De São Paulo a Davos: La hoja de ruta para impulsar las finanzas climáticas

Aumentar la financiación climática para alcanzar los objetivos globales no es no solo una necesidad ambiental, sino también económica. Image: Edson Junior/Unsplash
- La COP30 ha sido calificada como la "COP de la implementación", pero persiste la incógnita sobre cómo movilizar capital para proyectos de crecimiento alineados con la acción climática.
- Como se destacó en São Paulo (Brasil), ampliar la financiación climática para alcanzar los objetivos globales no es solo una necesidad ambiental, sino también económica.
- Ha llegado el momento de que los gobiernos, las instituciones financieras y los inversionistas privados pasen de la ambición a la inversión en la acción climática.
Las actividades de la COP30 se han extendido por todo Brasil, desde Río de Janeiro hasta São Paulo y, finalmente, Belém. Mientras las negociaciones formales avanzaban en Belém, São Paulo se convirtió rápidamente en el punto de encuentro de lideres empresariales y financieros.
La cuestión de cómo movilizar capital para proyectos alineados con la acción climática fue el tema central de las conversaciones durante la conferencia de la iniciativa Principios para la Inversión Responsable de la ONU (UN PRI, por sus siglas en inglés), celebrada del 4 al 6 de noviembre.
Según las cifras de la Iniciativa de Finanzas Climáticas (Climate Finance Initiative), la financiación climática mundial se ha más que duplicado en los últimos seis años, pero los flujos de capital deben acelerarse para cerrar la brecha de inversión, especialmente en los mercados emergentes y las economías en desarrollo.

El mensaje de la conferencia de la ONU fue claro: las herramientas existen y hay un gran interés por pasar a la acción. Lo que se necesita ahora es una implementación coordinada, un esfuerzo conjunto entre gobiernos, instituciones financieras multilaterales e inversionistas privados para pasar de la ambición a los flujos de capital.
Esto es lo que debe suceder para lograr esta visión.
Alinear la financiación para el desarrollo con la financiación climática
Financiación climática no es solo una cuestión de desarrollo, sino también de riesgo financiero global. Si bien la financiación para el desarrollo y la financiación climática se consideraban antes agendas separadas, ambas se enfrentan al mismo desafío estructural: la fragmentación. Los sistemas que las sustentan están dispersos entre múltiples fondos, mecanismos e instituciones que operan con objetivos solapados, pero con procedimientos y plazos diferentes.
Esta falta de coherencia ralentiza la ejecución y aumenta los costos, lo que impone la mayor carga a los países que más necesitan apoyo. Cada nueva declaración o coalición genera impulso, pero a menudo sin las vías institucionales necesarias para su ejecución. El resultado es que incluso las iniciativas bienintencionadas compiten por atención y capacidad, mientras que las oportunidades de alineación y expansión siguen sin aprovecharse suficientemente.
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Los debates en la iniciativa Principios para la Inversión Responsable, una organización mundial creada con las Naciones Unidas, reflejaron un reconocimiento cada vez mayor de que el progreso depende de armonizar estos sistemas paralelos dentro de una arquitectura coherente, y de un entendimiento común de que el progreso no vendrá de nuevos canales de financiamiento, sino de conseguir que los existentes funcionen de manera conjunta.
La alineación depende de la claridad: quién lidera, quién facilita y cómo colaboran las diferentes instituciones. Una vez que esto quede claro, la atención debe centrarse en desarrollar iniciativas que funcionen como ecosistemas, y no como iniciativas aisladas.
'Quién puede hacer qué' en las finanzas climáticas
Gran parte del diálogo mundial sobre las finanzas climáticas ha girado en torno a la identificación de obstáculos y desafíos. Se ha dado prioridad al debate sobre "quién debe hacer más" en lugar de "quién puede hacer qué". En lugar de expandir la lista de necesidades, ahora hay que centrarse en aprovechar y armonizar las capacidades.
Si bien la categoría de inversionistas privados se utiliza a menudo como un término único, abarca un amplio espectro de actores con objetivos, incentivos y apetitos de riesgo muy diferentes. Los fondos de pensiones buscan rendimientos estables a largo plazo. Los bancos comerciales dependen de marcos políticos predecibles. El capital de riesgo busca innovación y crecimiento. Las aseguradoras pueden actuar tanto como financiadoras como gestoras de riesgos. Reconocer estas diferencias es esencial para diseñar soluciones que funcionen.
Los seguros ofrecen uno de los ejemplos más claros: en varios debates celebrados este año, se ha identificado a los seguros como una palanca fundamental para desbloquear el capital privado. Sin embargo, su potencial sigue sin aprovecharse plenamente.
Las partes interesadas reclaman un mayor papel de las aseguradoras en la reducción del riesgo de inversión. Sin embargo, su integración en el desarrollo de los proyectos rara vez ocurre con la antelación necesaria para que sean eficaces. En la conferencia de Principios para la Inversión Responsable de las Naciones Unidas, varios ponentes destacaron que, a menudo, los seguros se incorporan después de que las estructuras de financiación ya están establecidas.
Involucrar a las aseguradoras en una fase temprana del diseño de proyectos les permitiría aplicar su experiencia en materia de riesgos desde el principio, mejorando la estructura de los proyectos y, en última instancia, haciéndolos más atractivos para los inversores. Al comprender las capacidades de cada una y coordinarse en la fase adecuada del proyecto, las partes pueden crear un entorno que fomente la participación y logre una distribución más eficaz de los riesgos.
Ahora la prioridad es definir con precisión esas funciones y crear mecanismos que las conecten en la práctica. El camino a seguir está claro: construir un ecosistema que permita que cada actor haga lo que mejor sabe hacer, en la fase adecuada.
Estandarizar para facilitar el flujo de capital
El siguiente paso para aumentar los flujos de capital es la estandarización. El progreso dependerá menos de nuevos mecanismos y más de aplicar lo que ya funciona, de manera consistente y a gran escala. Estandarizar hace posible replicar: permite adaptar modelos exitosos a diferentes mercados, instituciones y regiones.
Para alcanzar ese nivel de estándar se requieren transparencia y comparabilidad. Los inversionistas solo pueden replicar y ampliar lo que pueden medir y comparar. Contar con datos confiables y accesibles, así como con modelos compartidos para contratos, diligencia debida y evaluaciones crediticias, reduce los costos de transacción y genera confianza en los resultados. En conjunto, estos elementos sientan las bases para convertir proyectos individuales en carteras replicables y atractivas para la inversión institucional.
Los participantes en la conferencia UN PRI señalaron plataformas emergentes como el proyecto GAIA del Fondo Verde para el Clima, que ofrece préstamos a largo plazo para proyectos de mitigación y adaptación en 19 países vulnerables al clima y sirve como modelo replicable para futuras plataformas de inversión.
Impulsar las discusiones sobre finanzas climáticas desde la COP30 hasta Davos
La prioridad ahora es fortalecer los estándares entre las instituciones y ampliar lo que funciona, convirtiendo los enfoques probados en la norma y no en la excepción.
La próxima Reunión Anual del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, será el primer gran foro público-privado global después de la COP30 y proporcionará una plataforma adicional para fortalecer la colaboración entre gobiernos, empresas y la sociedad civil en materia de finanzas climáticas.
Desde la Amazonia brasileña hasta los Alpes suizos, el mensaje es el mismo. Ampliar las finanzas climáticas no es solo una necesidad ambiental, sino también económica. El siguiente reto es hacer que el capital se mueva a la velocidad y en la escala que el planeta exige.
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