Por qué se ha duplicado el número de jóvenes que van a la universidad en América Latina (y cuál es el lado negativo de este fenómeno)
Image: REUTERS/Benoit Tessier
Un informe sobre la educación superior en América Latina y el Caribe que publicó el Banco Mundial (BM) resalta un dato muy positivo: en los últimos 15 años se duplicó, en promedio, la tasa bruta de matrícula.Pasó del 21% en 2000 a 43% en 2013.
Pero esa buena noticia llegó acompañada de dos malas.
A pesar de que hay el doble de estudiantes universitarios, la cantidad de graduados, lejos de aumentar, se redujo drásticamente.
Las cifras del Banco Mundial muestran que hoy, solo la mitad de los jóvenes de 25-29 años que comenzaron una carrera universitaria la terminan. En cambio, quienes tienen el doble de edad (60-65 años) tuvieron una tasa de graduación promedio del 73%. En tanto también cayó la calidad educativa.
¿Por qué? Porque muchos de esos nuevos estudiantes que ingresaron al sistema educativo tienen “escasa preparación académica”. Lo cual también explica por qué abandonan sus carreras.
Para entender mejor el fenómeno y el estado actual de la educación superior, te presentamos un resumen de cincos aspectos positivos y cinco negativos que resalta el estudio.
Lo bueno:
1. Se duplicó la cantidad de estudiantes universitarios
En la actualidad en América Latina y el Caribe hay 20 millones de estudiantes de educación superior. El crecimiento más fuerte se dio en el siglo XXI. Mientras que entre 1991 y 2000 la matrícula pasó del 17% al 21%, el salto llegó en la década siguiente, cuando llegó al 40% en 2010.
¿A qué se debió el fuerte aumento?
Según el informe, al “incremento del número de graduados de la educación secundaria, el crecimiento del ingreso y la eliminación de restricciones de liquidez mediante becas y préstamos”.
2. La educación superior es más igualitaria
El gran motor detrás del crecimiento de la matrícula fueron los estudiantes de ingresos bajos y medios.
En 2000 el 50% más pobre de la población representaba el 16% del estudiantado. En 2012 esa cifra aumentó al 24%.
En términos nominales, el Banco Mundial estima que hoy hay 3 millones más de estudiantes de sectores pobres matriculados en la educación superior que en el año 2000. En total, estos jóvenes explican cerca del 45% del aumento de la matrícula.
Ese crecimiento puede verse especialmente en las universidades públicas pero también hay un mayor porcentaje de estudiantes de ingresos bajos y medios en las instituciones privadas.
3. Hay más universidades e instituciones de educación superior
El crecimiento de la matrícula en la región ha estado acompañado por una gran expansión de la oferta.Desde 2000 se han abierto aproximadamente 2.300 instituciones nuevas, llevando el total a 10.000.
En tanto, en los últimos quince años se duplicaron los programas educativos, que hoy alcanzan los 60.000.
4. Más y mejor gasto educativo
Hoy en América Latina y el Caribe hay una inversión en educación superior “similar a la del mundo desarrollado” si se mide como porcentaje del producto interno bruto (PIB), señala el informe. Esto es muy meritorio ya que la región es más pobre.
Además, el estudio echa por tierra la percepción popular según la cual el gasto en educación superior es regresivo porque los estudiantes de ingresos elevados se benefician desproporcionadamente de él.
“Encontramos que el gasto actual en educación superior es (al menos ligeramente) progresivo debido a la creciente presencia de estudiantes de ingreso bajo y medio”, dice el trabajo.
5. Mayor participación del sector privado
El sector privado acompañó el crecimiento de la matrícula más que el sector público.
La mayoría de las instituciones y los programas educativos nuevos fueron creados por este sector, llevando su cuota de mercado del 43% al 50% entre 2000 y 2013.
Además, pese a sus bajos ingresos, muchos de los estudiantes nuevos pudieron financiar su educación superior privada “gracias a los préstamos educativos y las becas existentes en algunos países, así como al aumento reciente de los ingresos familiares”.
Lo malo:
1. Menos graduados
Como ya hemos dicho, el estudio revela que solo la mitad de los latinoamericanos que empiezan una carrera se gradúan. Establece que cerca del 50% de esos que abandonan lo hacen durante el primer año de sus estudios. Atribuye el fenómeno, entre otras cosas, a la falta de sistemas de asesoramiento y apoyo a los estudiantes en la región, en especial en comparación a países como Estados Unidos.
También critica el hecho de que “los estudiantes de la región normalmente tienen que elegir un programa en su primer año en la universidad en lugar de cursar asignaturas generales, como sucede en EE.UU.”Y menciona las dificultades para cambiar de programa o de institución, lo que limita a los estudiantes.
Pero también apunta contra las instituciones y contra las políticas educativas.
Señala que “el hecho de que aproximadamente el 30% de los estudiantes que abandonan el sistema lo hagan después de cuatro años cuestiona la duración e idoneidad de los programas”.
Y critica a los países que ofrecen gratuidad universal ya que esta “no suele crear incentivos tan deseables, pues con ella el estudiante ya no asume el costo de su educación o el riesgo de no graduarse”.
2. Menos calidad educativa
Esta parece ser la principal contracara del rápido crecimiento de la matrículación.
“El estudiante promedio cuya representación ha crecido en la educación superior (el estudiante 'nuevo') procede de familias de ingreso bajo y (…) está menos preparado académicamente que sus pares procedentes de entornos más favorecidos”, afirma el Banco Mundial.
“Dado que la correlación entre el ingreso de las familias y la habilidad de los estudiantes es positiva, los estudiantes de ingresos bajos son, en promedio, estudiantes de habilidad baja”, señala el informe, en uno de sus párrafos más sensibles. Esto, según los expertos, lleva a un “deterioro de los resultados”.
Al igual que con la tasa de abandono, aquí también el estudio responsabiliza en parte a las instituciones. “Se les deben dar incentivos para que contribuyan al éxito de los estudiantes; su suerte debe estar ligada a la de sus estudiantes”, aconseja.
3. Plazos muy prolongados para graduarse
Atados a los primeros dos fenómenos está el hecho de que quienes sí logran graduarse, tardan mucho en hacerlo.
En promedio, un 36% más de lo estipulado -según el estudio-, aunque “en algunos países, algunos estudiantes tardan el doble en graduarse de lo que se supone que deberían”.
Esto tiene dos consecuencias. Por un lado, son más los años que los jóvenes pasan sin percibir ingresos propios de un graduado universitario, lo que a veces los lleva a abandonar. Por otra parte, esos estudiantes que no se gradúan a tiempo y reciben financiamiento público “consumen recursos fiscales valiosos”.
“El hecho de que los programas de educación superior sean más largos en muchos países de América Latina y el Caribe que en el mundo desarrollado, unido a que es más complicado cambiarse de programa, también podría obstaculizar la graduación”, observa el reporte.
4. Poca diversidad de carreras
La mayoría de los nuevos programas educativos que se han abierto desde 2000 han sido en Administración de Empresas, Derecho y Ciencias Sociales.
Esta última es la gran favorita de la región, en comparación a países anglosajones. En cambio, son pocos los que eligen estudiar Ciencia o Ingeniería, lo que genera un déficit en América Latina. Según el Banco Mundial, la culpa no solo la tienen los estudiantes y sus elecciones.
“Muy poco del financiamiento se asigna de modo competitivo a las instituciones de educación superior (sean públicas o privadas) en función de su producción investigativa, lo cual podría explicar por qué las universidades de la región no producen más graduados en Ciencias”, apunta el estudio.
5. Las universidades públicas como única opción
“Cuando los hacedores de política subvencionan las instituciones públicas pero no dan ayuda financiera para asistir a las privadas contribuyen a crear una demanda cautiva para las instituciones públicas - la de los estudiantes que no tienen otra opción”, remarca el trabajo.
Agrega que se “debe prestar mucha atención al poder de mercado resultante para las instituciones de educación superior públicas”.
Además, destaca que “un rasgo distintivo de la región es la fuerte preferencia de los estudiantes por asistir a instituciones cercanas a su hogar”.
Y advierte: “Hay que tener un cuidado especial para evitar que esas instituciones exploten su poder de mercado natural ofreciendo servicios de calidad baja”.
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