Esta es nuestra oportunidad de redefinir completamente el significado del trabajo
Image: REUTERS/Denis Balibouse
¿Qué soñaba hacer algún día cuando era niño? ¿Quería ser astronauta, enfermero o docente? ¿Quizás imaginó encontrar una cura para el cáncer o resolver cómo enviar a los primeros humanos a Marte?
¿Llegó a vivir su sueño?
Si bien muchos de nosotros soñamos con hacer trabajos significativos, es probable que el trabajo por el que nos pagan no contribuya a la sociedad tanto como desearíamos.
Sin embargo, la naturaleza del trabajo está cambiando, y drásticamente. A medida que las empresas adopten nuevas tecnologías, muchos de los empleos de hoy dejarán de existir y aparecerán muchos nuevos.
Y en medio de todo este tumultuoso cambio, tenemos la oportunidad de redefinir completamente el significado del trabajo y, al hacerlo, marcar una gran diferencia para la sociedad.
Todo esto de acuerdo con el autor y economista Rutger Bregman, quien habló en el Foro Económico Mundial sobre su visión de nuestras nuevas vidas laborales.
Un documento reciente del Instituto Tinbergen en los Países Bajos reveló que una cuarta parte de los trabajadores están insatisfechos con sus trabajos. El estudio llevado a cabo con 100.000 trabajadores de 47 países descubrió que el 8% considera que su trabajo es “socialmente inútil”, mientras que otro 17% duda acerca de la utilidad de su trabajo.
Entonces, ¿qué significa realmente el trabajo de todos modos? Para muchos, se trata de una relación jerárquica entre empleador y empleado, en la que este último recibe un pago y aporta una parte al gobierno en forma de impuestos.
No obstante, existe otra manera de reflexionar sobre el trabajo, sostiene Bregman. El trabajo debe definirse simplemente como hacer algo que agrega valor a la sociedad.
Sin duda, este tipo de trabajo ya existe. A nadie se le ocurriría decir que los médicos, maestros, asistentes sociales, encargados de la limpieza y quienes trabajan en la recolección de basura no están haciendo un trabajo útil. Pero Bregman afirma que hay muchos trabajos que no contribuyen en nada a la sociedad, los llamados “bullshit jobs” (trabajos 'absurdos', 'mentira' o 'inútiles').
Según Bregman, desde mediados del siglo pasado la utilidad social de muchos empleos ha disminuido. Y el advenimiento de la cuarta revolución industrial solo va a exacerbar el problema.
“En los años 50, 60 y 70, si alguien era realmente bueno en su campo, probablemente se dedicaba a la investigación o ingresaba al gobierno”, comenta.
“Pero entonces, lo que comenzó a suceder en los años 80 en las economías avanzadas es que se volvió mucho más interesante a nivel económico migrar a los servicios financieros y la industria tecnológica. Si bien allí se hace un trabajo útil, también sabemos, en especial en el sector financiero, que se trata de una gran cantidad de personas que se enriquecen a expensas de los demás”.
Y agrega: “No estoy diciendo que todos los trabajos bancarios sean inútiles, pero debería ser un servicio para ayudar a que la economía funcione sin problemas, no este gigante”.
Bregman menciona como ejemplo la reiterado cita de Jeff Hammerbacher, uno de los primeros empleados de Facebook que rápidamente se desilusionó con el trabajo de la compañía: “Las mejores mentes de mi generación están pensando en cómo lograr que las personas hagan clic en los anuncios. Eso apesta”.
Si bien se considera a los banqueros y los especialistas en tecnología como generadores de riqueza para las economías, el hecho es que, sin empleos útiles, las sociedades se desmoronarían.
“Piense en todo el trabajo que hacen los voluntarios. No perciben un centavo y no pagan impuestos, pero obviamente sería un desastre si hicieran una huelga”, señala Bregman.
“Además, está la gran cantidad de trabajo no remunerado y valioso que se realiza todos los días: el cuidado de los niños, la atención de los ancianos, lavar los platos; sin este trabajo, la sociedad tal como la conocemos se vendría abajo”.
Entonces, ¿cómo prevé Bregman que va a cambiar la naturaleza del trabajo?
Según afirma: “Comienza con el reconocimiento de que existen empleos socialmente inútiles”. Cuando comencé a escribir sobre esto, la gente preguntaba: ¿por qué habría personas con trabajos que no suman mucho valor? Deben ser trabajos valiosos o, de lo contrario, no se les pagaría.
Sin embargo, he visto cada vez más investigaciones que sostienen que el trabajo de las personas no está sumando nada. No hablamos de docentes, agentes de policía, enfermeros o encargados de la limpieza; hablamos principalmente de personas con fabulosos perfiles de LinkedIn.
“Si echa un vistazo al informe, el 21% de los profesionales de ventas, mercadotecnia, publicidad y relaciones públicas cree que su trabajo es socialmente inútil, a diferencia del 0% de los bibliotecarios”.
Lo fundamental en el estudio holandés es que a la gran mayoría de los trabajadores les importa tener un trabajo socialmente útil y sufren cuando lo consideran inútil.
Bregman nos insta a cambiar nuestros supuestos acerca del trabajo. La idea de que los empleos en el sector público se quedan cortos frente a los del sector privado es uno de esos conceptos inapropiados, dice.
“La cantidad de empleos socialmente inútiles es cuatro veces mayor en el sector privado que en el público, pero esto va en contra de lo que se nos dice; que los gobiernos son ineficaces, que el sector público podría aprender mucho del dinamismo del sector privado. Es justamente lo contrario”.
De hecho, continúa, citando el trabajo de la influyente economista Mariana Mazzucato, durante mucho tiempo se ha subestimado el rol de los Gobiernos en la innovación.
“Su investigación ha demostrado que la gran innovación de los últimos cien años ha estado respaldada por investigadores pagados por el Gobierno.
Por ejemplo, el iPhone; todo lo que sustenta su tecnología —Internet, baterías, reconocimiento de voz— fue inventado por investigadores que trabajaron para el Gobierno. No estoy diciendo que Apple no haya hecho cosas geniales, pero esa no es la historia que nos han contado”.
Entonces, ¿por qué cambió la naturaleza del trabajo?
Bregman afirma: “En los años 50 y 60, el sector financiero era una industria de servicios. Ser un banquero era como ser un director de escuela: era un trabajo muy respetado, pero (el sueldo) no era espectacular. Entonces cambiamos las leyes y las instituciones, e hicimos posible que los bancos crecieran. No sucedió por la fuerza de la naturaleza, fue una decisión política ".
Un elemento clave que impulsará la redefinición del trabajo, según Bregman, es la introducción de una renta básica universal (RBU).
La idea es que los Gobiernos entreguen una remuneración equitativa a cada ciudadano, independientemente de los ingresos existentes, que sería suficiente para satisfacer las necesidades básicas, como alimentos y vivienda.
El sentido de una RBU es que nos daría la libertad de redefinir la naturaleza del trabajo.
“Imaginemos que tiene 17 o 18 años, y está pensando qué desea hacer. Sus intereses pueden ser las artes, la historia o la antropología, pero sus padres o sus familiares podrían instarle a que se enfoque en eso más adelante, con el argumento de que debe buscar un trabajo con un salario digno.
De modo que obtiene un trabajo bien remunerado, hace un MBA y 10 a 15 años más tarde está deprimido y en medio de la crisis de la mediana edad, y luego termina haciendo lo que siempre ha querido.
La RBU cambiará esto. Si su pasión no funciona, los niños y niñas pueden recurrir a la renta básica. Elimina veinte años de desperdicio”.
A un plazo más corto, agrega, las personas que ya tienen trabajos significativos obtendrán un mayor poder de negociación.
“Las personas notarían si el encargado de la limpieza, el recolector de basura, el enfermero y quienes hacen un trabajo muy importante sin recibir un pago dejan de trabajar. Es la economía convencional; tendrían un mayor poder de negociación y sus salarios tendrían que subir. Mientras que una persona en un trabajo socialmente inútil —como un vendedor telefónico— podría hacer huelga, pero nadie lo notaría ni le importaría, por lo que no obtendría ese poder adicional y su salario disminuiría”.
Entonces, ¿qué pasaría con los banqueros y los gurús de las relaciones públicas? Según Bregman, “las industrias se achicarían y eso sería algo bueno”.
Los defensores de una renta básica sostienen que es necesario mitigar el impacto de la cuarta revolución industrial en el lugar de trabajo. Una de las preocupaciones más grandes acerca del futuro mercado laboral es que la nueva tecnología provocará un desplazamiento masivo de empleos, pero Bregman no cree que esto suceda.
“La automatización a lo largo de la historia nunca ha significado un desempleo masivo. No debemos subestimar el poder del capitalismo para inventar más empleos socialmente inútiles. En teoría, es posible que todos estemos fingiendo que trabajamos”.
Muchos economistas no están seguros de cómo pagaríamos una renta básica. Finlandia recientemente renunció a un experimento de RBU al afirmar que los costos eran demasiado altos.
En este cuadro interactivo de The Economist, se muestra la cantidad de rentas básicas que un Gobierno podría pagar si eliminara los pagos por transferencia no relacionados con la salud y los repartiera de manera uniforme a toda la población en un solo pago. Finlandia ocupa el primer lugar, con un pago anual de 10.500 dólares, aunque la estimación para México no sería suficiente para proveer el beneficio que se supone debería cubrir la RBU.
Una nueva medida del crecimiento económico.
Sin embargo, Bregman afirma que, en lugar de concentrarnos en los números, deberíamos concentrarnos en cambiar nuestra mentalidad. Él sostiene que la economía mundial funciona demasiado en la “piratería moderna” y que algunos se enriquecen a costa de otros.
Bregman no se opone al crecimiento, ya que lo describe como “algo maravilloso”, aunque apoya el llamamiento cada vez más amplio a abandonar el PBI como una medida de la salud económica.
“Algunas personas proponen utilizar un panel de indicadores que incluya la felicidad, el bienestar y los niveles de contaminación, pero otros sostienen que todavía necesitamos un número que todos puedan ver”, dice.
“Mi posición es que cualquier cosa sería mejor que el PBI. De hecho, sería difícil encontrar algo peor que el PBI”.
“Es una medida muy absurda de la prosperidad: cuando las personas están deprimidas, viven un estilo de vida contaminante, se están divorciando y necesitan un abogado, es excelente para el PBI, pero si viven un estilo de vida relajado, están cuidando de sus propios hijos y familias, y no toman un avión para irse de vacaciones, no es bueno para el PBI”.
“La dificultad no está en la economía o la tecnología, es la ideología. Tenemos que redefinir muchos de nuestros conceptos básicos”.
Uno de esos conceptos es la idea de que, si nos dieran dinero gratis, nos convertiríamos en las peores versiones de nosotros mismos: perezosos y descuidados. Bregman asegura que tenemos que dejar de lado la idea de que los seres humanos son esencialmente egoístas y que, sin la necesidad de trabajar, regresaríamos a una versión salvaje de nosotros mismos.
De hecho, un estudio publicado el año pasado respalda su posición. La investigación llevada a cabo por la Escuela de Políticas Públicas Harris de la Universidad de Chicago sobre un programa RBU que se ejecutó en Alaska durante décadas demostró que las personas aún iban a trabajar: “Nuestra investigación muestra que la posible reducción del empleo parece ser contrarrestada por aumentos en el gasto, que a su vez aumentan la demanda de más trabajadores”, concluye el estudio.
Bregman afirma: “Todos somos seres básicamente agradables, en busca de sentido, y si asumimos lo mejor, eso es lo que obtenemos. Es el poder de la expectativa.
Lo que tenemos en la actualidad es un estado de bienestar en el que se exige a las personas que demuestren que están tan enfermas o deprimidas que nunca van a poder hacer nada, y entonces les damos dinero. La RBU es lo opuesto; dice: “creo que tiene grandes ideas, aquí hay algo de capital de riesgo y veamos qué puede hacer con él”.
“Y no debemos preocuparnos por que ese dinero se despilfarre, ya que este tipo de inversión es lo que fortalece la innovación”.
Además, Bregman sostiene que, si tuviéramos tiempo extra, sabríamos qué hacer con él y lo usaríamos de manera constructiva. “Las naciones que pasan la mayor cantidad de horas tiradas frente al televisor son las mismas que tienen las jornadas laborales más extensas. Cuantas menos horas más trabajamos, más cosas creativas y útiles hacemos con nuestro tiempo, como el voluntariado y el cuidado de los demás”.
Sin embargo, estas soluciones se limitan en gran medida a las economías de altos ingresos. “Este es un problema que la sociedad comienza a experimentar cuando se enriquece. En Colombia y Brasil, se habla acerca de cómo la RBU puede resolver la pobreza, pero cuando se empieza a avanzar hacia el norte, la conversación cambia”.
El jurado aún está deliberando sobre si la RBU funciona en la práctica y si podría generar el tipo de cambio social que Bregman sugiere, pero él se alegra de que ahora sea un tema de debate en las redes sociales, en las aulas y en las conferencias sobre economía.
“La primera vez que escribí acerca de la renta básica fue hace cinco años, y en ese entonces nadie hablaba de eso. Ahora la idea está en todas partes y hay experimentos en todo el mundo. Las primeras charlas que di fueron para pequeños grupos de anarquistas y ahora me invitaron al Foro Económico Mundial”, dice Bregman.
“Esto demuestra cómo las ideas cambian el mundo. Las ideas que transforman vidas nunca comienzan en Washington, Westminster o Davos: comienzan en la periferia”.
“En una sociedad de renta básica, los salarios reflejarían mejor el valor social y los niños vivirían sus sueños”.
Alex Gray, escritor sénior, contenido formativo
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