La energía de hidrógeno llegó para quedarse. ¿Cómo convencemos al público de que es segura?
Image: REUTERS/Samantha Sais
Hace una década, se anunció el hidrógeno como una fuente de energía limpia emergente. Pero a pesar de la amplia promoción y el apoyo gubernamental de los líderes mundiales, incluido el ex presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, el uso del hidrógeno como fuente de energía alternativa no se ha extendido. Este retraso se debe en gran parte a la disponibilidad de la tecnología y su alto costo asociado.
La tecnología basada en el hidrógeno no estaba totalmente desarrollada en 2008, y necesitaba más tiempo para experimentar mejoras en su eficiencia y reducción de costos. Durante la última década, se han gastado importantes recursos financieros en la investigación y el desarrollo de esta energía a nivel mundial, permitiendo que el hidrógeno regrese de manera espectacular. Esta vez, llegó para quedarse.
La creciente contaminación ambiental y las iniciativas de gobernanza global, como el Acuerdo de París 2015, respaldan la adopción del hidrógeno como un sustituto limpio y viable de los combustibles fósiles en el transporte, el almacenamiento de energía y las aplicaciones de energía a gas. No obstante, la transición a una sociedad basada en el hidrógeno no será fácil. Requiere el desarrollo de una infraestructura completamente nueva con la acción consolidada de los diferentes participantes, desde fabricantes de equipos e integradores de tecnología hasta compañías de energía y agencias gubernamentales.
En este frente, el Consejo del Hidrógeno se formó en la Reunión Anual 2017 del Foro Económico Mundial en Davos para acelerar la ampliación de la tecnología del hidrógeno y facilitar su adopción por parte de la sociedad. Los fundadores iniciales del Consejo del Hidrógeno incluyen muchas grandes corporaciones multinacionales, en particular 3M, Air Liquide, Alstom, Audi, BMW, Hyundai, Toyota y Shell.
A pesar de los esfuerzos consolidados de varias empresas líderes mundiales, la adopción del hidrógeno sigue siendo difícil. Una razón importante es la percepción pública de la seguridad del hidrógeno. Una encuesta anónima en las redes sociales, que hizo dos preguntas al respecto y obtuvo 483 respuestas, mostró una opinión pública mixta sobre el hidrógeno como fuente de energía segura.
Solo el 49,5 % de los encuestados creía que en general el hidrógeno es seguro, mientras que el 31,4% consideraba que el hidrógeno suele ser peligroso. Entre los que pensaban que el hidrógeno es seguro, aproximadamente el 9,1% lo consideraban muy seguro, mientras que de los que dudaban de su seguridad, el 4,1% lo consideraba muy peligroso. El mensaje que arroja la encuesta es que hace falta más trabajo para cambiar la opinión pública sobre el hidrógeno.
Es muy probable que la opinión de que "el hidrógeno es peligroso" esté influenciada por algunos accidentes históricos, incluido el infame desastre de Hindenburg. En 1937, un dirigible de pasajeros alemán lleno de hidrógeno se incendió y quedó destruido cuando intentaba aterrizar en Nueva Jersey. De las 97 personas a bordo, 36 murieron.
El desastre fue objeto de una espectacular cobertura de noticieros, fotografías y relatos de testigos presenciales, y efectivamente terminó la era de los dirigibles. La causa del desastre aún está en discusión. Se han planteado varias hipótesis, incluida una que afirma que una chispa estática encendió el hidrógeno causando la explosión.
Una catástrofe más contemporánea es el lanzamiento del transbordador espacial Challenger en 1986. El transbordador de la NASA se desintegró después del despegue, matando a las siete personas a bordo. El lanzamiento fue transmitido en vivo con imágenes reproducidas en los noticieros de todo el mundo. Aunque las investigaciones revelaron que una falla en los sellos de la junta tórica fue la principal culpable y que la presencia de oxígeno líquido contribuyó a la explosión, la visión del Challenger desintegrándose en el aire reafirmó el peligro de aprovechar el hidrógeno en la mente de millones en todo el mundo.
El público percibe al hidrógeno como altamente inflamable y explosivo. Si bien esto es cierto, el hidrógeno es más seguro que los combustibles más utilizados. Por ejemplo, el hidrógeno necesita una concentración mínima más alta que la mayoría de los combustibles comunes para incendiarse. Si se mide por el porcentaje de volumen en el aire, el hidrógeno requiere que el 4 % del aire sea inflamable, comparado con el 0,6 % del combustible diésel, el 1,4 % de la gasolina, el 1,2 % del propano, el 3,3 % del etanol y el 5 % del metano.
En términos de temperatura de autoignición, el metano y el hidrógeno son nuevamente ganadores, ya que, en ausencia de una llama o chispa, solo comienzan a incendiarse a 580 °C y 550 °C, respectivamente. Estas temperaturas de autoignición son más altas que las de diésel, gasolina, propano y etanol, que son de 210 °C, 260 °C, 480 °C y 365 °C.
Lo que más sorprende es que el 73,2 % de los participantes en la encuesta en las redes sociales dio una respuesta positiva a la segunda pregunta sobre "el deseo de usar medios de transporte impulsados por hidrógeno". Este resultado parece contradecir las respuestas a la primera pregunta, que encontró que solo el 49,5 % apoyaba el hidrógeno como una fuente de energía segura.
Este resultado tan intrigante proviene del grupo que en principio consideraba "peligroso" al hidrógeno, con casi la mitad dispuesta a deshacerse de sus temores de usar el transporte impulsado por hidrógeno. El motivo exacto de esta discrepancia es desconocido y debe examinarse más a fondo. Tal vez las implementaciones basadas en hidrógeno a pequeña escala no se consideran peligrosas. Además, el conocimiento previo de que las agencias gubernamentales solo permiten modos seguros de transporte público puede haber mitigado este temor.
Se espera que el mercado de generación de hidrógeno alcance los 199,1 mil millones de dólares en el año 2023 quemde acuerdo con la investigación de mercado realizada por Markets and Markets, mientras que el mercado mundial de vehículos eléctricos con celdas de combustible de hidrógeno alcanzará las 583.360 unidades en Asia Pacífico, Europa y América del Norte, según las predicciones de Frost & Sullivan. Esta industria del hidrógeno en rápido crecimiento cambiará la opinión pública sobre la seguridad del hidrógeno. Podría ser un ejercicio interesante realizar la encuesta anterior todos los años para evaluar la percepción pública cambiante de la seguridad del hidrógeno con el aumento de su penetración en el mercado.
Bart Kolodziejczyk Investigador Sénior, Universidad de Monash
Wee-Liat Ong Profesor Asociado, Universidad de Zhejiang
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