Mujeres afganas escriben por sus derechos
Image: REUTERS/Mohammad Ismail
Rabia Balkhi fue una de las primeras poetisas persas. Fue asesinada hace cientos de años a manos de su hermano, un rey, por haberse enamorado de un esclavo y atreverse a escribir poesía en una cultura dominada por los hombres. Al igual que ella, las mujeres de lo que es hoy Afganistán todavía se enfrentan a la violencia debido a sus escritos (especialmente las periodistas), o son asesinadas por sus elecciones amorosas.
A finales de 2016, la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán investigó 5.575 casos de crímenes violentos contra mujeres, señalando que la mayoría de los casos de violencia de género pasan desapercibidos y sin denuncia debido a las arraigadas costumbres, a la estigmatización y al temor a las consecuencias para las víctimas. Un informe de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en aquel país de 2009 indica que las mujeres que participan en la vida pública se enfrentan a amenazas, acoso y ataques frecuentes. En casos extremos, algunas han sido asesinadas por ejercer trabajos que se consideran irrespetuosos de las tradiciones o que son percibidos como incompatibles con el islam.
Ahora, unos 11 siglos después del asesinato de Balkhi, las herederas de su nación han lanzado una organización sin fines de lucro para defender sus derechos a través de la escritura. Se trata de Free Women Writers (Escritoras libres).
Este reportaje pertenece al proyecto Impact Journalism Day, que recoge historias sobre proyectos positivos que se están llevando a cabo en todo el mundo. Medio centenar de periódicos participa en la iniciativa de la que EL PAÍS forma parte. Consulta aquí las otras historias que hemos publicado:
Una de las integrantes de la asociación es Roya Saberzadeh, una pintora y escritora que vive en Mazar-e-Sharif. A diferencia de muchas de sus compatriotas, ella no tiene miedo a reír, pero su sonrisa desaparece repentinamente al abordar el estatus de las mujeres en Afganistán. "La situación es mala", dice. "La violencia aumenta cada año". Sin embargo, se muestra optimista porque las mujeres afganas cada vez están más concienciadas. "Cuantas más conozcan sus derechos, menos violencia sufrirán", señala. Y agrega que aún hay mucho trabajo por hacer.
Fundada en 2013 por las activistas afganas Noorjahan Akbar y Batul Moradi junto a un colectivo de escritoras, estudiantes y otras militantes, la organización espera mejorar la vida de las mujeres simplemente contando sus historias, a través de sus propias palabras. Su primer libro, Daughters of Rabia (Hijas de Rabia), una antología de escritos de mujeres afganas inspiradas por la historia de Balkhi, fue publicado ese mismo año.
Akbar, que apareció en el listado de Forbes de las 100 mujeres más poderosas del mundo por su labor de defensa de los derechos de la mujer, dice que quería utilizar este libro para generar conciencia sobre la igualdad de género entre las afganas, que rara vez tienen acceso a la literatura feminista, pero también entre los hombres que desean unirse a su lucha. "En las calles de Kabul, muchos niños estaban vendiendo libros extremistas escritos y publicados en Pakistán por 30 afganis (0,42 dólares). La mayoría de estos libros tratan sobre mujeres y promueven la misoginia bajo pretensiones religiosas. Queríamos ofrecer una alternativa", afirma. Usando los ahorros personales de Akbar, la organización logró imprimir 1.500 ejemplares.
"Todas las copias se distribuyeron en un mes. Gentes de seis provincias distintas vinieron a Kabul y se llevaron los libros a sus comunidades y escuelas", recuerda. Para que todos pudieran acceder al contenido del libro, decidieron difundir su contenido en las redes sociales y en una página web. "Llamamos la atención y muchas otras mujeres comenzaron a enviar sus escritos", dice Akbar. Ahora han publicado poemas, memorias y artículos escritos por más de 140 mujeres y algunos de sus homólogos masculinos, muchos de los cuales han sido traducidos al inglés gracias al trabajo de 15 voluntarios con base en Kabul, Mazar-e-Sharif y Washington DC.
En las últimas décadas, las ONG e instituciones internacionales han intentado fomentar los derechos de las mujeres en el país con iniciativas a menudo financiadas por el gobierno afgano, pero los resultados de estos esfuerzos generalmente tienden a pasar desapercibidos. Para que las mujeres afganas puedan empoderarse, Akbar cree que el cambio debe provenir de sí mismas. "Para mí fue muy importante trabajar de forma independiente y no recibir ayuda financiera de gobiernos o embajadas extranjeras porque siempre quise que nosotras, las mujeres de Afganistán, valorásemos nuestras propias prioridades", sentencia. Añade que, a menos que las afganas comiencen a verse a sí mismas como seres independientes con derechos humanos, el cambio de mentalidad y la igualdad de género serán poco probables.
En septiembre de 2017, el colectivo publicó su segundo libro, una guía breve para mujeres que sufren violencia de género que brinda consejos prácticos para buscar ayuda legal, formar redes de apoyo y proteger su salud mental. Titulado You are not alone (No estás sola), está disponible en persa, pashtu e inglés. Las ganancias de sus ventas permiten a la organización financiar becas de educación superior para jóvenes en Afganistán y también para continuar creando literatura sobre los derechos básicos de las mujeres.
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