¿Es éste un momento crucial para el ascenso de las "potencias medias"?

El mapa geopolítico mundial está experimentando su reconfiguración más profunda en décadas. El comercio mundial se está redirigiendo, las cadenas de suministro se están rediseñando y se están forjando nuevas alianzas de seguridad. Todo esto sucede mientras el mundo se ve obligado a reconocer la necesidad de acelerar la transición energética y aprovechar el poder de la inteligencia artificial.

Algunos países tienen más que ganar que otros en este orden que evoluciona rápidamente, si juegan bien sus cartas. Lo que tienen en común es la oportunidad de aprovechar su posición en un mundo multipolar como "potencias intermedias" y "Estados geopolíticos pendulares", términos que describen a los países que aprovechan su capacidad para no elegir un bando y, en última instancia, persiguen sus intereses nacionales con flexibilidad.

India es un buen ejemplo. El país puede disfrutar un día de una recepción con alfombra roja en la Casa Blanca y más tarde sentarse a la misma mesa con China en una cumbre de la agrupación BRICS de potencias económicas emergentes. Puede decirse que esta seguridad en sí misma ha contribuido a que India atraiga el interés inversor de muchas de las multinacionales más poderosas del mundo.

Sin embargo, el país parece muy consciente de algunas de sus limitaciones y está trabajando para superarlas. Una de las prioridades de la administración del Primer Ministro Narendra Modi -en el poder desde hace 10 años y que aspira a un tercer mandato de cinco años en las elecciones generales de este año- ha sido impulsar la productividad del país mediante una serie de ambiciosas reformas e iniciativas económicas.

Entre ellas destacan los esfuerzos por modernizar la gestión fiscal, los sistemas financieros y el entorno empresarial del país. El impuesto sobre bienes y servicios, que sustituyó varios impuestos indirectos por un gravamen único, ha contribuido a aumentar el cumplimiento de las obligaciones fiscales y a institucionalizar la economía sumergida. Un sistema de pago instantáneo desarrollado localmente, lanzado para facilitar las transacciones interbancarias entre particulares y de persona a comerciante, ha puesto los pagos basados en códigos QR en vías de alcanzar las 1.000 millones de transacciones diarias en 2026. Un código de insolvencia y quiebra ha proporcionado un proceso unificado y sujeto a plazos para la resolución de insolvencias y un plan de incentivos ligados a la producción pretende estimular la fabricación nacional mediante subvenciones a la exportación. Estas diversas iniciativas ilustran a grandes rasgos los esfuerzos del país por facilitar la actividad empresarial.

Otro grupo de naciones que está asumiendo un papel más activo en la determinación de su futuro pertenece a la región que conforma el Consejo de Cooperación del Golfo. Muchos de estos países ricos en energía están intentando remodelar sus estructuras económicas alejándose de la extracción de combustibles fósiles y orientándose hacia los servicios profesionales, la tecnología y el turismo.

Arabia Saudita es un ejemplo clave. El reino está dando un impulso financiero a su plan Visión 2030 para diversificar sus fuentes de ingresos aumentando la proporción de inversiones extranjeras directas y exportaciones no petroleras, entre otras. Mientras tanto, Emiratos Árabes Unidos ha incorporado la IA a su estrategia, creando el primer Ministerio de Inteligencia Artificial del mundo, al que las autoridades locales ven un futuro similar al de los primeros ministerios de energía del mundo, creados hace un siglo. Una primera incursión es en la educación: El gobierno de EAU ha introducido un tutor personalizado impulsado por GPT para cada estudiante del país.

Este impulso hacia un mayor control también se refleja en la política exterior. Los países de la región han intensificado sus esfuerzos para aumentar la estabilidad y restablecer las relaciones. Antes del 7 de octubre, Arabia Saudita había reanudado sus relaciones con Israel a través de los Acuerdos de Abraham, había restablecido los lazos diplomáticos con Irán y estaba trabajando en un alto el fuego permanente con los Houthis en Yemen. A pesar de la guerra entre Israel y Hamás, es poco probable que se dé marcha atrás al esfuerzo de la región por moldear su futuro con sus propias manos.

En la actualidad, todo parece encajar para que América Latina empiece a disfrutar de una relación más simétrica con el resto del mundo. La región siempre ha necesitado el apoyo del exterior, pero sólo hace relativamente poco que otros países miran cada vez más a América Latina como un proveedor fiable de materias primas, un líder en la transición energética y un centro potencial de fabricación.

Países como Brasil y México ya están cosechando los beneficios de esta realidad. Basta con echar un vistazo al florecientesector agroindustrial brasileño o al entusiasmo palpable en Nuevo León, el centro manufacturero más avanzado de México. El principal problema es que a menudo estos beneficios se obtienen a pesar de las decisiones políticas nacionales, y no gracias a ellas. La mayoría de los líderes políticos de la región siguen teniendo diferentes prioridades políticas y aún no han diseñado un plan estratégico convincente para aprovechar las oportunidades que se les presentan.

En conjunto, la voluntad de algunas de estas potencias medias de diseñar y aplicar planes de transformación pluridecenales las convierte en probables vencedoras del orden mundial en evolución. Para los inversores mundiales, esto significa que una cartera de inversiones que no reconozca esta realidad no está preparada para el futuro. Las mayores oportunidades se encuentran en la intersección entre los países a los que se les ofrece la oportunidad y los que toman medidas concretas para convertir su potencial en realidad.