Naturaleza y Biodiversidad

Por qué debemos adoptar un enfoque de startup para proteger la naturaleza

El interés por formas innovadoras de financiar la naturaleza está aumentando.

El interés por maneras innovadoras de financiar la naturaleza está aumentando, pero los proyectos no son viables para la inversión. Image: Getty Images/iStockphoto

Ben Guillon
CEO, Conservation Investment Management
Genevieve Bennett
Director, Communications, Forest Trends
  • La mayoría de los proyectos de conservación no generan flujo de caja, no porque no tengan valor ecológico, sino porque no fueron pensados en función de la demanda del mercado.
  • Herramientas como los créditos de biodiversidad y las plataformas blockchain se basan en supuestos atractivos, pero sin probada eficacia, por lo que las soluciones a menudo no atraen compradores.
  • Podemos aplicar un enfoque de 'venture studio' a la naturaleza: combinar ciencia, herramientas y negocios para crear soluciones escalables y viables para la inversión.

El interés por formas innovadoras de financiar la naturaleza está aumentando rápidamente. Grupos conservacionistas, financieros y responsables políticos compiten por desarrollar créditos de biodiversidad, mercados impulsados por tecnología blockchain y bonos vinculados a la naturaleza para movilizar miles de millones de capital privado.

Gigantes como BlackRock y KKR citan el capital natural como un tema estratégico. El mercado voluntario de carbono ha negociado más de 11 000 millones de dólares en créditos desde su creación. Los signatarios del Grupo de Trabajo sobre Divulgación de Información Financiera relacionada con la Naturaleza representan 17,7 billones de dólares en activos bajo gestión.

Sin embargo, la brecha de financiación persiste. Aunque hay capital disponible y el interés va en aumento, el flujo de dinero real destinado a la conservación sobre el terreno sigue siendo muy limitado.

¿Por qué? La respuesta es aparentemente sencilla: la mayoría de los proyectos de conservación no son viables para la inversión. No porque no sean importantes, sino porque no se diseñaron pensando en los clientes.

El capital está listo, el flujo de caja no

El capital privado sigue los flujos de caja, no las buenas intenciones. Es posible que los filántropos financien un proyecto ecológico atractivo. Sin embargo, los inversores necesitan recuperar su inversión, normalmente a través de los ingresos del proyecto. Y los ingresos solo se generan cuando alguien está dispuesto a pagar por el valor ambiental creado.

Un proyecto sin clientes que paguen por él puede conseguir subvenciones o premios, pero no atraerá capital en busca de rentabilidad. Esta desconexión es el núcleo del cuello de botella de la financiación de la naturaleza. Los inversores están dispuestos. Hay proyectos en abundancia. Pero muy pocos están estructurados en torno a consideraciones económicas sobre quién paga, por qué y cuánto. He aquí el motivo:

La trampa de la utopía

Muchos esfuerzos caen en la trampa de la utopía. Como en la película Campo de Sueños, en la que un granjero interpretado por Kevin Costner y guiado por una voz misteriosa construye un campo de béisbol que atrae a los fantasmas de jugadores legendarios, muchos proyectos creen que basta construir y el capital arribará.

Estos proyectos parten de una necesidad ecológica real, por ejemplo, una cuenca hidrográfica degradada o una especie amenazada. Profesionales del sector desarrollan planes de intervención basados en la ciencia. Solo entonces intentan adaptar un modelo financiero, con la esperanza de que el valor resulte evidente para los clientes o los inversores.

Pero la lógica ecológica no garantiza la lógica financiera. Para una empresa de servicios de agua, la degradación de una cuenca hidrográfica puede ser un costo manejable, no una crisis. Una empresa podría considerar que la pérdida de biodiversidad es trágica, pero no crucial para sus operaciones. Sin tener un cliente claro que esté dispuesto y pueda pagar, incluso el proyecto mejor diseñado se estanca o sobrevive a base de subsidios.

La trampa de la herramienta antes del problema

La segunda trampa consiste en crear la herramienta antes de confirmar el problema. Estos errores a menudo surgen de supuestos bienintencionados, pero no probados. Cuando la adopción de un mecanismo es lenta, rara vez se debe a que sea defectuoso. Por el contrario, a menudo se debe a que se ha interpretado mal la necesidad del cliente.

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Tomemos como ejemplo los créditos de biodiversidad. Muchos asumen que las empresas no financian la conservación porque los resultados no están estandarizados ni son negociables. Por lo tanto, crean sistemas de créditos esperando que la demanda se materialice. Pero si la verdadera barrera es la falta de regulación, o si la propuesta de valor no es convincente, por mucho que se refine el diseño, no habrá solución.

Las plataformas blockchain siguen un patrón similar. Asumen que los mercados están estancados debido a la opacidad o la centralización. Pero los compradores pueden estar limitados por ciclos presupuestarios o trámites burocráticos, no por la falta de transparencia.

Las herramientas no crean mercados. Los clientes sí.

Identificar las señales del mercado

Es fácil confundir el entusiasmo de los inversores con el impulso real. No obstante, a menos que exista una demanda clara por parte de los clientes, este entusiasmo rara vez se traduce en dólares. Los inversores pueden asistir a eventos, hacer compromisos públicos e incluso participar en proyectos piloto. Sin embargo, lo que están haciendo es apostar por flujos de caja futuros, no crearlos.

Las señales reales del mercado provienen de los clientes que pagan: entidades que comprometen fondos reales para obtener resultados ambientales. Sin ese compromiso, el interés de los inversores tiende a desvanecerse cuando llega el momento de la diligencia debida.

Las complejas herramientas de financiación —financiación mixta, bonos verdes, modelos de pago por resultados— también pueden crear una falsa sensación de confianza. Pero solo aportan valor si permiten acceder a nuevos recursos, transferir el riesgo o acelerar la ejecución. Si el modelo de ingresos no es sólido, estas herramientas no son más que filantropía disfrazada con envoltorios más elegantes.

Empezar por el fin: el cliente

La primera pregunta en materia de financiación de la conservación no debería ser «¿cómo financiamos esto?», sino «¿quién se beneficia exactamente y por qué pagaría?».

El capital privado solo fluye cuando alguien ve valor y está dispuesto a financiarlo. Ese valor varía en función del comprador:

  • Una empresa de aguas podría pagar para no tener que construir una nueva planta de tratamiento.
  • Una empresa alimentaria podría pagar para garantizar el suministro de agua a sus agricultores.
  • Una agencia pública podría pagar para cumplir requisitos de resiliencia o biodiversidad.

Cada caso depende de un beneficio concreto y de unas condiciones claras para actuar. Sin ambas cosas, la financiación fracasa.

Tratar la conservación como una startup

Si queremos atraer financiación privada, debemos tratar los proyectos de conservación como si fueran empresas. Lo primero es descubrir quiénes son los clientes potenciales: quiénes se benefician, qué es lo que valoran y qué están dispuestos a pagar.

A continuación, no hay que crear la solución perfecta, sino una oferta mínima viable: la versión más pequeña y creíble de un proyecto que permita evaluar la demanda. Puede tratarse de un crédito simulado, un proyecto piloto de restauración o una simulación visual del impacto futuro.

El objetivo no es perfeccionar la ecología, sino validar el modelo económico. Los fracasos son información. Si la propuesta de valor no funciona, hay que cambiar de rumbo. Si los clientes se comprometen, hay que ampliar. Este ciclo de construir, medir y aprender reduce el desperdicio, acelera el conocimiento y fundamenta la conservación en la realidad del mercado.

Un venture studio para la naturaleza

Los venture studios han cambiado la forma en que se crean las startups, combinando capital con emprendedores y un proceso que se puede replicar para pasar de la idea al mercado.

Ese mismo enfoque puede facilitar la financiación de la naturaleza.

Un venture studio para la naturaleza parte de la demanda, no solo de la necesidad. Se estructura para generar tracción, prueba las propuestas de valor desde el principio y crea soluciones que ofrecen tanto resultados ecológicos como rendimiento financiero.

No sustituye a la financiación pública. Más bien, es un multiplicador de fuerzas cuando la lógica del mercado y los objetivos de conservación coinciden.

No todo debe monetizarse

No todos los proyectos de conservación deben buscar capital privado. Algunos resultados son bienes públicos, y la filantropía y las políticas públicas seguirán siendo esenciales.

No se trata de convertir la naturaleza en un producto financiero. Se trata de financiar lo que funciona.

Cuando la lógica del mercado y el valor ecológico coinciden, tenemos una oportunidad extraordinaria para crear soluciones que generen inversión, produzcan resultados y amplíen el impacto. El capital está listo. Ahora tenemos que atraerlo.

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