Debemos aprender de la historia - y sobre todo ahora
Image: REUTERS/Marcelo del Pozo
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- El descenso de los resultados de los alumnos estadounidenses en los exámenes de historia ha desatado la preocupación entre los expertos.
- La pérdida de los fundamentos de la historia y las humanidades puede ser peligrosa en cualquier país, afirman.
- Esto puede ser especialmente cierto en un periodo de fricciones geopolíticas y florecimiento de la inteligencia artificial.
Cierto día, escuché de un eminente profesor de historia de que realmente no aprendemos con nuestro pasado. Dicho profesor, mientras describía un periodo especialmente sangriento de la Revolución Francesa, lleno de juicios amañados y guillotinas, hizo una pausa para hacer un inciso y me dijo a mí -y a un aula llena de otros estudiantes universitarios en una universidad pública de California- de que no aprendemos de estas cosas. Como sociedad no procesamos las lecciones del pasado para hacer mejor, dijo.
Jadeos. Murmullos. Incluso algunos abucheos leves. Y un profesor con la cara roja que parecía haberse arrepentido de haber abierto la boca.
Es natural querer creer que la historia nos proporciona un manual de instrucciones fácilmente accesible para el presente y que aprenderla nos ayudará a evitar colectivamente la repetición de graves errores. Porque sin esa creencia, el futuro parece mucho más precario.
Esta es una de las razones por las que los expertos reaccionaron con alarma ante los recientes resultados de los exámenes de historia en Estados Unidos, que han descendido hasta el punto de borrar décadas de progreso.
"Para la salud de la democracia es importante que la gente tenga una idea de cómo han sido las cosas y de cómo podrían ser diferentes", dijo Jeffrey Wasserstrom, Catedrático de Historia de la Universidad de California en Irvine. "No ser conscientes de ello es un peligro".
En un plano más global, las lecciones de la historia se antojan esenciales ahora, en medio de la fractura de un orden internacional reconstruido tras un conflicto catastrófico y una espeluznante reanudación de la guerra terrestre europea en Ucrania. Ya habían proliferado las preocupaciones sobre las amenazas a la estabilidad debido a la forma en que se enseña -o no se enseña- todo, desde el apartheid en Sudáfrica hasta el legado de Stalin en Rusia.
El sentimiento de frustración puede ser especialmente fuerte para alguien que sufrió una guerra en su propio país europeo hace tan sólo un par de décadas, y está viendo cómo se desarrollan los acontecimientos en Ucrania.
Me imagino cómo debe de desconcertar a la gente de la antigua Yugoslavia la discusión sobre la "primera guerra en Europa desde la Segunda Guerra Mundial", dijo Wasserstrom (sí, eso ocurre).
Aun así, Wasserstrom afirma que buscar correlaciones directas entre el pasado y el presente no es necesariamente útil.
En su lugar, sugiere hacer uso de "analogías imperfectas". Examinar múltiples puntos de referencia históricos codo con codo ayuda a enmarcar el "carácter abierto del pasado", dijo, y puede utilizarse "para ofrecerte un espectro de futuros posibles".
La ilusión de seguir la misma historia
Wasserstrom dijo que también es necesario reconocer que no existe un único registro histórico. "Existe la ilusión de que todos seguimos la misma historia", afirmó. "La gente tiene ideas radicalmente distintas de cuáles son las partes importantes del pasado".
Tomemos como ejemplo la Segunda Guerra Mundial y su resolución, acontecimientos que moldearían el desarrollo mundial durante décadas. Los relatos que hacen hincapié en las atrocidades cometidas en un teatro del conflicto y pasan por alto otras pueden tener un efecto distorsionador o convertir el pasado en un arma.
Las figuras que protagonizaron aquella guerra y gestionaron sus secuelas también pueden ser recordadas de formas muy distintas, según el lugar y el contexto.
Stalin, por ejemplo, puede ser el incondicional líder soviético que unió a su nación para derrotar a la Alemania nazi, o el dictador que aterrorizó a su pueblo hasta la sumisión mientras acumulaba un asombroso número de muertos en el proceso.
Su eventual sucesor en el cargo de Secretario General del Comité Central del Partido Comunista, Mijaíl Gorbachov, puede ser el respetado estadista que deshizo un sistema represivo y abrió su país al resto del mundo, o el traidor que lo vendió.
Una encuesta realizada en países del antiguo bloque del Este casi tres décadas después del colapso de la Unión Soviética reflejaba esa división. El papel histórico de Stalin era percibido como "positivo" por el 58% de los adultos en Rusia, y sólo por el 6% en Polonia; el papel de Gorbachov era percibido como positivo por el 56% de los adultos en Estonia, y sólo por el 22% en Rusia.
De vez en cuando, conseguimos llegar a un consenso suficiente sobre el pasado para utilizarlo de forma constructiva.
Wasserstrom puso como ejemplo la creación de las Naciones Unidas. Su predecesora, la Sociedad de Naciones, había sido un intento de unirse en respuesta a una guerra mundial, que se desencadenó de tal forma que condujo a otra más.
"A pesar de todos sus defectos", dijo Wasserstrom, "ha sido más eficaz que la Sociedad de Naciones, y creo que hubo un proceso de aprendizaje del pasado que estuvo implicado".
La ONU ha sido puesta a prueba últimamente por la agresión de Rusia, uno de los cinco miembros permanentes de su Consejo de Seguridad. La experiencia nos da otra lección sobre la necesidad de seguir siendo conscientes de los errores del pasado, al tiempo que se forja la mayor unidad posible frente a la adversidad.
Y no es sólo el estallido de un conflicto militar lo que exige un mayor conocimiento de la historia y las humanidades. En un momento de cambio tecnológico desconcertante y de llegada de una oleada de información basada en la inteligencia artificial, esa comprensión podría ayudarnos a evaluar cómo utilizar mejor estas herramientas y cómo interpretar la información que nos proporcionan, sobre todo acerca del pasado.
En retrospectiva, no creo que el profesor de aquella aula californiana nos dijera realmente que no podemos aprender de la historia. Sólo decía que a menudo no lo hacemos.
Así que presta atención y toma nota.
Más lecturas sobre el valor práctico de la historia
Para más contexto, aquí hay enlaces a otras lecturas de la plataforma de Inteligencia Estratégica del Foro Económico Mundial:
- Utilizar la historia para informar al presente, y utilizar el presente para informar sobre cómo enseñamos historia: este artículo profundiza en el modo en que las tendencias culturales y sociales actuales ("teoría crítica de la raza", por ejemplo) están influyendo en el estudio del pasado.(LSE)
- "Cada año parece nuevo". Desde la cancelación de Kanye hasta los disturbios en los campus, este historiador intelectual recurre a la larga historia del antisemitismo para preguntarse cómo puede ayudarnos a entender el problema en el presente. (Universidad de Cornell)
- En Sudán, una complicada historia que se remonta a la conquista turco-egipcia de la región a principios del siglo XIX ayuda a explicar un reciente descenso hacia el conflicto violento, según este artículo. (The Conversation)
- Otro ejemplo del peso de la historia: el reciente deshielo en las relaciones entre Corea del Sur y Japón sólo se produjo tras un giro político en las reparaciones relacionadas con la Segunda Guerra Mundial, según este análisis. (European Council on Foreign Relations)
- "Que el Rey de Canadá sea coronado en Londres es un recordatorio de que el título de monarca moderno sigue reflejando el antiguo imperio". El artículo explora parte de la historia que hay detrás de la reciente ceremonia de coronación de Carlos III en el Reino Unido. (The Conversation)
- "¿Quién cuenta?" No sólo la historia política puede ser problemática; este artículo reflexiona sobre las formas en que la historia de la ciencia excluye a las mujeres y a otros grupos infrarrepresentados. (Chemistry World)
- La historia ha teñido las ambivalentes respuestas de los países del sur de Asia a la invasión de Ucrania, según este análisis. (Observer Research Foundation)
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Phil Baty
15 de octubre de 2024