Teletrabajar en tiempos de COVID-19: ¿están nuestros hogares preparados?
Diego Araujo Schulz, inversor, trabaja en su casa durante la propagación de la enfermedad coronavirus (COVID-19), en Sao Caetano do Sul, estado de Sao Paulo, Brasil, el 9 de mayo de 2020. Image: REUTERS/Rahel Patrasso - RC2RRG97C95E
María Teresa Cuerdo Vilches
Dra. Arquitecta. Personal de investigación, Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja (IETcc - CSIC)Durante la crisis sanitaria de COVID-19, gran parte de la población española se ha visto en la necesidad de teletrabajar desde casa. El teletrabajo bien planteado incrementa la productividad y la satisfacción general. Sus efectos sobre la salud parecen ser generalmente más positivos que negativos.
Esta modalidad ya era tendencia en España, esporádicamente o como alternativa de conciliación. La situación de confinamiento ha irrumpido en esta conquista paulatina del teletrabajo, instaurándolo como norma general en la medida de lo posible. Pero… ¿están las viviendas preparadas? ¿Cómo están respondiendo los hogares españoles al hecho de trabajar desde casa?
Desde el Instituto de ciencias de la Construcción Eduardo Torroja lanzamos un estudio mixto participativo sobre confinamiento, vivienda y habitabilidad (en el que usted puede participar a través de este enlace). Hemos obtenido datos y resultados preliminares relacionados con el teletrabajo en nuestro país.
Un 67 % de los hogares declara tener como mínimo una persona teletrabajando o teleestudiando. ¿Dónde realizan estas actividades los españoles en casa? ¿Están las viviendas equipadas con todo lo necesario? ¿Cómo les está resultando la experiencia?
Un 57,6 % de los hogares destina un espacio fijo para trabajar, bien exclusivo (38,6 %), bien multiusos (19 %). Sin embargo, un 34,45 % ocupa un espacio circunstancialmente. Un 8 % no tiene sitio fijo.
El espacio de teletrabajo se considera, en general, adecuado. Los aspectos más satisfactorios de estos espacios son: la entrada de luz natural (79,4 %), el tamaño de la habitación (73,9 %) o su temperatura (69,6 %). Le siguen el mobiliario, el acabado de las superficies y las vistas (sobre un 50 %).
En general, los encuestados aprovechan la luz natural, aumentan la frecuencia de ventilación y consideran buena la calidad del aire interior.
Sin embargo, las viviendas suspenden en aislamiento al ruido. Su valor promedio se sitúa entre “poco aisladas” y “adecuadamente aisladas”. Muchos encuestados declaran percibir más ruido durante el confinamiento. Esto dificulta el desempeño del trabajo al impedir la concentración.
El confinamiento ha transcurrido casi totalmente en primavera, con temperaturas moderadas. Esto ha contenido el consumo energético para asegurar confort térmico. Pero ¿y si se hubiera dado en pleno invierno? ¿y si se prolongan las medidas durante el caluroso verano?
La mayoría de los hogares encuestados cuentan con calefacción individual (73,6 %). De estas, un 41 % son eléctricas, bien con bombas de calor o de efecto Joule. Un 44 % de las viviendas no dispone de aire acondicionado (refrigeración). Otras utilizan las bombas de calor (24 %) o equipos de refrigeración (14 %).
Entre los equipos domésticos que más han incrementado su uso durante el confinamiento, destacan los ordenadores (89,6 %) y los dispositivos móviles (84,6 %). Según el estudio, los medios digitales de teletrabajo en casa se consideran suficientes o buenos.
En cuanto a la conexión, un 96 % de los hogares tiene contratado internet en la vivienda. De estos, un 10,5 % usa indistintamente la conexión doméstica o móvil. Un 3 % usa exclusivamente la conexión móvil.
Gran parte de los hogares españoles presenta, sin embargo, ambientes inadecuados para teletrabajar. Mesas y sillas típicas de comedor, improvisadas mesas auxiliares con alturas inadecuadas o el uso mayoritario de equipos portátiles son elementos bastante habituales.
Además, se dan otras circunstancias que tampoco parecen idóneas. Por ejemplo, la ubicación en espacios compartidos con miembros del hogar o la necesidad de aislarse de ellos. Aun teniendo despachos en casa, algunas personas usan espacios como el salón para conectarse directamente a internet o por vigilar a los niños.
El teletrabajo favorece el equilibrio laboral y familiar. Pero durante el confinamiento muchos medios han expuesto la brecha de género existente en el teletrabajo y la conciliación familiar.
En el periodo actual, la dedicación temporal al teletrabajo percibida es superior al resto de tareas diarias, como tareas domésticas o el descanso. El tiempo empleado en cuidado de hijos o personas dependientes no ha sido especialmente destacado, pese a ser una realidad en muchos hogares.
El teletrabajo posibilitaría huir de la ciudad para buscar viviendas más confortables, exteriores, sin contaminación ni ruido y más baratas. Podría, incluso, cambiar la situación en la España vaciada.
Sin embargo, no está claro que el impacto medioambiental resultase positivo. Desaparecerían los desplazamientos laborales, pero podría generar mayor dependencia del coche para cubrir necesidades básicas o por un aumento del tiempo libre.
El teletrabajo ha supuesto un auténtico desafío para los hogares españoles durante el confinamiento. La situación actual refleja su implementación en circunstancias extremas. Ha servido de experimento, pero las conclusiones deben tomarse con cautela.
La aparente satisfacción con las condiciones de teletrabajo que declaran los encuestados no concuerda en muchos casos con las características reales de los hogares. Por ejemplo, no todos disponen de mobiliario adecuado, o de las mejores condiciones para alcanzar confort térmico. Por eso, cabe preguntarse si esta percepción es real o se debe a que vemos la situación como obligatoria y temporal, adaptándonos a las circunstancias sin demasiadas exigencias.
Si somos capaces de trabajar así, posiblemente podamos hacerlo también en circunstancias normales. Pero ¿asumiríamos este reto a largo plazo?
Aunque habría que profundizar en los pormenores de cada puesto y su grado de adaptación a distintos entornos, incluir el trabajo como una tarea más a desarrollar en las viviendas podría requerir las siguientes medidas:
- Revisar el ámbito normativo, tanto para obra nueva como rehabilitación.
- Asegurar espacios, equipamiento y suministros adecuados.
- Negociar con la entidad empleadora quién asume determinados gastos.
A nivel agregado, políticas sociales sobre teletrabajo y mejoras en la organización y dotación urbanas y rurales facilitarían la deslocalización laboral en la vivienda. Esto impulsaría una mejor distribución poblacional en la ciudad y el territorio, favoreciendo las ciudades de los 15 minutos y la reconquista de la España vaciada.
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