Así es como deben repartirse los escasos recursos renovables

En medio de un impulso mundial hacia la energía sostenible, aquí pretendemos desentrañar las complejidades de la asignación de recursos renovables limitados entre los sectores industriales y de movilidad. La escasez de materias primas para hidrógeno, electricidad y biomasa renovables plantea la cuestión de qué industrias necesitan más materias primas sostenibles.

Con la creciente demanda de alternativas verdes, la competencia por recursos renovables se ha intensificado, llevando algunos de los principales agentes a plantear cuestiones apremiantes sobre distribución justa, soluciones innovadoras de la cadena de suministro, avances tecnológicos, políticas eficaces y la importancia de la inversión y alianzas para acelerar la asignación de los limitados recursos renovables para 2030.

En este artículo, reflexionamos sobre cómo garantizar un espíritu de colaboración intersectorial en lugar de un enfoque canibalizador de la asignación de materias primas en la carrera por descarbonizar.

La futura combinación energética requerirá un planteamiento integral, con perfiles de eficiencia, limitaciones del transporte y consideraciones sobre la cadena de suministro desviando los centros de demanda hacia distintas fuentes de energía. Muchas tecnologías limpias clave (vehículos eléctricos, bombas de calor y calentadores de agua, por citar algunas) obtendrán su energía de la red -con esos electrones producidos a partir de fuentes de carbono cero-, mientras que otras tendrán que recurrir a combustibles limpios, como el biocombustible, el hidrógeno y otros. Cada uno de estos recursos se presta a casos de uso particulares. Esto plantea la cuestión de la asignación.

Por ejemplo, el hidrógeno, un prometedor vector de energía limpia, depende del agua y de la energía limpia como materia prima. Y, dado que el cambio climático desestabiliza los patrones meteorológicos globales -la sequía puede amenazar las instalaciones hidroeléctricas y nucleares, por ejemplo, mientras que se prevé que el aumento de las temperaturas globales reduzca la velocidad del viento en todo el mundo-, la disponibilidad de fuentes de energía renovables para la producción de hidrógeno junto con la generación de electricidad no está garantizada. La situación en regiones como el sur de España, que sufren escasez de agua, pone de relieve la necesidad de un enfoque matizado para utilizar los recursos disponibles con el fin de fabricar hidrógeno de forma eficiente.

El dilema de destinar la energía verde a la producción de hidrógeno o descarbonizar directamente la red se ha convertido en un elemento polémico de los debates sobre la transición. La respuesta dependerá de la combinación energética existente, siendo un factor clave la intensidad de carbono actual de la red. Para que la transición energética sea eficaz, es imprescindible encontrar el equilibrio adecuado.

El surgimiento de campeones, tanto en la demanda como en las cadenas de suministro, es esencial para navegar con éxito por la transición energética. Las empresas que se comprometen con objetivos de transición energética sirven de ejemplo en el lado de la demanda, impulsando la búsqueda de alternativas más limpias. Sin embargo, existe una necesidad igualmente crítica de líderes que encabecen la transición en la cadena de suministro, alejando a las industrias de los combustibles fósiles tradicionales y dirigiéndolas hacia moléculas verdes.

Aunque la oferta actual satisface la demanda existente, la cuestión fundamental gira en torno al calendario: ¿con qué rapidez pueden alinearse la producción y la demanda con las ambiciones climáticas? Se considera improbable que el mercado se autorregule para lograr esta alineación; son necesarias intervenciones gubernamentales cruciales para garantizar la estabilidad de los precios e incentivar la producción y la demanda.

Las normativas, como los mandatos de contratación pública, desempeñan un papel importante a la hora de incentivar las inversiones en tecnologías verdes o combustibles sostenibles. Del mismo modo, la fijación de precios del carbono se considera cada vez más en todas las industrias como una herramienta poderosa, capaz de crear igualdad de condiciones e incentivar la adopción de alternativas verdes. El éxito del Sistema de Comercio de Emisiones (ETS) en Europa sirvió como testimonio del potencial transformador del mecanismo de fijación de precios del carbono.

Además, un sistema de certificación sólido será vital para evitar la producción fraudulenta y aumentar el valor de las materias primas energéticas limpias. El consumo europeo de aceite de cocina usado (UCO) sirve como ejemplo contundente, ya que se ha más que duplicado desde 2015, impulsado principalmente por su uso en biodiésel para automóviles y camiones y las expectativas de que se convierta en un componente clave en el combustible de aviación sostenible (SAF). Sin embargo, surgen desafíos, ya que se ha informado de casos en los que se sospecha que aceites vírgenes, como el aceite de palma, se etiquetaron falsamente como "usados." Esta práctica engañosa pretende aprovecharse del elevado valor atribuido a los combustibles genuinamente verdes, lo que subraya la necesidad crítica de un sistema de certificación exhaustivo, auditado y reconocido globalmente para fomentar la confianza de los clientes y garantizar el origen y la naturaleza del producto.

Esto se extiende al papel clave de establecer normas estrictas para la mitigación del impacto ambiental de la producción de biomasa. Estas normas sirven de directrices cruciales, que abarcan prácticas que promueven la conservación de la biodiversidad, la gestión responsable del uso de la tierra y métodos agrícolas sostenibles.

La especialización de la industria es una posible solución más orgánica para aliviar la competencia por los mismos recursos. Al desviar distintos tipos de energía a diferentes industrias, puede aliviarse la presión sobre materias primas idénticas, fomentando un enfoque más sostenible y equitativo.

La especialización y asignación en función de las condiciones del mercado y las limitaciones físicas son temas de un creciente número de trabajos destinados a analizar las formas más eficientes de descarbonizar determinadas industrias. Por ejemplo, el hidrógeno puede ser muy adecuado para la descarbonización de la fabricación de acero, pero menos adecuado como combustible para vehículos de pasajeros de pequeño porte (en comparación con otras vías de descarbonización). Roland Berger y BloombergNEF, entre otras organizaciones, son pioneras en este tipo de trabajo en un esfuerzo por optimizar el despliegue de estos combustibles de rápido crecimiento. Además, para impulsar el mismo tipo de reducción de costes que experimenta la industria solar, será necesario aumentar la fabricación a gran escala de componentes clave. Los electrolizadores son especialmente preocupantes, ya que su producción se concentra actualmente en unos pocos países.

Para concluir, el doble enfoque en la demanda y en los campeones de la cadena de suministro, junto con las intervenciones estratégicas de los gobiernos, será un eje para el éxito de la descarbonización. Incentivar la producción y la demanda mediante mecanismos como la tarificación del carbono, los mandatos y los sistemas de certificación es imprescindible para acelerar la transición hacia alternativas más limpias.

La especialización de la industria y la asignación equitativa ofrecen un plan para mitigar la competencia por los recursos, mientras que el imperativo de la manufactura de componentes a escala subraya la necesidad de una colaboración mundial.

En un momento en que el mundo se enfrenta a la urgencia de tomar medidas contra el cambio climático, estas lecciones sirven de guía para configurar un futuro energético sostenible y resiliente.