En el siglo XVII kerían ke eskribiésemos así
Decía Gonzalo Correas en una carta enviada al príncipe Baltasar Carlos de Austria en 1630 —tenía solo un año, pero se pedía a su padre el rey Felipe IV que se la hiciese llegar en su momento— que no tenía sentido representar el sonido /f/ con una ‘ph’ ni el /k/ con ‘ch’, como todavía se hacía en palabras como filosofía (philosophia) o Cristo (Christo).
Estaría contento sabiendo que en la actualidad esa costumbre ha sido desechada. El resto de nuestra ortografía, no obstante, le parecería todavía un fracaso, empezando por cómo escribimos su propio nombre: él firmaba siempre como Gonzalo Korreas, katedrático de la Universidad de Salamanka.
Humanista, helenista, gramático, lexicógrafo y ortógrafo nacido en Extremadura, Korreas es famoso principalmente por la reforma ortográfica que propuso en su Ortografía kastellana nueva i perfeta, en la que intentaba ajustar la escritura del español al ideal ya defendido por «el Antonio» (se refiere así a Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática del español) de escribir como se pronuncia, pronunciar como se escribe. La ortografía castellana del momento, decía, estaba llena de corrupciones heredadas principalmente del latín. Y ¿por qué iba a tener que saber una persona latín y griego para poder escribir bien en español?
Su propuesta insiste en hacer que todo sea más simple: que cada fonema español tenga una letra y que cada letra represente un único fonema. Así, las letras que en ese momento tenían dos o más oficios debían desaparecer o entregar uno de esos oficios a otra letra. Por ejemplo, la ce, a la que parece aborrecer por encima de todas las cosas, desaparece, y es sustituida por la ka, a la que «sakaremos á plaza», y la zeta.
Son eliminadas también la y griega, ya ke Korreas opina ke la i con vokal tónika se «ablanda y pega en ditongo», pero no se konvierte en konsonante; la «adúltera j», ke se empezaba a usar en ese momento para ese sonido en palabras kuia pronunziazión estaba derivando de ‘i’ a’ j’ (Ierusalém, Iesús) i ke no era más ke una ‘i’ alargada para un sonido para el ke ia estaba la ‘x’ (la ‘x’ era la letra ke se usaba para nuestra jota en ese momento); y la ‘qu’, letra «inpertinente» ke no solo representaba un sonido para el ke ia hai otra letra, sino ke además lo hazía con dos letras de las ke una no se pronunziaba (¡kaos!).
Kedan otras letras con dos ofizios ke no se eliminan, pero para las ke Korreas también ofreze kambios: la ‘g’ debe sonar siempre komo en ga, go, gu, también en ge i gi sin nezesidad de esa ‘u’ muda i absurda. Para el sonido fuerte ia tenemos la ekis. En kuanto a la hache, en akel momento todavía se pronunziaba con una aspirazión en palabras ke en latín eran con ‘f’ (harina, hermoso). Para esas, klaro, se mantiene; para las mudas, se elimina.
I ¿ké pasa kon las letras dobles komo ‘ll’, ‘rr’ o ‘ch’? Akí Korreas es algo menos radikal i se keda a medio kamino: se limita a konvertirlas en una uniéndolas kon «un sutil rrasgillo» para ke sean letras únikas i autónomas [no emos enkontrado kómo hacerlas en el teklado, así ke no podemos introduzirlas en este artíkulo].
Un momento, ¿«rrasgillo»? Sí: los griegos tienen la kulpa de lo ke pasa kon los dos sonidos, fuerte i débil, de la ‘r’, ia ke «si ellos hizieran dos letras, komo devian, una para el un ofizio, la otra para el otro, kedaramos en paz». Pero no lo hizieron, por lo ke el pobre Korreas tiene ke okuparse también de esto: esa nueva ‘rr’ unida ke a kreado se usará siempre para el sonido fuerte; la ‘r’, para el débil.
Kedan, tristemente, fuera de su tratado las dos letras ke más problemas kausan a disléksikos i niños ke aprenden a eskribir. La be y la uve no representaban todavía un úniko sonido, por lo ke Korreas no intenta unifikarlas. No obstante, en un komentario suio se dexa entrever ke la konfluenzia ia a empezado: propone llamar a la uve va en vez de ve, «por apartalla de la be, porke muchos las konfunden».
No akaba akí la rreforma. El umanista se karga también una de las rreglas más rrepetidas en klases de Lengua: ‘m’ antes de ‘b’, ‘p’ o ‘m’. Esto es kulpa también de los griegos, ke notaron ke el sonido de la ‘n’ kambia un poko ante algunas konsonantes i la kambiaron «kontra toda rrazón». Los rromanos eredaron la rregla «kon deskuido» i así llegó asta nosotros. ¿Por ké, se pregunta Korreas, eskribimos tan bien separado con ene y también xunto kon eme, si en ambas el sonido es el mismo? Fuera rregla sin sentido.
Kontra los grupos konsonántikos kultos, esos ‘pt’, ‘gn’, ‘ct’, etz., no tiene nada a priori, porke no les dedika ninguna sekzión. Pero en rrealidad sí lo tiene, porke direktamente los elimina. El propio nonbre del tratado habla de una ortografía perfeta.
Hai más, porke una vez ke te propones rreformar la ortografía, ¿por ké parar en el sinple número i uso de las letras i no ir más allá? Además de proponer nuevos nonbres (eliminar la ‘e’ de delante en todas las ke la tienen, dexando efe, por exemplo, en fe), se lanza kon un nuevo orden alfabétiko: primero irán las vokales, luego las konsonantes ke él llama finales (r, l, n, s, z, x, d), a kontinuazión las siete likidantes (f, g, b, k, p, t, v) y, por último, las seis antevokales (m, rr,ch,ll, ñ, h).
No sabemos ké salió mal. ¿Kizá Felipe IV era, komo somos aora, un esnob ke no kería azerkar la ortografía al pueblo llano i nunka le enseñó este tratadito al prínzipe Baltasar? Interné (¿lo eskribirías así, amigo Gonzalo?) sería un lugar más aburrido sin disputas ortográfikas, sin duda, i nadie se podría eskandalizar por adoleszentes eskribiendo kon ka (¡aunke podría esistir una korriente de defensores de la ortografía osoleta del siglo XVII!).
El pobre Korreas murió solo un año después de enviar lleno de ilusión su ortografía al prínzipe, en la ke se imaxinaba un «siglo de oro» en el ke se hallarían sus suzesores «sin ke ninguno pueda inorar la ortografía hasta el más rrudo, si les dexamos esta tan perfeta». Ubo siglo de oro, sí, pero no el soñado por Korreas. Sirva este artíkulo de pekeño i umilde omenaxe.
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