El "precariado de la IA": un riesgo global ignorado

Cuando somos jóvenes, soñamos con lo que queremos ser cuando crezcamos. Pero en la era de la IA, muchos de esos sueños están siendo reescritos —o borrados—. Incluso para quienes ya están construyendo una carrera o firmemente establecidos en su campo, la IA está cambiando silenciosamente las reglas. La conversación global se ha centrado principalmente en las ganancias de productividad, la ventaja competitiva y la regulación; algunos celebran el potencial de la IA para crear nuevos empleos. Pero ¿qué pasa con quienes quedan en los márgenes? El costo psicológico del desempleo repentino impulsado por la IA sigue en gran medida sin abordarse. ¿Quiénes seremos sin nuestro trabajo?

Es hora de enfocarse en la crisis global de identidad ocupacional que se avecina: la pérdida de propósito, estructura y pertenencia social que ocurre cuando el trabajo desaparece. Esto acelerará el surgimiento de lo que el economista Guy Standing acuñó en 2011 como el “precariado”: una clase definida por la inseguridad, la exclusión y la ansiedad. La versión actual de esto, lo que denominó “el precariado de la IA”, no estará simplemente desempleada o subempleada. A medida que los ingresos desaparezcan, la identidad y el sentido también podrían desvanecerse, con consecuencias reales para la salud mental.

En mi trabajo de los últimos dos años, he destacado esta crisis de identidad ocupacional impulsada por la IA como un punto ciego en la planificación de riesgos globales. Más recientemente, en el retiro de la Red Global de Prospectiva del Foro Económico Mundial, de la cual soy miembro, este tema generó un debate urgente. En resumen: la crisis de identidad es real y está subestimada.

Las predicciones sobre las tasas de desempleo y el calendario varían. Algunos líderes tecnológicos, como Jensen Huang de Nvidia, sostienen que la IA creará más y “mejores” empleos. Otros son menos optimistas. El CEO de Anthropic, Dario Amodei, ha advertido que la IA podría eliminar la mitad de todos los empleos administrativos de nivel inicial en un plazo de entre uno y cuatro años. El FMI advierte que el 60 % de los empleos ya están expuestos a la IA en las economías avanzadas y el 40 % en los mercados emergentes. El índice de exposición ocupacional del Banco Interamericano de Desarrollo encuentra que 980 millones de empleos en todo el mundo enfrentan un alto riesgo de disrupción en el próximo año. Y el Informe sobre los Empleos del Futuro 2025 del Foro Económico Mundial revela que, debido a la IA, el 41 % de los empleadores tiene la intención de reducir su fuerza laboral para 2030.

Estas cifras reflejan la disrupción económica. Pero rara vez conectamos los puntos con lo que sucede después: cuando millones pierden no solo ingresos, sino también el ancla que brinda el trabajo. ¿Qué pasa cuando nuestra educación o años de experiencia laboral ya no importan tanto? Muchos podrían enfrentar una dura elección: apresurarse a “aprender IA” para seguir siendo relevantes, o derivar hacia una nueva clase, sin saber con certeza dónde encajar en la economía de la IA. A medida que algunas profesiones se vuelvan obsoletas, muchos se sentirán rezagados. Esto podría derivar en una ira recurrente contra los gobiernos.

Esta disrupción no llegará de una sola vez; vendrá en oleadas:

Oleada 1: La automatización tradicional sigue desplazando empleos rutinarios, manuales y de servicios.

Oleada 2: La IA generativa ya está transformando la creación de contenidos, las tareas cognitivas rutinarias y el trabajo de conocimiento repetitivo en sectores como marketing, derecho, finanzas y tecnología.

Oleada 3: La IA agéntica ya está ejecutando tareas de múltiples pasos sin intervención humana, impactando empleos en recursos humanos, investigación de mercados y soporte de sistemas tecnológicos. Eventualmente podría reemplazar cargos de nivel medio y gerenciales, reestructurando organizaciones enteras.

Oleada 4: La inteligencia artificial general (IAG) podría realizar la mayoría de las tareas cognitivas hacia 2030, volviendo obsoletas profesiones enteras. La superinteligencia artificial (SIA) podría seguir, superando las capacidades humanas.

Cada oleada desplazará a otro segmento de la población trabajadora global. El desafío no es solo cómo volver a emplear a las personas, sino cómo ayudarlas a adaptarse a un futuro donde sus habilidades o identidades previas pueden dejar de ser relevantes. En cierto modo, ya hemos visto esto antes. Desde la Gran Bretaña post-carbón hasta los pueblos estadounidenses post-industriales, cuando los medios de vida desaparecieron, para muchos la salud mental se deterioró, aumentó la adicción y el extremismo político encontró terreno fértil. La ola de la IA podría replicar esas dinámicas, pero a escala global y a un ritmo mucho más rápido. Incluso podría derivar en una reacción contra la tecnología.

¿Estamos preparados? Muchos gobiernos y empresas han invertido fuertemente en estrategias de IA centradas en la innovación, la educación y la capacitación, y eso importa. Pero pocos se están preparando para las demandas psicológicas que se avecinan. ¿Quién abordará los desafíos únicos del precariado de la IA: el duelo por la pérdida de una profesión, la posible alienación de la sociedad y la eventual ruptura de la confianza cívica?

Un nuevo contrato social centrado en lo humano en la era de la IA debe valorar la dignidad y la identidad tanto como el empleo. Eso significa:

• Acceso universal a la atención de la salud mental

• Redes de protección social reinventadas

• Esfuerzos concretos con ingreso básico, estipendios cívicos o garantías de empleo

• Aprendizaje de por vida acompañado de pertenencia de por vida

Esto también significa reconocer la pérdida de identidad ocupacional como un riesgo global real, no como un efecto secundario. Debe integrarse en los planes de transición laboral, y no dejarse a las familias e individuos manejarlo solos.

Dos ideas que podríamos poner a prueba:

• Laboratorios del precariado: Centros intersectoriales donde gobiernos, empresas y sociedad civil prueben intervenciones para quienes están en riesgo de perder empleos por la IA. Integrarían atención de salud mental, recualificación y construcción de comunidad para preservar medios de vida e identidad.

• Ingreso básico universal enfocado en el propósito: Una evolución del ingreso básico universal diseñado para restaurar propósito, pertenencia y sentido fuera del empleo formal —a través de proyectos cívicos, actividades creativas o redes de intercambio de habilidades.

Quizás también necesitemos una nueva métrica global: un Índice de Ansiedad por la IA, para rastrear cómo el desplazamiento ocupacional afecta el bienestar mental en distintas sociedades, y ayudar a orientar intervenciones a tiempo.

El precariado de la IA quizá no genere titulares como los acuerdos multimillonarios de chips o los modelos de vanguardia. Pero moldeará el terreno político, social, económico y de seguridad de la próxima década. Si queremos que la IA sea recordada como una herramienta para el florecimiento humano, en lugar de una alienación masiva, debemos comenzar a planificar, no solo para los empleos que la IA creará, sino también para los sueños que podría borrar.