Una reapertura de colegios e institutos demasiado prematura podría propagar COVID-19 todavía más rápido, especialmente en los países en vías de desarrollo
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- Ante la reapertura de colegios e institutos tras el confinamiento, los países de ingresos bajos afrontan unas circunstancias bien distintas de las de los países de ingresos altos.
- En los países en vías de desarrollo, los adultos y las personas de edad avanzada tienen más contacto con los niños que en los países de economías avanzadas.
- Un nuevo estudio predice que el retraso de la reapertura de colegios e institutos podría salvar vidas.
Según las últimas cifras proporcionadas por la UNESCO, actualmente más de 100 países han establecido el cierre de colegios e institutos a escala nacional debido a la COVID-19, lo que afecta a más del 60 % del total de estudiantes matriculados en todo el mundo. El debate de la reapertura de colegios e institutos se ha politizado intensamente en muchos países con padres, profesores y políticos que en ocasiones no coinciden en el momento idóneo de llevarla a cabo. Las decisiones políticas son incluso más desafiantes, habida cuenta de la falta de pruebas, especialmente en los países en vías de desarrollo, sobre la probabilidad de los niños de contraer la COVID-19 y transmitir el virus a los adultos y sobre cómo garantizar la seguridad de los colegios e institutos para que los estudiantes vuelvan a las aulas.
¿Qué está haciendo el Foro Económico Mundial en relación con el brote de coronavirus?
Hasta la fecha, sabemos que los países de ingresos bajos afrontan unas circunstancias bien distintas de las de los países de ingresos altos: por ejemplo, una mayor proporción de hogares con niños y personas de edad avanzada, la dificultad para realizar pruebas de COVID-19 y conseguir el distanciamiento social en los colegios y los institutos, así como la urgencia de mantener los medios de vida de los adultos en edad de trabajar para impedir el hambre y la pobreza. Nuestro estudio afirma que una reapertura de colegios e institutos demasiado prematura en los países en vías de desarrollo podría menoscabar los avances realizados hasta la fecha para contener el avance del virus. Al posicionarse sobre la reapertura de los colegios e institutos, los responsables políticos deben sopesar estos resultados frente al coste que supondría mantener los centros cerrados durante un periodo prolongado.
Utilizamos un modelo económico que refleja las diferencias entre las economías en vías de desarrollo y las más avanzadas: poblaciones más jóvenes; mayor contacto entre las personas en casa, en el trabajo y en los centros educativos; amplios sectores informales que dificultan el confinamiento; menos capacidad fiscal y sanitaria. Mantenemos que en los países en vías de desarrollo el confinamiento generalizado es la mitad de efectivo que en los países más avanzados. No obstante, las políticas orientadas a cada segmento de edad (que protegen a las personas mayores de 65 y a aquellas con afecciones médicas subyacentes) son las más efectivas a la hora de salvar vidas y garantizar un sustento.
En los países en vías de desarrollo, la reapertura de los colegios e institutos aumenta considerablemente el riesgo de transmisión de la COVID-19
Una justificación común para la reapertura de los colegios e institutos es la escasa probabilidad de que fallezcan niños por la COVID-19. No obstante, estos conviven con adultos —especialmente en los países en vías de desarrollo— y adultos de edad avanzada. Según datos de las Naciones Unidas, el porcentaje de personas de edad avanzada que viven con al menos un niño menor de 20 años es superior al 10 % en la mayoría de países africanos frente a menos del 1 % en Europa y Estados Unidos. Esto plantea el riesgo de que los niños puedan contraer el virus en el colegio o en el instituto y transmitírselo a sus padres y abuelos en casa.
En los países en vías de desarrollo, los adultos y las personas de edad avanzada suelen tener más contacto con los niños que en las economías avanzadas debido a factores como la convivencia con un mayor número de personas y a unos hogares más grandes. Las siguientes cifras representan "matrices de contacto" estimadas por epidemiólogos y reflejan la media habitual de contactos para las personas de cada grupo de edad con otros individuos según su grupo de edad. La zona con el sombreado más oscuro de las esquinas inferiores de la derecha de las cifras refleja que el número de contactos entre adultos mayores (de 60 a 80 años) y niños (menores de 20 años) es considerablemente mayor (más oscura) en los países en vías de desarrollo.
Nuestro estudio compara varios escenarios que consideran los efectos de la reapertura de los colegios e institutos en las tasas de contagio y de mortalidad de la COVID-19 en Nigeria, el país con mayor población de África. Pese a ser solo una simulación, nos permite comparar el impacto de diversas medidas políticas en un gran país en vías de desarrollo. Asimismo, las predicciones generales se aplican a muchos otros países de ingresos bajos que comparten la característica de contar con familias numerosas viviendo bajo un mismo techo, con un contacto frecuente entre los miembros jóvenes y de edad más avanzada en un mismo hogar. Durante todo el estudio, calibramos nuestro modelo económico basado en tasas de mortalidad estimadas en el conocido informe del Imperial College y un estudio realizado en España, que sugiere que los niños se contagian de COVID-19 a un ritmo más del doble del de los adultos.
El siguiente gráfico muestra el porcentaje de población contagiada por la COVID-19 en cuatro escenarios políticos distintos. La línea de rayas azules simula los efectos de una reapertura inmediata de colegios e institutos. Se observa un aumento considerable de los contagios. El resto de escenarios simulan los efectos del retraso de la reapertura de colegios e institutos hasta enero de 2021. Se observan entonces curvas mucho más planas. Observamos que la opción política más efectiva (línea de rayas violeta) para controlar las tasas de contagio al tiempo que se evita un confinamiento generalizado es retrasar la reapertura de colegios e institutos hasta enero de 2021 y proteger a las personas de edad avanzada.
El gráfico que se muestra a continuación refleja el número total de fallecimientos que predice nuestro modelo en los mismos escenarios. Las elevadísimas tasas de mortalidad que aparecen se basan en el estudio del Imperial College y no se corresponden con los datos actuales comunicados desde Nigeria. Hay otros modelos que estiman cifras de mortalidad muy distintas para el continente africano, pero todos los modelos parten de hipótesis, lo que imposibilita disponer de una predicción perfecta. Es probable que la cifra de fallecimientos derivados de la COVID-19 en África refleje un recuento inferior debido a la falta de pruebas de COVID-19 y a la escasa fiabilidad de los datos sobre fallecimientos en general.
El gráfico ilustra el desglose de fallecimientos por grupo de edad. Nuestro modelo predice que menos de un 0,1 % de los fallecimientos en cualquier escenario son niños. La reapertura de los colegios e institutos aumenta la mortalidad entre los adultos mayores y, aún más, entre las personas de edad avanzada. Simplemente cerrando colegios e institutos, podrían salvarse en torno a 175 000 vidas frente a un escenario en el que no se tomaran medidas. Otras intervenciones adicionales pueden obtener resultados incluso mejores, como la protección de las personas de edad avanzada. Un confinamiento generalizado (del sector formal) optimizaría el número de vidas salvadas, pero generaría un descenso adicional del PIB, lo que implica la reducción de los medios de vida para muchos hogares vulnerables.
En todos los escenarios, el modelo sugiere únicamente beneficios adicionales modestos en cuanto a vidas salvadas por el retraso de la reapertura de colegios e institutos más allá de enero de 2021, lo que sugiere que Nigeria habría alcanzado para entonces una inmunidad de grupo sustancial. En el caso del cierre de colegios e institutos y la protección de las personas de edad avanzada, por ejemplo, nuestro modelo predice que algo menos de la mitad de la población se habrá contagiado para principios de 2021. Estos datos son similares a los que arrojan estudios recientes de la prevalencia de la COVID-19 en las zonas de chabolas de Bombay. Los mayores beneficios derivados del cierre de colegios e institutos se materializan en el retraso de la reapertura este otoño con una previsión de reapertura a principios del año que viene.
¿Qué ocurre con los costes generados por la no reapertura de colegios e institutos?
El principal motivo para retrasar la reapertura de colegios e institutos es contribuir a frenar la expansión de la COVID-19. Nuestro estudio predice que el retraso de la reapertura de colegios e institutos puede ser decisivo para salvar vidas, pues se reduce el riesgo de contagio en el centro educativo para los niños y, por ende, de propagación del virus en sus respectivos hogares.
Sin duda, cualquier decisión política que se adopte sobre el retraso de la reapertura de colegios e institutos debe sopesar la posibilidad de salvar vidas frente a los efectos negativos de mantener a los niños alejados de los colegios e institutos durante un periodo largo. Por ejemplo, evidencias del brote del Ébola en Sierra Leona reflejan un aumento de los embarazos fuera del matrimonio y un descenso de la matriculación escolar después de la crisis en las chicas jóvenes de las aldeas. Además, algunas familias no podían permitirse la vuelta al colegio de sus hijos tras haber perdido sus medios de vida, lo que refleja un vínculo importante entre la protección del sustento y el acceso a la educación. Otras preocupaciones importantes en los países en vías de desarrollo respecto a la decisión de mantener cerrados los colegios e institutos durante un periodo prolongado incluyen la pérdida de conocimiento, la falta de comidas a mediodía, la falta de disponibilidad para los niños de los padres que trabajan y la limitación de recursos para el aprendizaje en línea.
Si bien nuestro estudio no aborda todas las cuestiones asociadas a la reapertura de los colegios e institutos durante la pandemia, afirmamos que los gobiernos deberían considerar la evidencia sobre la transmisión del virus en las viviendas a la hora de determinar la reapertura de los centros.
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