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Conectar nuestros cerebros ya no es ciencia ficción

A woman walks past a display of a brain slice of patient "H.M." at the press preview for the MIT 150 Exhibition at the MIT Museum, celebrating Massachusetts Institute of Technology's 150 year anniversary, in Cambridge, Massachusetts January 7, 2011. Patient H.M. has been extensively studied because of his inability to form long term memories following brain surgery in 1953 for his epilepsy.   REUTERS/Brian Snyder    (UNITED STATES - Tags: SOCIETY EDUCATION BUSINESS ANNIVERSARY) - GM1E71806R501

Image: REUTERS/Brian Snyder

Manu Garrido

Las conexiones mente a mente podrían dejar de formar parte de ese ideario futurista plagado de coches voladores y robots asistentes para convertirse en una realidad. Llevamos toda una vida viéndolo en televisión y cine: Stranger Things ha sido la última en jugar con las posibilidades de conexión y expansión de nuestros cerebros. Ahora, un equipo de científicos encabezados por la Universidad de Washington propone un primer salto de la ciencia ficción a la realidad.

El proyecto, titulado BrainNet, permite conectar varios cerebros de manera simultánea para resolver problemas. Así, una serie de cerebros puede tomar decisiones sobre una cuestión concreta y enviar dicha información a un cerebro receptor. ¿Cómo lo hace? Con una combinación de dos técnicas: primero, una electroencefalografía (EEG) recoge las señales cerebrales y, después, la estimulación magnética transcraneal (TMS) permite enviar esa información al cerebro receptor.

Ambas técnicas son no invasivas (es decir, son superficiales; no penetran el cuerpo) y corresponden, respectivamente, a neuroimagen y neuroestimulación. De esta forma, BrainNet obtiene una imagen en directo de nuestro sistema nervioso central y puede, además, administrar impulsos eléctricos al cerebro.

Image: Arquitectura física de Brainnet. La información enviada se transmite a través de internet hasta llegar al receptor.
¿Tenemos pruebas de su funcionamiento? ¡Sí! Una partida de Tetris

El primer experimento de BrainNet en ser completado con éxito ha sido una partida de Tetris con tres cerebros conectados. En él, dos de las personas pueden ver la pantalla entera del juego y, cuando una figura baja, comunicarse con el tercer cerebro (el receptor) para indicarle si debe girar o no dicha figura para hacerla encajar.

El receptor, que solo ve la figura pero no la parte baja de la pantalla (es decir, la parte del Tetris que te lleva a tomar la decisión de girar o no la figura), debe decidir en base a esas dos señales.

El funcionamiento no es tan simple, claro. Para indicar su decisión, los dos sujetos iniciales tienen que centrar su atención en una de las dos luces LED de su pantalla. Cada luz cuenta con una frecuencia diferente (hercios), lo que permite, a través de la electroencefalografía, saber si la decisión es la de girar o no.

 A la izquierda, la pantalla que ve el receptor. A la derecha, la pantalla que ven las dos personas que envían la información.

Una vez BrainNet sabe qué quiere comunicar el cerebro, se lo manda al receptor. Entra en juego, entonces, la estimulación magnética transcraneal. Enviando pulsos individuales al lóbulo occipital, el área visual de la corteza cerebral, el receptor percibe un flash de luz (llamado fosfeno; un fenómeno visual que produce la sensación de ver manchas luminosas) cuya intensidad, por encima o por debajo de cierto umbral, permite discernir si la señal del cerebro que le envía la información quiere que gire o no la figura de Tetris.

Aunque a priori puede parece una tarea simple, los resultados son sorprendentes y suponen un gran paso en la dirección de la comunicación entre nuestros cerebros. El experimento no solo tiene capacidad para escalarse y permitir a más personas formar parte de la toma de decisiones, sino que un hipotético servidor en la nube a gran escala que integrara BrainNet permitiría la conexión global de nuestros cerebros.

Las posibilidades son infinitas. Los experimentos de BrainNet permiten no solo enviar información, sino rectificar en la toma de decisiones y hacer a los cerebros partícipes de algo aún más complejo: ser conscientes de cuál de las fuentes de información es más fiable. Lo que ha empezado como una partida de Tetris podría llegar a convertirse en algo mucho más grande; algo capaz de superar a toda ciencia ficción.

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