La inclusión en los servicios financieros de EE. UU. está en su punto más alto, y la tecnología puede llevarnos más lejos

La tecnología impulsa la inclusión en los servicios financieros. Facilita la educación generalizada, la accesibilidad y la rentabilidad que antes estaban reservadas a unos pocos ricos, abriendo puertas y derribando barreras en todo el mundo.

Las herramientas digitales son fundamentales para lograr el impacto mundial necesario para apoyar a los más vulnerables. El G20 publicó una llamada a la acción en la que destacaba la importancia de "aprovechar las oportunidades que ofrece la tecnología para reducir costos, ampliar la escala y profundizar el alcance de los servicios financieros (que) serán fundamentales para lograr la inclusión financiera universal". Además, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) informó de que "la prestación digital, a pesar de sus retos específicos, puede facilitar la prestación efectiva de educación financiera, ampliar su alcance y contribuir a un cambio de comportamiento positivo."

La misión principal de Operation HOPE es ampliar las oportunidades económicas y hacer que la libre empresa funcione para todos. Como la mayor organización de educación financiera de Estados Unidos, sabemos que el éxito depende de crear oportunidades para que las personas se hagan cargo de su futuro financiero. Esto significa, cada vez más, conectarlos con herramientas tecnológicas.

La tecnología y las innovaciones en el sector de los servicios financieros han hecho posible el mercado financiero más accesible, inclusivo y de bajo costo que jamás haya existido en la historia de Estados Unidos. De la mano de esta accesibilidad está la necesidad de educación. Según el Pew Research Center: "Los activos tecnológicos están fuertemente ligados a la probabilidad de que las personas participen en el aprendizaje personal", con un 82% de la población adulta estadounidense con acceso a un teléfono inteligente y una conexión de banda ancha doméstica que ha realizado alguna actividad de aprendizaje personal en el último año. Esto nos dice que la tecnología no sólo ofrece la oportunidad de aumentar la educación financiera, sino que también puede ser la solución para impartir esos conocimientos.

Consideremos el informe del Banco Mundial que afirma que "la prestación de servicios financieros a través de innovaciones tecnológicas... puede ser un catalizador para la prestación y el uso de un conjunto diverso de otros servicios financieros, incluidos el crédito, los seguros, el ahorro y la educación financiera. Aquellos que ahora están excluidos pueden disfrutar de un acceso ampliado". La tecnología sirve de puerta de entrada a personas y comunidades que históricamente no han tenido acceso a la gestión de su futuro financiero.

Es más, la tecnología puede permitir el aprendizaje y la educación en tiempo real; un complemento crucial para un mayor acceso. El Consejo Nacional de Educadores Financieros de Estados Unidos estima que "la falta de conocimientos financieros costará a los estadounidenses un total de más de 388 000 millones de dólares en 2023." Es necesario que adoptemos el valor único -y las economías de escala- que proporciona la entrega digital de la educación financiera.

El aprendizaje contextualizado se basa en el principio de que el aprendizaje mejora cuando existe dentro de un contexto que es relevante y aporta valor para el alumno. Esta es la razón por la que la Operación HOPE se enorgullece de haber sido pionera en la Declaración de Derechos de los Inversores en 2021 como un llamamiento a toda la industria de servicios financieros para proporcionar educación y conocimientos financieros a la próxima generación de inversores. Creemos que combinar la educación con el acceso es fundamental para el empoderamiento económico. Además, con las innovaciones tecnológicas entra en juego un tercer factor: la rentabilidad. Los avances tecnológicos han contribuido a allanar el terreno de juego para que los inversores novatos y los inversores con medios limitados puedan participar en los mercados de la misma manera que los más ricos han disfrutado durante décadas.

A finales de 2023, la SEC propuso una normativa -Conflicts of Interest Associated with the Use of Predictive Data Analytics by Broker-Dealers and Investment Advisers- que aborda el uso de la tecnología y podría limitar avances que llevan décadas en práctica. Introducida con la meritoria premisa de proteger al inversor, la medida podría tener consecuencias imprevistas dada su amplitud. En concreto, podría eliminar las eficiencias logradas a través de la tecnología, lo que podría aumentar los costos, dificultar el acceso y comprometer los avances logrados con respecto a la inclusividad del mercado. Tomemos, por ejemplo, la encuesta Ariel-Schwab Black Investor Survey (2022), que puso de evidencia que, cuando se trata de hacer crecer y proteger sus activos, los estadounidenses de piel negra confían menos en las personas (32% frente a 45%) y más en la tecnología (31% frente a 21%), que los estadounidenses de piel blanca. Esto nos indica lo fundamental que es la tecnología para la inclusión.

Aunque la protección del inversor es primordial, debe crecer junto con la tecnología. De hecho, esta es la razón por la que lanzamos la Declaración de Derechos de los Inversores: proporcionar una vía clara para que las instituciones financieras, los gestores de activos y sus asesores de confianza incorporen una mayor educación financiera, conocimiento y transparencia en sus ofertas a los inversores minoristas. La regulación no debe interponerse en el camino de la innovación tecnológica como herramienta para la educación.

Aunque la Operación HOPE centra nuestro trabajo en las necesidades de las familias, hay pruebas claras de que la educación financiera también es buena para las empresas. Por eso la Carta de Derechos del Inversor funciona. Las instituciones financieras saben que cuanto más formados están sus clientes, más valiosos son. Tomemos como ejemplo el trabajo del programa Bank On del Fondo Ciudades por el Empoderamiento Financiero, que forja coaliciones entre gobiernos locales, instituciones de servicios financieros y organizaciones sin ánimo de lucro para mejorar las comunidades, impartir educación financiera, impulsar la creación de riqueza y, en última instancia, crear un círculo virtuoso de empoderamiento financiero a través de la educación.

Sin una tecnología que permita la accesibilidad y la rentabilidad, una herramienta fundamental para impulsar el crecimiento económico volverá a estar fuera del alcance de muchos. Debemos aprovechar el valor de las herramientas digitales para hacer posible el futuro financiero que tantos merecen.