Las startups latinoamericanas están prosperando. Vamos a ayudarlas a cruzar fronteras
Image: REUTERS/Ivan Alvarado
Una nueva generación de emprendedores está detonando un cambio mayúsculo en América Latina. Las empresas tecnológicas emergentes creadas por estos emprendedores se declaran listas para la innovación en sectores como la agricultura, la logística y la educación; enseñan a los estudiantes las nuevas competencias para una economía digital, mejoran la productividad de vastas tierras cultivables y eliminan obstáculos logísticos. Estas compañías, además, se enfocan en problemas que América Latina ha enfrentado durante décadas, y están apostando a que pueden ayudar a solucionarlos con tecnologías e ideas nuevas.
Se trata de una apuesta que América Latina necesita ganar urgentemente. Las empresas tradicionales de la región no están innovando lo suficiente y, según algunos indicadores, empiezan a quedarse rezagadas en comparación con otras empresas en economías similares en otras partes del mundo. Las compañías de América Latina y el Caribe tienen un 20 % menos de probabilidades de introducir un producto nuevo que las de países de ingreso mediano de Europa y Asia central.
Las empresas tecnológicas emergentes (o startups, como se les conoce en el imaginario colectivo mundial) son intrínsecamente innovadoras, por lo que resultan fundamentales para superar esta brecha en materia de innovación. Ya se observan señales alentadoras. Algunos de las principales instituciones financieras de la región están bien encaminados, por ejemplo, en crear sus propios hubs de emprendimiento o en forjar alianzas con el fin de identificar nuevas tecnologías para proveer servicios a sus clientes.
En lugares como Ciudad de México, Santiago, Medellín y Florianópolis se están desarrollando ecosistemas tecnológicos pujantes. Las universidades locales promueven programas para apoyar startups y los gobiernos formulan políticas para atraer a inversionistas de capital de riesgo y futuros emprendedores.
Brasil fue el primer punto de entrada para los inversionistas de Silicon Valley, y sigue siendo el epicentro de la región. Argentina, Colombia, México y Perú también son núcleos de emprendimientos tecnológicos. Chile ha sido denominado “Chilecon Valley” por sus aceleradores de la innovación, que han atraído a empresarios extranjeros. De acuerdo con algunas estimaciones, las empresas tecnológicas emergentes de la región han recibido más de USD 2,000 millones en financiamiento durante los últimos cinco años.
Sin embargo, los emprendedores tecnológicos de América Latina enfrentan un desafío común: sus mercados locales, con la excepción de Brasil, no son lo suficientemente grandes para que sus empresas puedan ampliar sus operaciones. Sus perspectivas de crecimiento suelen estar limitadas por las fronteras nacionales y el escaso financiamiento. Los ecosistemas de estas empresas emergentes, como en Colombia, tienden a agruparse en torno a empresarios exitosos y círculos muy cerrados en países específicos, pero aún no existe en la región una red consolidada para estas firmas. Por ello, es fundamental ayudar a los emprendedores y sus empresas emergentes a cruzar las fronteras y establecer relaciones con posibles inversores y socios fuera de sus países de origen.
Tomemos el caso de Loggi, una nueva empresa brasileña que conecta a mensajeros en motocicleta independientes con clientes para prestar servicios de correo urgente. Loggi cuenta con un grupo de 5,000 conductores autorizados para operar, usan una aplicación de la empresa para teléfonos inteligentes, y emplean vehículos que cumplen con las normas gubernamentales. La compañía usa algoritmos para hacer coincidir la oferta y la demanda y mejorar las rutas de entrega de los conductores. Esta es una tarea crítica para las operaciones comerciales y minoristas en las ciudades de América Latina, donde la infraestructura deficiente y el tráfico abrumador obstaculizan un comercio eficiente y limitan el flujo de los bienes y servicios.
La historia de Loggi es uno de los muchos emprendimientos que nos entusiasman en la región. Y vemos con interés iniciativas como UpLink, una comunidad y plataforma digital respaldada por el Foro Económico Mundial donde emprendedores podrán interactuar con sus pares y posibles socios. Con UpLink, empresas como Loggi podrán compartir conocimientos y ayudar a acelerar el desarrollo de otros nuevos emprendimientos en América Latina.
Creemos que los actores clave en los diferentes ecosistemas nacionales de startups deben fomentar un diálogo regional más sólido —principalmente entre nuevas empresas, pero también entre inversionistas, líderes del sector público y universidades— para intercambiar perspectivas sobre desafíos comunes como el financiamiento, la contratación de talento, el mejoramiento de las políticas públicas y la expansión hacia los mercados externos.
Aceleradores como NXTP Labs, el inversor más activo de América Latina en las fases iniciales de las empresas de tecnología, también pueden desempeñar una función clave, ayudando a las empresas emergentes a aprovechar nuevas oportunidades en otros países de la región y el extranjero y compartir sus experiencias.
Argentina, por ejemplo, se ha convertido en un centro para empresas de tecnología agrícola que desarrollan nuevas herramientas para mejorar la productividad en la agricultura, entre ellas S4, una firma que usa imágenes satelitales para mejorar los rendimientos de los cultivos. El acceso de NXTP a una comunidad internacional de empresarios e inversionista de ideas afines desempeña un rol importante al asegurar que los esfuerzos pioneros de Argentina en nuevas tecnologías agrícolas lleguen a otros países de América Latina que tienen una necesidad urgente de mejorar su sector agrícola.
Otro ejemplo es Laboratoria, un emprendimiento educativo en Perú que enseña programación a mujeres de bajos ingresos y que es un modelo para nuevas empresas que buscan expandirse internacionalmente. Laboratoria -al igual que Digital House, de Argentina- forma parte de una ola de nuevos centros de formación donde los jóvenes aprenden habilidades tecnológicas de gran demanda en el sector privado. El impacto de Laboratoria no se limita a Perú, pues también opera en México y Chile, donde enseña a las mujeres habilidades muy escasas en la fuerza laboral de estos países. Latinoamérica necesita más ejemplos como éstos para que las soluciones más innovadoras puedan adoptarse en los lugares donde se necesitan. Y el apoyo necesario para que puedan crecer y tengan impacto.
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Andrea Willige
11 de noviembre de 2024