Naturaleza y Biodiversidad

Cambiar el futuro de la naturaleza: 5 principios para transformar la narrativa

Sendero en la selva tropical. Las historias pueden impulsar la acción en favor de la naturaleza.

Las historias pueden impulsar la acción en favor de la naturaleza. Image: Getty Images/iStockphoto

Lindsay Hooper
Chief Executive Officer, University of Cambridge Institute for Sustainability Leadership
Este artículo es parte de: Reunión Anual de los Nuevos Campeones
  • Si bien los datos, las regulaciones y las soluciones técnicas son fundamentales, no han sido suficientes para cambiar la percepción pública ni el comportamiento del mercado.
  • Los relatos que destacan beneficios concretos tienen más probabilidades de movilizar apoyo e inversiones.
  • Las personas suelen guiarse por quienes sienten cercanos, como productores locales o figuras públicas que pueden ayudar a naturalizar decisiones favorables para la naturaleza.

Durante años, los esfuerzos para proteger la naturaleza se han centrado en datos, normas y soluciones técnicas. Si bien son importantes, estas estrategias por sí solas no han bastado para cambiar conciencias, actitudes ni mercados.

Quienes impulsan campañas y acciones ambientales han sido clave para cuestionar los sistemas que dañan la naturaleza y alimentan la desigualdad, pero a menudo ponen el foco en lo que debemos dejar de hacer en lugar de en lo que podemos construir. Ese mensaje rara vez logra inspirar un apoyo amplio de la sociedad.

Ahora empieza a emerger una nueva voz: la de quienes desarrollan soluciones que favorecen a la naturaleza, desde la producción regenerativa de alimentos hasta la manufactura circular. Estas propuestas despiertan entusiasmo al mostrar lo que es posible, pero para ampliarlas a escala se necesitará una fuerte voluntad pública y política dispuesta a apostar por un futuro más limpio, verde y justo.

Los relatos cumplen un papel decisivo para hacer realidad ese futuro. Las historias que atrapan ayudan a que las personas adopten nuevas normas sobre cómo comemos, viajamos, construimos y vivimos. Tienen el poder de hacer que ideas desconocidas resulten creíbles y atractivas.

También vemos el poder de los relatos en quienes se oponen a la acción ambiental, cuando presentan a quienes impulsan el cambio como élites desconectadas de la realidad.

Un estudio de 2023 del Institute for Strategic Dialogue, que analizó más de 8.000 artículos periodísticos, reveló que términos como “histeria climática” y “élites” figuran entre las narrativas más presentes en contra del clima, lo que muestra cuán profundamente ha calado este enfoque en el discurso público.

Es hora de que quienes impulsan cambios positivos para el clima y la naturaleza usen la narrativa con audacia para inspirar, movilizar y abrir nuevas posibilidades. Aquí presentamos cinco principios clave para lograrlo.

Somos conscientes de que la brecha entre los precios de mercado y la realidad ecológica se está ampliando, y que se avecina una corrección importante.

1. Reformular la sostenibilidad como motor de prosperidad y resiliencia

La sostenibilidad suele presentarse como un sacrificio: aquello que debemos dejar de hacer o de consumir para evitar un desastre ambiental. Si bien los cambios en estilos de vida y medios de subsistencia son inevitables, este enfoque rara vez genera apoyo.

Para ganar impulso, es necesario alinear la acción en favor de la naturaleza con las prioridades geopolíticas actuales, dejando en claro que protegerla es esencial para la resiliencia y la prosperidad.

Más que apelar a razones morales para “salvar el planeta”, necesitamos relatos que presenten la restauración de la naturaleza como una estrategia para “salvarnos a nosotros mismos”, fundamental para la economía y la estabilidad.

El cambio solo ocurre cuando hay alternativas mejores a la vista. Por eso son importantes las historias sobre soluciones creíbles y replicables.

La reversión de la deforestación en Costa Rica mientras su economía seguía creciendo, o el canje de deuda por naturaleza de Ecuador, que trajo beneficios fiscales y para la biodiversidad, son ejemplos de que con los incentivos adecuados, el progreso favorable a la naturaleza es posible y replicable.

2. Impulsar el dinamismo del mercado

Los mercados se mueven por las expectativas, no solo por los fundamentos. Sin embargo, las finanzas vinculadas a la naturaleza aún se perciben como un nicho, de bajo retorno o excesivamente complejas, centradas en la conservación y no en la economía del futuro. Esto reduce la demanda, retrasa las inversiones y mantiene el statu quo.

A medida que la brecha entre los precios de mercado y la realidad ecológica se amplía —anticipando una corrección importante—, necesitamos relatos que expongan esta desconexión y muestren cómo quienes actúan primero no solo reducen riesgos, sino que ganan ventaja al moldear mercados y políticas, superando a los rezagados.

Los vehículos eléctricos ilustran este cambio: antes un producto de nicho, ahora son parte del mercado masivo, con nuevos líderes que escalan rápidamente. En la agricultura, las prácticas regenerativas ofrecen alternativas comercialmente viables a los insumos tradicionales, reduciendo emisiones y mejorando los rendimientos. Las tecnologías hídricas —desde el riego inteligente hasta los sistemas de reutilización— están atrayendo inversiones récord, combatiendo la escasez y fortaleciendo la resiliencia.

Al mismo tiempo, datos de la Bolsa de Valores de Londres muestran que la economía verde ya supera el crecimiento del producto interno bruto en muchas regiones, con una capitalización de mercado de 7,2 billones de dólares a principios de 2024.

El capital inteligente ya está en movimiento: el fondo soberano de Singapur, Temasek, se ha posicionado como uno de los inversores globales más activos en proteínas alternativas, mientras que China realiza inversiones estratégicas en iniciativas de economía circular y optimización del uso del suelo para alcanzar su meta de neutralidad de carbono para 2060.

La naturaleza no debe percibirse como una causa de élites, sino como una causa compartida y arraigada.

3. Hacer visibles los riesgos y reales las decisiones

Para muchos, la pérdida de la naturaleza sigue siendo un concepto abstracto. El colapso de los ecosistemas o un calentamiento de tres grados pueden parecer lejanos, especialmente para las poblaciones urbanas, cuya conexión con la naturaleza es limitada.

Las personas tienen dificultad para entender qué está en juego o cómo actuar si no sienten el riesgo de manera cercana, tanto visual como emocionalmente.

Películas como “Ocean” de David Attenborough combinan asombro y advertencia para evocar maravilla, pérdida y posibilidad, mostrando lo que tenemos, lo que estamos perdiendo y lo que aún podría salvarse.

Pero la visibilidad no basta. También necesitamos claridad sobre las decisiones que enfrentamos. No existe un camino sin concesiones. Algunas industrias se contraerán. Algunas regiones deberán avanzar más rápido. El relato debe ir más allá de cuestionar si podemos actuar, para enfocarse en cómo gestionamos la transición con transparencia, inclusión y rumbo definido.

4. Liderar desde el amor por la naturaleza y el orgullo por el lugar

Aunque las personas estén físicamente alejadas de la naturaleza, los lazos emocionales son profundos. Las investigaciones muestran que la memoria, la cultura y los medios mantienen vínculos simbólicos con los paisajes, moldeando la identidad y los valores, incluso en entornos urbanizados.

Hay ejemplos reales que reflejan esto. En el Reino Unido, la tala del árbol Sycamore Gap provocó un duelo nacional, a pesar de que pocos lo habían visto en persona. En Estados Unidos, la oposición a la mina Pebble en Alaska reunió un amplio apoyo de personas que nunca habían estado allí, motivadas por la preocupación por ecosistemas vírgenes y las poblaciones de salmón.

A nivel global, paisajes como la Amazonia, la Gran Barrera de Coral y el delta del Okavango generan preocupación, cuidado y acción más allá de las fronteras.

La naturaleza también trasciende la política. En Estados Unidos, una encuesta de 2024 mostró que el 94 % de los votantes apoyan la expansión de soluciones naturales para el clima, independientemente de su partido político. No es una causa de élites, sino algo arraigado, compartido y emocional.

Debemos contar historias que vinculen el cambio sistémico con la conexión personal —que hagan sentir orgullo por los paisajes, las comunidades y el papel que cada uno tiene en su protección. Como hemos visto de Colombia a China y Nueva Zelanda, el orgullo por el lugar no es solo sentimental, sino una fuerza poderosa para el cambio colectivo.

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5. Cambiar las expectativas y usar el relato para moldear normas

Las personas a menudo actúan no según sus creencias personales, sino según lo que perciben que otros esperan de ellas. El relato puede mostrar que los comportamientos positivos ya son comunes, cambiando las normas sociales y acelerando el cambio.

Debemos destacar a los “desviados positivos” y campeones inesperados. Son personas fuera de la burbuja ambiental que ya están modificando su comportamiento y haciendo que las elecciones favorables a la naturaleza se sientan normales, deseables o pragmáticas.

Estos mensajeros no necesitan ser famosos. A menudo, es la “mayoría sensata” —un agricultor, un comerciante local o un padre de escuela— quienes tienen mayor influencia. Cuando este grupo actúa, otros escuchan.

Sin embargo, las figuras públicas también importan. Por ejemplo, la sorprendente defensa de la agricultura regenerativa por Jeremy Clarkson en la televisión alcanzó a millones que quizás no verían un documental climático. O la estrella de Bollywood Vidya Balan, que impulsa campañas contra el plástico.

Su impacto no proviene de su experiencia, sino de su alcance cultural. Por eso necesitamos apoyar a mensajeros de todo tipo —líderes religiosos, docentes, artistas y voces mediáticas— no solo como portavoces, sino como narradores capaces de cambiar lo que se considera normal.

En un mundo volátil, el relato moldea cómo se percibe el riesgo, se cultiva la esperanza y se establece la legitimidad. Para transformar mercados y políticas, primero debemos cambiar la historia.

Lindsay Hooper es miembro del Consejo Global de Futuro sobre Capital Natural del Foro Económico Mundial, 2025-26. Para más información, visite el sitio web o contacte a la gerente del Consejo, Shivin Kohli.

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