Por qué tu conocimiento y experiencia no valdrán nada mañana
Image: REUTERS/Dario Ayala
El concepto “depreciación del conocimiento” no es tema recurrente en investigaciones o artículos académicos, pero es un fenómeno que ocurre todos los días y de forma acelerada. Tanto así que, Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, considera importante que el público entienda de qué se trata.
Esta depreciación implica que “muchos de los conocimientos adquiridos se pueden volver obsoletos en un plazo perentorio, por lo que se hace imperativo, en el mundo laboral, reinventarse continuamente”, dijo el banquero central en un evento público el pasado 27 de abril.
Esta devaluación de los conocimientos y la experiencia no sólo se refleja en las personas, también en las empresas. Hay dos ejemplos muy claros: Kodak, otrora líder de la industria fotográfica, tardó 15 años en adaptarse a la transición a la fotografía digital.
Si esta compañía fue víctima de la disrupción, Uber, otro ejemplo, es el disruptor, pues necesitó mucho menos que 15 años para superar a los jugadores tradicionales del transporte privado. Así de rápido está ocurriendo la innovación en las industrias.
“Ya nadie va a tener esos 15 años porque los tiempos se han acortado, las megatendencias, la industria 4.0 y la transformación digital están imponiendo un nuevo ritmo de trabajo y muchos cambios”, advierte Roberto Cabrera, socio líder nacional de asesoría de KPMG México.
¿Cómo ocurre la depreciación del conocimiento?
Hay dos formas en las que se devalúa el conocimiento, de acuerdo a un estudio del Instituto Internacional para el Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA, por sus siglas en inglés). La primera tiene que ver con el grado de obsolescencia tecnológica impulsada por la innovación; en la segunda el conocimiento se deprecia debido a la rotación de los titulares del mismo.
El instituto con sede en Laxenburg, Austria, calcula en un reporte que, en el campo de la tecnología energética, hay tasas de depreciación del conocimiento entre 10 por ciento por año en turbinas eólicas y 30 por ciento al año en energía solar.
Pero en otras industrias, como los servicios, la devaluación del conocimiento puede ser de hasta 100 por ciento al año. Esto se debe a que el personal es el poseedor del ‘stock’ de conocimientos y las elevadas tasas de rotación del personal (por cualquier razón) se asocian con la depreciación del conocimiento, especialmente si el personal ocupa posiciones clave con respecto a la gestión del mismo.
“El tema de la depreciación del conocimiento está sub-investigado, sin ningún documento de revisión disponible en la literatura”, agrega IIASA en su estudio, publicado en enero de 2016.
La experiencia está sobrevalorada
Aún muchas empresas consideran la experiencia como el principal factor que puede dar a un candidato el puesto de trabajo, pero las constantes disrupciones en los negocios y en el mundo hacen que este elemento pierda más peso. Lo mismo ocurre con las empresas, que por años pudieron dominar en su segmento, pero de repente se ven en jaque por los cambios tecnológicos.
“El conocimiento adquirido de la experiencia puede ser básicamente más susceptible a la depreciación que otros tipos de conocimiento”, dice IIASA en su estudio. El clásico “aprender haciendo” es más propenso a devaluarse porque es menos probable que la experiencia en la producción sea codificada en actividades de investigación y desarrollo.
“Antes hablábamos del ‘Product Center’, lo importante era hacer el mejor producto, un producto maravilloso. Ya no. Hoy estamos hablando de ‘Client Center’, donde manda el cliente y tiene alternativas para comprar. Tenemos que estar escuchando y viendo al cliente”, recomienda Jorge Cabrera, de KPMG.
Empresarios mexicanos se confían
Ante los cambios tecnológicos, la innovación ya no es una opción, sino el camino a seguir. Pero, al parecer, muchas empresas mexicanas aún no atienden el llamado.
En el país, sólo dos de cada diez directores de empresas piensan que la disrupción de un nuevo modelo de negocio le va a afectar. Mientras que a nivel global, a cinco de cada diez les preocupa, de acuerdo con la encuesta Perspectivas Globales del CEO 2017 de KPMG.
“Nos estamos confiando”, alerta Jorge Cabrera. Muestra de ello es que, según la encuesta hecha a 1,200 directivos de empresas globales, sólo 3 de cada diez CEOsmexicanos están preocupados de que nuevos factores estén penetrando en sus modelos de negocio, mientras que en el promedio global, 7 de cada diez están inquietos por esta cuestión.
“Otros empresarios dicen ‘ese tema no me va a pegar’. No hay una sola industria que no vaya a ser impactada de manera importante por la disrupción. Ya sea en sus sistema de distribución, su sistema de producción, o por un tema reputacional, pero no habrá ninguna industria que no sea afectada.”
Sólo dos de cada diez empresarios, según la encuesta, está trabajando en un tema de disrupción, contra cinco de cada diez en el promedio global.
El socio de KPMG advierte a los directivos de México dos cosas. La primera es que tienen que entender y analizar cómo su industria será directamente afectada; y la segunda es que la innovación no vendrá de afuera ni de ningún colaborador, sino que tiene que originarse desde adentro.
“El talento es importantísimo, pero difícilmente alguien vendrá de afuera y te generará innovación.”
La experiencia y conocimiento de las personas y las empresas se devalúa más rápidoque nunca, y México va (muy tarde) en aceptar la innovación como el camino a seguir.
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