Cómo el gobierno digital y la infraestructura pública digital impulsan el desarrollo en Brasil

Para aumentar la eficiencia y recuperar la confianza de los ciudadanos, gobiernos de todo el mundo se enfrentan a una presión cada vez mayor para modernizarse. Hoy en día, los ciudadanos esperan de sus instituciones públicas el mismo nivel de comodidad, rapidez y transparencia que de sus aplicaciones bancarias o plataformas de reparto de comida a domicilio. Sin embargo, muchos gobiernos siguen paralizados por burocracias obsoletas y sistemas heredados, que funcionan de forma aislada.

Esta urgencia ha situado la infraestructura pública digital y el gobierno digital en el centro de una nueva agenda global. En lugar de considerarse mejoras digitales opcionales, estas herramientas se reconocen cada vez más como esenciales para prestar servicios públicos de forma inclusiva, eficiente y con rendición de cuentas.

Como miembro del Global Future Council sobre Gobierno Digital e Infraestructura Pública Digital del Foro Económico Mundial, he visto de primera mano cómo se está priorizando este cambio a nivel mundial. El reciente informe El impacto público global del gobierno digital: una oportunidad de 9,8 billones de dólares, del Foro Económico Mundial, ofrece una hoja de ruta para repensar cómo los gobiernos construyen y operan los sistemas centrales que sustentan la sociedad, desde los documentos de identidad y los pagos hasta las capas de intercambio de datos y la prestación de servicios.

Algunos de los ejemplos más prometedores de adopción de infraestructura pública digital y gobierno digital provienen del Sur Global. Brasil, en particular, ha logrado avances sustanciales, combinando una estrategia digital vertical con innovación horizontal a nivel local.

A nivel nacional, Brasil ha sido pionero en el voto electrónico y las declaraciones de impuestos digitales. Más recientemente, el portal gov.br del gobierno federal ha centralizado el acceso a cientos de servicios e identificación digital para más de 150 millones de ciudadanos.

Pero la innovación no se limita al ámbito federal. De hecho, están surgiendo muchos ejemplos impactantes a nivel estatal y municipal, gracias a la colaboración entre los gobiernos y las plataformas tecnológicas cívicas.

En los últimos años, la plataforma Colab, una iniciativa de gobierno digital que dirijo en Brasil, ha trabajado con diferentes niveles de gobierno para implementar soluciones alineadas con la infraestructura pública digital que sitúan a los ciudadanos en el centro de la prestación de servicios.

A nivel municipal, la ciudad de Niterói implementó un sistema de programación digital multicanal durante la pandemia de COVID-19, lo que permitió a más de un tercio de su población reservar fechas y lugares para vacunarse, minimizando así las aglomeraciones y la exposición al virus. Hoy en día, esa misma infraestructura no solo da soporte a otras vacunas, sino también a una gama cada vez mayor de servicios, desde la matriculación en guarderías y las solicitudes de asistencia social hasta la notificación de problemas en las infraestructuras y las consultas públicas – todo ello accesible a través de una aplicación, un portal web y WhatsApp.

A nivel estatal, el gobierno de Piauí lanzó un programa de presupuesto participativo digital, en el que más de 160 000 ciudadanos votaron sobre obras públicas e inversiones comunitarias. Se han asignado más de 80 millones de reales (16 millones de dólares) según el voto popular, y la participación ya está aumentando en el ciclo actual.

A nivel federal, el Tribunal de Contas da União (Tribunal Federal de Cuentas) de Brasil ha puesto en marcha un programa de monitoreo ciudadano de las obras viales. Los ciudadanos reciben notificaciones basadas en su ubicación sobre proyectos de pavimentación en las cercanías y se les invita a enviar fotos con geoetiquetas y comentarios. Los informes verificados obtienen micro-recompensas y reducen el costo y la carga de trabajo de las inspecciones técnicas tradicionales.

Estos casos muestran cómo las plataformas digitales interoperables y orientadas a los ciudadanos pueden mejorar significativamente la forma en que los gobiernos prestan servicios, involucran a las comunidades y monitorean la infraestructura de manera transparente, escalable y rentable.

Para aprovechar al máximo el potencial del gobierno digital y la infraestructura pública digital, los gobiernos, las instituciones internacionales y el sector privado deben alinearse en torno a una serie de prioridades fundamentales:

Al igual que las carreteras y los servicios eléctricos, los sistemas digitales que permiten la prestación de servicios, como la identidad digital, los pagos y las capas de datos, deben tratarse como bienes públicos a largo plazo.

Se necesita una gobernanza ágil e iterativa para regular áreas en rápida evolución, como la inteligencia artificial, el intercambio de datos y la toma de decisiones basadas en algoritmos, especialmente cuando se trata de servicios públicos.

Los funcionarios públicos deben estar capacitados y empoderados para comprender, contratar, implementar y gestionar los sistemas digitales de manera responsable y estratégica.

Los ecosistemas de gobierno digital prosperan cuando los gobiernos colaboran con la sociedad civil, las universidades y las startups. Las alianzas aceleran la experimentación, el aprendizaje y el impacto.

Los servicios digitales deben construirse en torno a las necesidades reales, las experiencias y los puntos débiles del recorrido de los ciudadanos, no solo la lógica administrativa. Un enfoque centrado en la ciudadanía aumenta la adopción, la satisfacción y, en última instancia, la legitimidad.

La infraestructura pública digital y el gobierno digital son más que palabras de moda. Representan una reinvención fundamental de cómo los gobiernos funcionan y se relacionan con las personas a las que sirven. Si se implementan correctamente, estas tecnologías permiten que los servicios públicos sean más sencillos, rápidos, inclusivos y confiables.

Aunque países como Brasil todavía se enfrentan a retos, también demuestran que, con las herramientas, el talento y la confianza adecuados, las economías emergentes pueden liderar, y no simplemente seguir, la próxima generación de gobernanza digital. La forma en que cada país decida abordar esta transformación definirá el futuro de sus instituciones públicas. Quienes ya trabajamos en este campo estamos aquí para compartir, colaborar y ayudar a acelerar ese viaje.