Leer en voz alta, herramienta para el fomento de la lectura
Daniel Pennac ya lo decía en su libro Como una novela. Describía muchos momentos en los que la lectura en voz alta, sobre todo con adolescentes, se convertía en un ritual que podían desarrollar las familias, para aumentar su interés por la lectura, por los libros.
Desde el sistema educativo, también desde las familias, se enseña a las criaturas a leer, y cuando han adquirido los rudimentos más básicos de esta difícil tarea, se les deja a su suerte. Ya no se les lee en voz alta porque ya saben leer. La lectura pasa de ser algo que se comparte en grupo, en familia, en un entorno cálido, a convertirse, en exclusiva, en algo privado.
Pero siempre hay excepciones. Son muchas las asociaciones y grupos de personas las que dedican esfuerzos a la lectura en voz alta.
Una de estas entidades está en Granada y se llama Entrelibros. Es una asociación presidida por Juan Mata, en colaboración con Andrea Villarrubia, la vicepresidenta. Contactamos con los dos vía correo para hablar de la importancia de la lectura en voz alta.
“La lectura en voz alta en los primeros años de vida tiene consecuencias emocionales y cognitivas de extraordinaria importancia”, aseguran. En primer lugar, es el primer acercamiento que tienen niñas y niños a los libros, a través de sus familias, cuando les leen cuentos. También en las escuelas infantiles. Esto hace que las criaturas entiendan “ la lectura como una demostración de cariño y protección”.
“Pero, continúan, además de los aspectos emocionales, de los momentos de intimidad y afecto que se crean entre quienes leen y escuchan, la lectura en voz alta también tiene que ver con aspectos cognitivos, como el desarrollo del lenguaje, la formación de imágenes mentales, la capacidad expresiva, la comprensión de las palabras…”.
La lectura en voz alta, en cualquier caso, no solo tiene importantes consecuencias en los primeros años de vida; también más adelante. Aunque diferentes, claro.
¿La lectura en voz alta es cosa de niños, de niñas? “En absoluto”. Aunque es clave en la primera infancia. “ Los beneficios son extensibles a otras edades. ¿Por qué privar a adolescentes, jóvenes o mayores del placer de escuchar un poema o un relato leído por un amigo, una madre, un profesor, una escritora? Todos hemos conocido ese placer y deseamos repetirlo”.
Desde su punto de vista, con toda la carga de la experiencia, aseguran que, además de poder facilitar el acercamiento a la lectura con una perpectiva más “cariñosa”, más amable, esta lectura en voz alta puede significar la diferencia entre entender un texto o no hacerlo. “Cuántas veces hemos visto que un poema, por ejemplo, adquiría de pronto sentido al escucharlo en boca de alguien, mientras que al leerlo en silencio apenas había sido comprendido”. “Y eso sin olvidar los rasgos emocionales que conlleva esa actividad”, insisten.
Con estos mimbres, claro, consideran que la lectura en voz alta es una herramienta importantísima en el fomento de la lectura en general. “A nuestro juicio es uno de los medios más eficaces, si no el que más, para estimular el deseo de leer. La voz de una lectora o un lector expertos presentando un libro, bien sea en las aulas, en los hogares o en las bibliotecas, despierta el deseo de leerlo. Los libros se hacen así atractivos y comprensibles. Es un modo además de darles un significado emocional”.
Además, sirve no solo para aquellas personas a las que les gusta leer, como forma de engancharse a algún libro en concreto. “La lectura en voz alta es inclusiva y puede contribuir a que quienes rechazan rotundamente la lectura participen en una experiencia lectora. No hay por qué excluir a los no lectores de los valores de la literatura, de modo que la lectura en voz alta de un texto puede ayudarles a sentirse implicados”.
Según las estadísticas a partir de los 15 años es cuando se vive la mayor deserción de lectoras y lectores. Hasta el punto que en la edad adulta la mitad de la población no abre un libro nunca. Una buena estrategia, precisamente, para reducir este desenganche bien podría pasar por la lectura en voz alta con chicas y chicas en estas edades.
“Contrariamente a lo que se suele pensar, también los adolescentes se sienten interesados por esa forma de relacionarse con los libros. La voz de un adulto puede ser la mejor manera de introducirlos en el mundo de la escritura literaria o filosófica”, aseguran estos dos expertos en el fomento de la lectura.
¿Y cómo elige uno los títulos? “Lo hacemos en función del grupo con el que vayamos a leer. Cada edad requiere un tipo diferente de libros. Por fortuna, hay libros o textos que pueden ser leídos a cualquier edad. Por ejemplo, los cuentos populares, los mitos clásicos o muchos álbumes ilustrados. Pero, en general, los libros que escogemos tienen en cuenta las características del grupo: edad, circunstancias, entorno, objetivo…”.
Y esta lectura en alto no debe quedarse en eso solo. Tanto para Juan como para Andrea, los momentos posteriores son muy relevantes.
“Para nosotros son tan valiosos como la lectura en sí misma. Nos parece que la potencial conversación que los textos pueden generar tiene una gran significación”. Más si se piensa que realizan su labor en centros educativos, pero también en bibliotecas o en centros penitenciarios u hospitales.
“Los libros hacen hablar y nosotros procuramos que las emociones, los pensamientos, los recuerdos o los deseos fluyan con naturalidad. Por eso la cuidamos tanto. Nos parece fundamental prestar atención a las respuestas que los oyentes puedan dar al texto escuchado”.
Algo similar a lo que se hace, por ejemplo, desde el proyecto de comunidades de aprendizaje y sus tertulias literarias dialógicas. Cada persona lee en su casa un fragmento de una obra clave de la literatura y, después, en la tertulia, cada una pon en común qué ha sentido, qué le ha parecido o recordado el texto en cuestión. En una conversación en la que nadie ha de llevar la razón, simplemente se habla de las realidades personales de cada cual.
“Nos parece más relevante hablar a partir del libro que hablar del libro mismo”, aseguran Juan y Andrea sobre las conversaciones que se desarrollan tras la lectura.
Y en este sentido, es importante la figura de la persona que lee en alto. ¿Alguna característica concreta? “Una lectora o un lector con sensibilidad sabe que la lectura en voz alta es un modo de relacionarse afectivamente con otras personas, sean niños, adolescentes o ancianos, y que por lo tanto tienen que mostrarse atentos, afables, cuidadosos, receptivos, comprometidos… A partir de un libro pueden aflorar mundos íntimos por lo que se requiere una gran delicadeza para que todos se sientan confiados y comprendidos”.
Así que ya saben, no dejen de leer a otras personas en voz alta, sea cual sea la edad que tenga. Y, por supuesto, busquen a alguien que les lea en alto a ustedes también.
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4 de noviembre de 2024