Septima Clark, la "arquitecta" de la lucha contra la discriminación racial en EE.UU. a quien Martin Luther King y Rosa Parks admiraron
Manifestantes de todo el mundo salieron a las calles. Image: REUTERS/Jeenah Moon TPX IMAGES OF THE DAY - RC264H9ZZAV2
Martin Luther King la llamó "la madre del movimiento" de los derechos civiles en Estados Unidos.
Rosa Parks, la mujer que al negarse a ceder su puesto en un autobús marcó la lucha contra el racismo en ese país, alabó su trabajo.
Septima Clark es una de las mujeres extraordinarias que combatió pacíficamente la discriminación racial en su país desde un salón de clase para adultos.
"El mal más grande de nuestro país hoy no es el racismo, sino la ignorancia", escribió Clark en 1965.
Para Clark era fundamental que la población negra de su país supiera leer y escribir, no solo para empoderarse sino para votar.
Y, por eso, concibió las Escuelas de Ciudadanía.
A menudo pienso en las fotos icónicas de las marchas lideradas por el doctor King y me pregunto sobre todas las caras anónimas que están detrás de él", le dice a BBC Mundo Katherine Mellen Charron, autora de "Freedom's Teacher: The Life of Septima Clark" (La maestra de la libertad: la vida de séptima Clark).
"¿De dónde sacaron el coraje para arriesgar sus vidas o sus sustentos? Las personas no hacen esto porque escuchan un discurso inspirador, lo hacen porque algo dentro de ellas cambia".
"Las Escuelas de Ciudadanía ayudaron a hacer eso posible. Una vez que las personas aprendieron a leer y escribir y a abordar los problemas de su vida cotidiana, ganaron confianza en su capacidad para hacer cambios", indica la autora.
"Mi padre fue un esclavo"
Septima Clark nació en Charleston el 3 de mayo de 1898 y murió el 15 de diciembre de 1987. Fue la segunda de ocho hermanos.
Su padre y su madre, una lavandera, la impulsaron a estudiar.
"Mi padre fue un esclavo de la granja de Joel Poinsette y logró salir de eso. Yo realmente siento que a ninguno de nosotros nos hubiese gustado un regalo, preferíamos trabajar y ganar cualquier cosa que necesitáramos", le dijo Clark, en 1964, al escritor Robert Penn Warren, autor de "Who speaks for the Negro?" (¿Quién habla por los negros?)
"Yo sé que los esclavos no tenían nada y cuando digo nada, me refiero a que no tenían ni tierra ni dinero, pero tenían algo, tenían un espíritu y habilidades para trabajar la tierra, la tierra que les dieron para trabajar, para mezclar con su sangre y con su sudor y con sus lágrimas, realmente siento eso".
En esa misma entrevista, Clark evoca un recuerdo de su infancia que la marcó:
"Recuerdo que en las tardes de los domingos cuando salía de la iglesia, íbamos a las esquinas donde nos separábamos de nuestros amigos. Ahí siempre había un policía que muy groseramente nos decía: 'sigan, sigan niggers', y toda mi vida he llevado eso en mi mente, preguntándome qué podía hacer para conseguir mejores actitudes de los policías o para que, de hecho, nos protegieran cuando caminábamos por las calles".
La palabra inglesa nigger es extremadamente ofensiva y causa dolor entre millones de personas, especialmente afroestadounidenses.
En 1916, Clark obtuvo su certificado para enseñar en el Instituto Avery Normal en Charleston, pero como en esa ciudad no contrataban maestros negros, se tuvo que ir a una comunidad rural a trabajar.
Regresó en 1919 y promovió la petición de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP: National Association for the Advancement of Colored People) para que se levantara la prohibición.
La campaña tuvo éxito. Clark siguió enseñando al tiempo que continuaba con su propia formación en la educación superior.
También luchó por la igualdad de salarios entre maestros blancos y negros en Carolina del Sur.
En 1956, lo que parecía ser un revés en una carrera de varias décadas como maestra del sector público, se convirtió en uno de los impulsos más constructivos del movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos.
Clark fue despedida cuando se negó a renunciar a la NAACP, después de que una legislación prohibiera a los empleados estatales formar parte de esa organización.
Sin embargo, eso no la desanimó y decidió involucrarse en las actividades del legendario centro dedicado a la justicia social: la Escuela Popular de Highlander (Highlander Folk School) en Tennessee. Allí le dio forma a una idea.
"Septima Clark poseía una notable cualidad de perseverancia personal y coraje frente al racismo institucional profundamente arraigado que encontró repetidamente en el curso de su carrera como maestra en Charleston", le dice a BBC Mundo Tiya Miles, profesora del departamento de Historia de la Universidad de Harvard.
"Cuando la Junta Escolar la despidió por su conexión con la NAACP, Clark aumentó su activismo por los derechos civiles. Era de mente clara y decidida, con una increíble habilidad para colaborar y canalizar sus energías hacia el cuidado de los demás".
Tras 40 años de experiencia en la docencia en escuela públicas y como activista, "Clark se dio cuenta de que la educación de base debía acompañar al activismo de los derechos civiles de base", señala Charron.
La profesora asociada del departamento de Historia de la Universidad del Estado de Carolina del Norte explica que antes de la Ley de Derechos Electorales de 1965, los estados del sur de Estados Unidos exigían que todos los potenciales votantes afroamericanos pasaran una prueba de alfabetización.
Ese requerimiento, explica la experta, se usó durante mucho tiempo como una herramienta para privar a los negros de su derecho a votar.
"En el marco del movimiento por los derechos civiles en el sur, Clark ideó un programa de alfabetización de adultos, conocido como las Escuelas de Ciudadanía", indica Charron.
En esas escuelas no solo se le enseñaba a los adultos a leer y a escribir para que aprobaran el examen, sino que la formación iba más allá.
"En realidad, además de poder registrarse para votar, los estudiantes afroestadounidenses adultos también querían abordar los problemas que afectaban a sus comunidades", señala la autora.
De esa forma, en esas jornadas educativas también se hablaba de cómo buscar trabajo, cómo tener acceso a una atención médica de calidad, cómo acceder a una mejor educación, cómo solicitar servicios gubernamentales para, por ejemplo, lograr que se pavimentara una calle o que se recogiera la basura, dice la docente.
"Tenían que aprender a navegar por el sistema para (…) conseguir mejoras en sus comunidades".
Además, como reflexiona Charron, con el ejercicio del derecho a voto vino el derecho a ser electo.
Fue así como se produjo "un aumento en el número de funcionarios afroamericanos electos en todo el sur del país".
Charron explica que la primera Escuela de Ciudadanía comenzó en 1957 y el modelo se expandió por todo el sur del país y duró hasta 1970.
Las clases se organizaban en iglesias u otros espacios disponibles en las noches y los fines de semana.
Se calcula, según la experta, que más de 25.000 personas pasaron por sus salones en ese periodo de tiempo.
"Las transformaciones personales que ocurrieron en la vida de innumerables personas no se pueden medir", reflexiona la profesora.
Un aspecto importante de esta escuela, relata la escritora, es que se convirtieron en un centro del activismo femenino dentro del movimiento por los derechos civiles.
"Las mujeres predominaban como maestras y estudiantes. Todas las maestras provenían de las comunidades en las que enseñaban y recibían una semana de capacitación".
Clark formó a muchas mujeres que se transformaron en lideres no solo de sus comunidades sino del movimiento contra la segregación racial en Estados Unidos.
Charron explica que Rosa Parks era una activista experimentada mucho antes de que se negara a ceder su puesto a un hombre blanco en un autobús en Montgomery el 1 de diciembre de 1955.
"Pero con demasiada frecuencia, es recordada simplemente como ‘una costurera cansada’ que tomó una decisión en un momento y cambió la historia", reflexiona la autora.
Clark y Parks se conocieron en agosto de 1955 en la Escuela Popular de Highlander, donde Parks había ido a un taller interracial sobre las Naciones Unidas.
"Clark ayudó a Parks a superar parte de su timidez y miedo a la hora de discutir sus experiencias activistas en Montgomery en presencia de personas blancas", recuerda la profesora de Historia.
De hecho, las palabras de Parks hacia Clark son muy emotivas, como lo recuerda en el artículo: "Honoring Septima Clark" (Honrando a Septima Clark), de Huffpost, Marian Wright Edelman, activista por los derechos de los niños y de comunidades desfavorecidas en Estados Unidos.
"Siempre soy muy respetuosa y (me siento) muy impresionada ante la presencia de Septima Clark porque la historia de su vida representa el esfuerzo que yo hice en un minuto. Solo espero que haya una posibilidad de que algo de su gran coraje, dignidad y sabiduría se me haya contagiado".
Charron dice que Clark quería empoderar a las personas para que se registraran para votar, pero, "lo que es más importante, que usaran el poder de la papeleta para llevar justicia a sus comunidades cuando abandonaran el centro de votación. Y eso es lo que hicieron las Escuelas de Ciudadanía".
"Los jóvenes deben saber que después de emitir un voto, o participar en una marcha o protesta, el verdadero trabajo de transformar las comunidades y la sociedad continúa, y el cambio requiere tiempo y resistencia", señala la autora.
En pocas palabras, dice, la educación es esencial para la liberación y así es como tituló su libro sobre Clark: "La maestra de la libertad".
Para Lisa Baumgartner, profesora asociada de la Universidad del Estado de Texas, especializada en educación para adultos y desarrollo de identidad en poblaciones marginadas, las generaciones jóvenes, independientemente de su raza, "deberían recordar las ideas y el legado de Clark porque están enraizadas en su compromiso de vida con los derechos civiles y el valor del diálogo entre diferentes grupos".
"Su tenacidad, fuerza y resistencia frente a innumerables desafíos personales y profesionales durante sus 89 años fueron notables", le dice la docente a BBC Mundo.
Y es que en una oportunidad Clark incluso fue arrestada.
Además, resalta, que la líder no sólo trabajó con afroestadounidenses, también impartió talleres a participantes blancos.
"The most powerful woman you have never heard of" (La mujer más poderosa de la que nunca has oído hablar) es una charla TedTalk que ofrecieron, en 2018, T. Morgan Dixon y Vanessa Garrison, fundadoras de GirlTrek.
Se trata de una organización sin fines de lucro dedicada a promover la salud entre las niñas y las mujeres afroestadounidenses.
"Me gustaría hablarles sobre la mujer más poderosa de quien nunca han oído hablar. Es Septima Clark. Recuerden su nombre: Septima Clark. El doctor King la llamó 'la arquitecta del movimiento de los derechos civiles'", dice Morgan Dixon al inicio de la charla.
Al final, Garrison cita una frase de Clark:
"El aire ha llegado a un punto en el que todos podemos respirar juntos".
Y reflexiona: "Aun así, las últimas palabras agobiantes de Eric Garner fueron: 'No puedo respirar'".
Garrison se refería al hombre afroestadounidense que murió en 2014 en Nueva York después de ser arrestado bajo sospecha de vender ilegalmente cigarrillos sueltos.
Las imágenes del incidente mostraron a Garner gritar repetidamente mientras se veía a un policía blanco con su brazo alrededor de su cuello.
Seis años después, un video muestra a un afroestadounidense llamado George Floyd gimiendo y diciéndole a un agente de policía blanco repetidamente:
"No puedo respirar".
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