Olvídate del IQ . En el futuro lo importante será la inteligencia digital
Image: Image: Reuters/Adnan Abidi
De acuerdo con el magnate Jack Ma, la clave del éxito es la inteligencia emocional. Pero si desea ser respetado, necesitará un "alto LQ, el coeficiente intelectual (IQ) del amor”.
Independientemente de que estemos de acuerdo o no con esta afirmación, falta algo clave en su lista. Este otro tipo de inteligencia es fundamental para navegar la clase de imperio que fundó el mismo Jack.
Eso es cierto: a medida que nuestros estilos de vida se vuelven más hiperconectados, la inteligencia digital (DQ) se torna fundamental para el éxito individual y el bienestar de la sociedad. El problema es que la mayoría de las naciones del mundo podrían no comprender correctamente lo que es la DQ o no tener las verdaderas implicancias bajo su radar.
Muchas personas suponen que la DQ está relacionada con las habilidades necesarias para utilizar la tecnología con mayor eficacia, por ejemplo, cómo depurar una computadora que no arranca o cómo utilizar todas las funciones del teléfono inteligente. En realidad, esto no es la DQ. Otras personas piensan que la DQ significa limitar el tiempo de pantalla, ser conscientes de los peligros del uso excesivo de pantallas para el desarrollo de los niños, saber cuándo desconectarse de sus dispositivos y conocer las consecuencias relacionadas con la adicción y la “intoxicación digital”. Si bien esta es una parte de la DQ, es solo uno de los ocho elementos principales que la definen.
De acuerdo con el DQ Institute, que acuñó esta sigla en 2016, la inteligencia digital es “la suma de las habilidades sociales, emocionales y cognitivas que les permiten a las personas enfrentar los desafíos y adaptarse a las demandas de la vida digital”. Las demandas de la vida digital no se incrementan tanto por los dispositivos que utilizamos como herramientas sino por las plataformas, aplicaciones y experiencias a las que estas herramientas brindan acceso.
Todos los años se lanzan nuevos medios y plataformas digitales, y su habilidad para captar nuestra atención como usuarios aumenta constantemente, a la vez que niños cada vez más pequeños obtienen acceso sin tener la preparación adecuada. En la actualidad, un niño de tan solo ocho años fácilmente puede obtener acceso independiente a Internet de una forma u otra.
Pero, a diferencia de la IQ, que comúnmente se considera una inteligencia genéticamente determinada, la DQ se debe construir día a día. Es un precursor fundamental para el desarrollo de las habilidades del siglo XXI para la fuerza de trabajo futura ya que, al igual que los idiomas, se asimila con mayor eficacia a una edad temprana.
Según un estudio reciente, llevado a cabo con 38 000 niños de entre 8 y 12 años en 29 países diferentes, más de la mitad estuvieron expuestos a al menos una amenaza en línea. Estas amenazas incluyen menor empatía digital —lo que genera mayor ansiedad y mayores presiones sociales entre sus pares— excesivo tiempo de pantalla, adicción digital, ciberacoso, engaño pederasta en línea, robo de identidad digital, mal manejo de la privacidad en línea y exposición a operaciones digitales de desinformación.
Un dato aún más alarmante: los jóvenes de los países emergentes estuvieron 1,3 veces más expuestos que sus pares que viven en países digitalmente avanzados.
El hecho de que un niño pueda obtener acceso al mundo en línea desde la palma de su mano, en cualquier momento y en cualquier lugar, debe ser una gran preocupación no solo para padres y organizaciones de la sociedad civil; los educadores, los organismos encargados de aplicar la ley, el gobierno, los medios de comunicación e incluso las plataformas y marcas de consumo deben comprender las implicancias.
En general, los sistemas educativos de todo el mundo no están bien equipados para establecer las normas y las pautas en torno a la vida en línea de los jóvenes ni para integrar esta construcción de la capacidad de DQ en sus escuelas. Como consecuencia, los niños y los padres generalmente deben arreglárselas solos con muy poco apoyo concreto.
Las consecuencias pueden ser devastadoras: en algunas partes del mundo, el uso de las redes sociales por parte de personas sin preparación ha estado relacionado con el aumento de la tasa de suicidios en adolescentes. Un fenómeno menos obvio, pero igual de importante para la sociedad, es la relación entre la DQ y la difusión de información digital errónea (también conocida como “noticias falsas”). La capacidad para prosperar de los canales de desinformación ha estado vinculada con el bajo nivel de DQ de los usuarios que comparten esta información. Sin un sólido discernimiento de la información digital y sin habilidades de pensamiento crítico, arraigadas desde una edad temprana, las personas están más propensas a compartir información falsa sin comprender las consecuencias.
Según la opinión de Dhruv Ghulati, director ejecutivo de Factmata, “cada eslabón de la cadena —desde periodistas hasta políticos, desde plataformas hasta organizaciones de medios— debe mejorar para combatir las noticias falsas. Sin embargo, en última instancia, la responsabilidad recae en nosotros, los usuarios”.
Otras consecuencias menos obvias del bajo nivel de DQ incluyen el riesgo de sucumbir a la manipulación en línea, muy poca conciencia respecto de los datos personales y una menor privacidad en línea. La situación es grave: incluso exempleados de grandes plataformas digitales han formado una coalición para luchar contra los grupos de poder de Silicon Valley, por sus temores respecto de los impactos que tendrán las redes sociales en los jóvenes a largo plazo. Este no es un desafío que cada familia deba enfrentar por sus propios medios. Este es un problema que debe abordar la sociedad en su conjunto.
El DQ Institute se fundó en octubre de 2016, durante un taller del Foro Económico Mundial, a partir de la colaboración entre una ONG de Corea del Sur, InfollutionZERO y la Universidad tecnológica de Nanyang en Singapur. En marzo de 2017, en asociación con el Foro Económico Mundial, el Instituto lanzó el movimiento #DQEveryChild. Su objetivo es formar una coalición mundial de partes interesadas para impartir educación de inteligencia digital a cada niño, cubriendo las brechas de los sistemas educativos que no tienen los recursos ni la experiencia para brindarles a los ciudadanos estas importantes habilidades.
En nueve meses, el movimiento se ha propagado rápidamente y se convirtió en una coalición de más de 100 miembros que ha llegado a más de 600 000 niños en más de 30 países y en 15 idiomas diferentes. Child DQ creció un 10 % en promedio, lo que se tradujo en un 15 % de reducción de las amenazas en línea. Consulte la página de impacto de la coalición para obtener más información sobre los objetivos logrados durante el año 2017.
El mundo necesita inteligencia digital. A medida que la Cuarta Revolución Industrial avance y nuestras vidas estén cada vez más conectadas, la salud y la prosperidad de las sociedades en todo el mundo dependerán de la inteligencia digital.
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