Tecnologías emergentes

Los tres idiomas del futuro

Japan's Omron Corp. demonstrates a table tennis playing robot at CEATEC (Combined Exhibition of Advanced Technologies) JAPAN 2016 at the Makuhari Messe in Chiba, Japan, October 3, 2016.   REUTERS/Toru Hanai - RTSQI3U

Image: REUTERS/Toru Hanai - RTSQI3U

Guillermo Dorronsoro
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Tecnologías emergentes

No, no me refiero ni al inglés, ni al alemán, ni al chino.

Es pronto para saber en qué momento la traducción automática (MT -Machine Translation-, si quieres buscar en Google) hará innecesario el aprender ese “tipo de idiomas”. Bastará con ponerse un auricular para escuchar en nuestra propia lengua a nuestro interlocutor, o pulsar un botón para que un texto en cualquier idioma quede traducido al instante al nuestro. ¿Ha probado el nuevo GNMT – Google Neural Machine Translation? ¿O has visto el video de Pilot?

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Lo que no es tan aventurado es afirmar que ese momento llegará en un futuro no muy lejano. La inversión en Inteligencia Artificial está creciendo exponencialmente, y la globalización ha convertido la traducción en una oportunidad de negocio que atrae una parte no pequeña de esta inversión hacia las startups que desarrollan soluciones cada vez más perfectas. Es cuestión de tiempo…

En el futuro, aprender lenguas vivas tendrá una utilidad parecida a la que tiene ahora aprender lenguas muertas. Aprenderemos inglés por el placer de leer a Shakespeare en sus propias palabras (o al último Premio Nobel…). Algo reservado a personas que decidan cultivar esa dimensión del conocimiento, pero desde luego no algo imprescindible para desarrollar una carrera profesional, o moverse por el mundo.

¿De qué idiomas hablo entonces? Pues la idea tiene que ver precisamente con el auge de los robots y la inteligencia artificial. Los tres idiomas en los que trato de educar a mis hijos son el idioma de las máquinas, el idioma de las personas, y el idioma de la trascendencia.

Lo de aprender el idioma de las máquinas se entiende fácil. Durante las próximas décadas, más y más actividades van a ser desarrolladas por máquinas, en el hogar y en el trabajo, así que mejor saber entenderse con ellas. Seguro que invertimos mucho en mejorar cada vez más el interfaz hombre – máquina, pero seguro también que las máquinas tendrán una forma característica de relacionarse, no siempre a medida de nuestra lógica y nuestro lenguaje (si has desembalado recientemente cualquier dispositivo digital, no necesito ampliarte esta información).

No todos tendremos que aprender a programar, pero probablemente todos tendremos que aprender a convivir con “estos trastos”. La cultura digital se va convirtiendo en imprescindible, algo que en nuestros sistemas educativos formales todavía no hemos reconocido (por fortuna, los youtubers y los influencers van cubriendo razonablemente el hueco).

El tema es que no tenemos que perder la cabeza con esto de lo digital, y es muy importante que sigamos dedicando espacio a aprender cómo relacionarnos de una manera más satisfactoria con el resto de los seres humanos (de aquí a fin de siglo, pasaremos de ser 7.000 Millones a casi 11.000, cada vez más concentradas en mega-ciudades, así que también será relativamente frecuente encontrarnos con personas).

Y lo característico de los seres humanos no será tanto si hablamos una lengua u otra, porque todos seguiremos hablando el idioma común de las emociones. Un idioma al que tampoco dedicamos demasiado espacio en el sistema educativo, que no nos prepara adecuadamente para conocer y gestionar las emociones de los demás, y menos todavía para conocer y gestionar las nuestras. En las Escuelas de Negocio lo llaman soft-skills, y el auge de lo digital nos está distrayendo de la importancia de esta segunda lengua…

Quizá el tercero de los idiomas, el de la trascendencia, te puede parecer el más inútil. En estos tiempos en el que las religiones cotizan a la baja, y en el que muchos ven en los avances científicos la prueba irrefutable de que no somos más que un fruto del azar y la bioquímica, no es fácil apostar por el idioma de la profundidad.

Sin embargo, si piensas en ello, a medida que la inteligencia artificial vaya avanzando inexorablemente en este siglo ¿qué nos quedará a las personas? ¿qué sentido tendrá apostar por nosotros, cuando haya seres artificiales con capacidades que nos superen?

No son pocos los autores de ciencia ficción que relatan ese preciso momento en el que los seres humanos pasaremos el testigo de la evolución a seres híbridos o completamente artificiales (igual que en unos pocos años, les cederemos el asiento del conductor en nuestros vehículos). Según ellos, la especie humana desaparecerá tal y como hoy la conocemos, y empezaremos la etapa post-humana.

Tanto si es así, como si no, haríamos bien en pensar despacio lo que nos hace humanos, afianzarnos en ello. Si algo queda de nosotros después de este Siglo de la Inteligencia Artificial, nos conviene que sea precisamente eso…

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