Los seis secretos del autocontrol
Image: REUTERS/Brian Snyder
¿Qué pasa con el autocontrol que es tan difícil confiar en él? El autocontrol es una aptitud que todos tenemos (en serio); aunque tendemos a darle poco reconocimiento. El autocontrol es tan fugaz para la mayoría de nosotros que cuando Martin Seligman y sus compañeros de la Universidad de Pensilvania hicieron una encuesta a dos millones de personas en la que pedían a los participantes que ordenaran sus puntos fuertes de mayor a menor, el autocrontrol acabó al final de la clasificación.
Cuando se trata de autocontrol, es muy fácil centrarse en las cosas que hemos hecho mal, de forma que las que hacemos bien parecen insignificantes en comparación. ¿Y por qué no debería ser así? El autocontrol es un esfuerzo pensado para ayudar a conseguir un objetivo. No poder controlarse a uno mismo es un fracaso. Si estás intentando evitar ir a por una bolsa de patatas fritas después de la cena porque quieres perder unos kilos y el lunes y el martes lo consigues solo para sucumbir a la tentación el miércoles y acabar comiéndote cuatro raciones de calorías vacías, el fracaso sobrepasa al éxito. Habrás dado un paso hacia delante y dos hacia atrás.
Con esta dicotomía éxito-fracaso en mente, voy a ofrecer seis estrategias para mejorar el autocontrol. Algunas son obvias, otras parecen contradictorias, pero todas te ayudarán a eliminar esos molestos fracasos y a asegurar que los esfuerzos que hagas por potenciar la fuerza de voluntad sean lo suficientemente útiles como para mantenerte en la dirección adecuada para conseguir tus metas.
La meditación entrena al cerebro para que se convierta en una máquina de autocontrol. Incluso las técnicas sencillas como el mindfulness, que consiste en reservar cinco minutos al día para concentrarse únicamente en la respiración y en los sentidos, aumentan la conciencia de uno mismo y la capacidad del cerebro para resistir a los impulsos destructivos. Por algo los monjes budistas siempre parecen estar calmados y tener todo bajo control.
Este consejo es digno de archivar en la categoría de las estrategias que parecen contradictorias, especialmente si tienes problemas para controlar lo que comes. El cerebro quema las reservas de glucosa cuando intenta hacer uso del autocontrol. Si tienes los niveles de azúcar en sangre bajos, es más probable que sucumbas a los impulsos destructivos. Los alimentos azucarados suben rápidamente el nivel de azúcar en sangre y poco después te acaban dejando seco y vulnerable. Comer algo que el cuerpo vaya a quemar más lentamente, como arroz integral o carne, te proporcionará un margen de autocontrol más amplio. Así que si tienes problemas para dejar de coger dulces del tarro de los caramelos de la oficina, asegúrate de comer otra cosa para tener una oportunidad de ganar esa batalla.
Hacer ejercicio durante unos 10 minutos al día provoca que se libere GABA, un neurotransmisor que hace que el cerebro se sienta calmado y que, por lo tanto, te permite tomar el control de tus impulsos. Si tienes problemas para resistir el impulso de ir al despacho de al lado y montarle el pollo a alguien, simplemente sigue andando. El impulso debería estar controlado para cuando volvieras de tu pequeño paseo.
Si estás cansado, la capacidad de las células del cerebro para absorber la glucosa se ve enormemente disminuida. Como he mencionado en el secreto nº. 2, la capacidad del cerebro para controlar los impulsos es nula sin glucosa. Y, lo que es peor, si no has dormido lo suficiente, es más probable que se te antojen alimentos azucarados para compensar los niveles bajos de glucosa. Así que, si estás intentando hacer uso del autocontrol para no picar entre horas, dormir lo suficiente -todas las noches- es una de las mejores cosas que puedes hacer.
El deseo tiende a subir y bajar como la marea. Cuando el impulso que quieres controlar es fuerte, suele bastar con esperar a que pase la ola de deseo para mantener el control de la situación. La regla de oro en estos casos es esperar al menos unos 10 minutos antes de sucumbir a la tentación. Si lo haces, te darás cuenta de que esa gran ola de deseo no es más que una pequeña onda en el agua que eres capaz de sortear sin problemas.
Cuando se fracasa al intentar ejercer el autocontrol, es habitual caer en un círculo vicioso de fracaso seguido de un profundo odio a uno mismo y de angustia. Estas emociones suelen provocar que seamos excesivamente permisivos con el comportamiento ofensivo. Cuando te equivoques, es crucial que te perdones y que sigas adelante. No ignores cómo te hace sentir haber cometido un error, pero tampoco te regodees en él. En vez de eso, centra la atención en lo que vas a hacer para mejorar en el futuro.
Pon estas estrategias en práctica
Lo más importante es que recuerdes que deberías dar una oportunidad a estas estrategias. Esto significa que hay que reconocer los momentos en los que tienes problemas de autocontrol; pero, en vez de rendirte y sucumbir al impulso, echa un vistazo a estos seis secretos y dales una oportunidad antes de nada.
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