, por el contrario, profundizar las desigualdades existentes.
Este momento exige esfuerzos colaborativos entre gobiernos, empresas y organismos internacionales en los siguientes ámbitos:
- Uso indebido. Es fundamental evitar que la IA se utilice con fines dañinos que pongan en riesgo la seguridad de las personas, como la creación de deepfakes, el fraude a gran escala o el desarrollo de armas autónomas.
- Responsabilidad. La titularidad y el uso de la IA deben ser objeto de una vigilancia estricta. Las autoridades deben poder exigir responsabilidad a individuos o empresas por actividades maliciosas y minimizar los riesgos tanto para las personas como para los Estados.
- Transparencia. La IA explicable —que permite entender por qué y cómo un sistema tomó una decisión— debe ser promovida y exigida por ley en contextos de alto riesgo, como los sistemas utilizados en salud o defensa.
- Datos de entrenamiento y modelos. Los sistemas de IA suelen reproducir sesgos presentes en los datos con los que fueron entrenados, como prejuicios de género o raza en procesos de selección laboral. Si los datos no son inclusivos, la inteligencia artificial que construyamos tampoco lo será.
- Privacidad y seguridad de los datos. La IA maneja habitualmente grandes volúmenes de información sensible. Para protegerla, se necesitan marcos de gobernanza sólidos como el RGPD (Reglamento General de Protección de Datos) que resguarden la privacidad y los derechos de las personas.
- Cooperación internacional. El impacto de la IA trasciende las fronteras nacionales. Los países deben establecer y adoptar estándares comunes, como los promovidos por el Observatorio de Políticas de IA de la OCDE, para compartir buenas prácticas, mitigar riesgos y garantizar un desarrollo ético.
¿Qué está haciendo el Foro Económico Mundial en el ámbito de la cuarta revolución industrial?
A medida que la IA se integra con rapidez en nuestras vidas, es urgente adoptar políticas con visión de futuro que garanticen un desarrollo responsable e inclusivo. La IA no debe convertirse en una herramienta al servicio de unos pocos; su avance debe abrir puertas para todos e incorporar la inclusión en el código mismo de un mundo interconectado.
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