Alemania suspende en igualdad de género
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Europa es hoy un continente más igualitario que hace un lustro. Y que hace una década. Pero la reducción de la brecha entre hombres y mujeres avanza con excesiva lentitud según el estudio publicado este miércoles por el Instituto Europeo para la Igualdad de Género. El indicador ha experimentado una leve mejoría al pasar de los 65 puntos de 2012 a los 66,2 de 2015 sobre un máximo de 100, un crecimiento idéntico al que se produjo en los dos años precedentes. La última radiografía elaborada por el organismo comunitario, la cuarta de la última década, desvela que para las mujeres nacer hoy en un punto u otro del continente puede tener consecuencias decisivas para su futuro, especialmente si aspira a ocupar puestos de toma de decisiones en empresas o parlamentos.
El índice mide seis variables: trabajo, dinero, conocimiento, tiempo fuera del trabajo, poder y salud. El peor resultado se obtiene en el capítulo de poder. Ahí, la Unión Europea sigue flaqueando: casi tres cuartas partes de los ministros y miembros de los parlamentos nacionales y regionales son hombres, que también ocupan cuatro de cada cinco puestos en las juntas directivas de las compañías más relevantes y los bancos centrales.
Los países que mejor nota sacan se sitúan al norte del mapa continental: Suecia, Dinamarca y Finlandia copan los tres primeros lugares erigiéndose como espejos en los que mirarse. Por abajo aparecen Rumanía y Hungría, y cierra la lista Grecia, donde las mujeres unen a la asfixia de la crisis económica un escaso acceso a puestos de responsabilidad política y empresarial, así como la asunción casi en exclusiva de las tareas domésticas, donde las cifras del informe muestran que la participación masculina es testimonial con apenas un 16% de ellos asumiendo estos trabajos caseros, menos de la mitad de los que lo hacen en el conjunto de Europa.
Suecia, el paraíso de la igualdad que tiene como gran lunar sus altas tasas de violencia machista, suma 10 años al frente de la clasificación. La ministra sueca del ramo, Asa Regnér, acudió a la presentación de los resultados. "Estoy orgullosa de estar arriba en la lista y de formar parte de un gobierno feminista, pero es importante ser humildes. La igualdad de género no es automática. Llega gracias al liderazgo, a decisiones políticas, a un gobierno que dedica recursos y a políticos que luchan por ella en los debates". Lidera todas las categorías excepto educación, donde domina Dinamarca por escaso margen.
Los datos suponen un jarro de agua fría para Alemania. Es difícil encontrar un baremo donde la locomotora europea suspenda, con su economía tirando de Europa gracias a su potente maquinaria exportadora y un mercado laboral cercano al pleno empleo. Con Angela Merkel, unánimemente considerada como la mujer más poderosa del continente —y posiblemente del mundo—, al frente de la cancillería, Alemania sigue debajo de España en el índice de igualdad de género y no alcanza la media de los Veintiocho. La educación es su principal punto débil al ocupar el puesto 25, solo por encima de tres países. El estudio señala que su número de graduadas universitarias es inferior al europeo y la mayoría se inclina por las ciencias sociales y humanidades, lo que deriva luego en trabajos peor remunerados.
El estudio revela que España ha perdido dos posiciones y se sitúa en un discreto puesto 11 con una puntuación de 68,3 sobre 100, solo ligeramente por encima de la media comunitaria. El único campo donde la situación de las mujeres ha empeorado en España es el del tiempo. Esta variable aglutina el tiempo que hombres y mujeres dedican a actividades diferentes al trabajo y las dividen en dos grupos: sociales —deporte, vida cultural y ocio— y cuidado del hogar. El resultado es que las mujeres dedican escaso tiempo a la primera opción y mucho a la segunda. El número de mujeres que se dedica a cocinar y otras labores del hogar duplica al de hombres, y la distancia ha aumentado respecto a 2012: el 84,5% de ellas realiza alguno de estos trabajos diariamente frente al 41,9% de los hombres.
España mejora la media comunitaria en el ámbito político, sobre todo en la presencia de mujeres en las cámaras de las comunidades autónomas —superan el 44%—, pero se queda por debajo a la hora de otorgarles responsabilidades en las grandes empresas, donde la toma de decisiones es abrumadoramente masculina al rozar el 82% del total de directivos de grandes compañías.
El país que ha mejorado más ostensiblemente ha sido Italia, que pese a estar sumida en una crisis de crecimiento económico ha logrado reducir la brecha de género, si bien sigue por debajo de la media comunitaria: ha elevado su puntuación en el índice de 49,2 en 2005 a 62,1 una década después, pasando así de ser el tercero por la cola a situarse en el puesto 14 de los Veintiocho.
El avance ha sido posible gracias a la mayor incorporación de mujeres a puestos de representación política: Italia ha pasado de contar con un 12% de mujeres diputadas nacionales en 2005 a un 30% en 2015 según el informe. Sin embargo, sigue muy rezagada en la implicación del hombre en labores domésticas.
Sobre la mesa están todavía cuestiones como el impacto de la maternidad en la vida laboral. "Queremos que nazcan niños, pero ¿qué significa para una mujer tener una familia? No es lo mismo que para el padre. El 85% de familias monoparentales tienen al frente a una mujer", ha alertado Virginija Langbakk, directora del Instituto.
La finlandesa Tiina Asola, directora general de la Comisión Europea, ha advertido de que en su país, pese a ser uno de los mejor situados en la clasificación, aún perviven problemas como la segregación laboral al asignarse a la mujer determinados roles de forma preconcebida. "No es malo que una niña quiera ser enfermera, pero tiene que tener la posibilidad de imaginarse como ingeniera, consejera delegada de una empresa o lo que quiera".
El índice mide seis variables: trabajo, dinero, conocimiento, tiempo fuera del trabajo, poder y salud. El peor resultado se obtiene en el capítulo de poder. Ahí, la Unión Europea sigue flaqueando: casi tres cuartas partes de los ministros y miembros de los parlamentos nacionales y regionales son hombres, que también ocupan cuatro de cada cinco puestos en las juntas directivas de las compañías más relevantes y los bancos centrales.
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