Opinión
¿Nuestra obsesión por la innovación tecnológica está provocando un déficit de humanidad?

La sociedad debe reconocer colectivamente las oportunidades que ofrece la innovación y los riesgos que plantea una tecnología sin control. Image: Jay Chen/Unsplash
- Los avances tecnológicos, especialmente desde la llegada de la inteligencia artificial, han sido impulsados por muchos intereses en los últimos años, pero entre ellos no se encuentra el ser humano.
- La sociedad está experimentando un "déficit de humanidad": una brecha cada vez mayor entre dar prioridad a la innovación y olvidarse de lo que significa ser humano.
- A menos que reconozcamos colectivamente los riesgos que una tecnología sin control supone para la humanidad y la evolución humana, corremos el riesgo de no poder revertir su curso.
En los últimos diez años, nos hemos centrado en la carrera tecnológica, compitiendo obsesivamente por el dominio de la inteligencia artificial, sin preguntarnos: ¿a quién sirve realmente la tecnología y a qué costo para la humanidad y la evolución de nuestra sociedad futura?
En este momento, el progreso tecnológico está impulsado por muchos intereses, pero entre ellos no se encuentra el ser humano.
Durante demasiado tiempo, hemos alabado el avance tecnológico argumentando que incrementa la productividad humana, aumenta la conectividad y mejora la calidad de vida. Sin embargo, en muchos aspectos, ha ocurrido lo contrario.
Hoy en día, nos enfrentamos a una grave crisis de salud mental, una epidemia mundial de soledad, más polarización tanto en línea como fuera de línea y una disminución de la productividad humana a nivel global.
De hecho, las investigaciones muestran que los niveles de productividad humana han ido disminuyendo desde finales de la década de 1990 y principios de la de 2000. Más de la mitad de la desaceleración del crecimiento mundial se ha producido desde la crisis financiera mundial de 2008.
Quizá no sea una coincidencia que este descenso haya comenzado con el auge de las puntocom y se haya acentuado a medida que hemos ido adoptando la tecnología en nuestra vida cotidiana para resolver los problemas que la tecnología misma había creado.
Por eso considero que la sociedad está experimentando un "déficit de humanidad": una brecha cada vez mayor entre dar prioridad a la innovación tecnológica y olvidarse de lo que significa ser humano. La manipulación de los algoritmos, los diseños adictivos y los modelos de negocio basados en la economía de la atención no están potenciando el potencial humano, sino agotándolo.
La tecnología está cambiando las interacciones humanas
Desde la inteligencia artificial generativa, las redes sociales y las citas online hasta el aprendizaje remoto, los videojuegos y el teletrabajo, el ritmo y la magnitud de los avances tecnológicos están cambiando la forma en que las personas interactúan. Lo más preocupante es que nuestros hijos, la primera generación que crece en un mundo totalmente mediado por pantallas, están pagando el costo más alto.
Ya estamos viendo las consecuencias. Los estudios han demostrado que los niños de hoy pasan más tiempo conectados a Internet que interactuando presencialmente con sus familias, amigos y compañeros.
Todo esto está contribuyendo a la pérdida de habilidades esenciales para la vida, como la inteligencia emocional, la resiliencia y la capacidad de cultivar y comprometerse con las relaciones personales y, lo que es más importante, la capacidad de acción humana.
Este cambio – que denominamos "cambio humano" – marca un profundo punto de inflexión en nuestra evolución como individuos y como sociedad.
La tecnología que prometía ofrecernos a nosotros y a nuestros hijos un futuro más brillante está causando que todos estemos más desconectados, más solos y con dificultades para prosperar en el mundo real. Esta sobrecarga digital está agotando nuestros recursos emocionales y cognitivos y disminuyendo nuestro potencial.
Una campaña que destaca el impacto de los dispositivos digitales en los niños
Por eso he lanzado Human Change, una campaña global que reúne a académicos, científicos, especialistas en ética tecnológica, psicólogos, padres y educadores con el objetivo de combatir la epidemia de soledad y adicción a las pantallas para garantizar una infancia positiva y salvaguardar el futuro de nuestra sociedad.
Presentada en la Reunión Anual del Foro Económico Mundial de 2024 en Davos, Human Change reúne a expertos comprometidos con la sensibilización sobre el impacto de los dispositivos digitales en el desarrollo cognitivo de los niños.
Promocionamos y conectamos a los agentes del cambio y pioneros que investigan, estudian e impulsan cambios positivos en sus campos. Apoyamos su trabajo, amplificamos sus voces y los acercamos a los líderes mundiales, desde gobiernos hasta empresas.
Este año, volvimos al famoso Promenade de Davos con un impacto aún mayor. Desde el especialista en ética tecnológica y cofundador del Center for Humane Technology, Tristan Harris, hasta el psicólogo social Jon Haidt, autor de The Anxious Generation, nuestro hub se convirtió en el lugar donde plantear preguntas fundamentales: ¿En qué medida la tecnología está cambiando lo que significa ser humano y qué implica eso para el futuro de nuestros hijos?
Al igual que muchos movimientos globales, hacemos un llamamiento a los líderes de gobierno, tecnólogos, responsables políticos, padres y jóvenes para que reflexionen y se pregunten: ¿hacia dónde queremos ir?
Muchos padres y educadores ya están tomando medidas: retrasar la compra de teléfonos inteligentes para sus hijos, limitar el tiempo de uso de pantallas y redes sociales, y prohibir los móviles en las escuelas. Pero retrasar la compra de los dispositivos no es la solución. También debemos fomentar la resiliencia, el pensamiento crítico y la inteligencia emocional en nuestros hijos para ayudarles a prosperar en un futuro más digital.
Normativas como la Ley de Seguridad en Línea del Reino Unido o la Ley de Servicios Digitales de la UE también son un buen punto de partida. Pero hasta que los gobiernos impongan a las empresas tecnológicas la obligación de actuar con diligencia, estas seguirán apostando por la innovación sin tener en cuenta su impacto en los niños.
Las empresas tecnológicas deben cambiar radicalmente sus modelos de negocio para dar prioridad a la seguridad y el bienestar de los niños en sus diseños. Un enfoque realmente centrado en el usuario a la hora de desarrollar productos puede contribuir en gran medida a cambiar la forma en que las personas interactúan con la tecnología. Las empresas deben demostrar que sus aplicaciones y dispositivos no son adictivos y no comprometen el desarrollo de habilidades para la vida de los niños.
Pero, ante todo, debemos comprender cómo una infancia excesivamente digitalizada está socavando la capacidad de la próxima generación para mantener las estructuras cívicas democráticas del futuro. Sin reconocer el daño que estos dispositivos están causando a nuestros hijos, será casi imposible revertir esta trayectoria.
La tecnología debe estar al servicio de la humanidad, y no al revés
Las empresas tecnológicas que estén dispuestas a aceptar los cambios se beneficiarán a largo plazo, mientras que aquellas que no lo hagan se arriesgarán a sufrir demandas judiciales y daños a su reputación por el mal que hayan causado. Estas empresas deben garantizar que la tecnología esté al servicio de la humanidad, y no al revés.
Y lo que es más importante, necesitamos volver a los valores humanistas y a la familia como principal estructura social de nuestras sociedades. Hay iniciativas como Life Calling, de John Mack, que nos recuerdan a todos lo que significa ser humano y cómo redefinirnos en la era digital.
Del mismo modo, la Royal Society of Arts crea espacios para que los niños vuelvan a conectar con la naturaleza y la comunidad, contribuyendo a reconstruir un sentido de identidad con resiliencia. Ya sea pasando tiempo en la naturaleza, jugando con imaginación o fomentando y cultivando relaciones personales con nuestras familias y comunidades sociales, solo podemos preservar la humanidad si la ponemos en primer lugar.
¿Qué está haciendo el Foro Económico Mundial para aumentar la inteligencia digital de la población infantil?
Al fin y al cabo, si no reconocemos colectivamente los riesgos que una tecnología sin control supone para la evolución humana, no podremos revertir su curso. El cambio humano ya se está produciendo, pero solo juntos podremos preservar la humanidad.
Si no lo hacemos por nosotros mismos, hagámoslo por nuestros hijos. Ellos son nuestro futuro.
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