Lo que Silicon Valley debería aprender de Latinoamérica
En una ronda de presentación de proyectos en Silicon Valley, en la que estuve presente, ovacionaron los proyectos que habíamos mostrado. Si bien todos estábamos orgullosos de nuestros resultados, aquel auditorio suponía una vara de calidad inigualable.
Una de las presentes, casi leyendo nuestros pensamientos explicó que le resultaba muy refrescante encontrarse con emprendedores que estuvieran resolviendo problemáticas “reales”, es decir, que se enfocaran a problemas de la sociedad y no en las ‘necesidades’ del mercado.
Y así, con el pecho en alto salimos de los headquarters de Microsoft en Silicon Valley. Este era el segundo día del tour que organiza Posible todos los años a la meca del emprendimiento.
Después de esto reflexioné un poco sobre lo ocurrido. Por años había enaltecido a Silicon Valley en un pedestal inquebrantable, creyendo con ingenuidad que la gente aquí era más talentosa, tenía mejores ideas y llegaban más lejos que sus homólogos latinoamericanos.
Sin embargo, ahora el panorama resultaba muy diferente. No sólo estábamos (y seguimos estando) en posibilidad de alcanzar la vara de calidad más alta, si no que entendí que Latinoamérica tiene una ventaja interesante sobre su vecino del norte.
Quiero aclarar que esto no significa que no tengamos mucho que aprender de ellos. Silicon Valley transpira un ambiente de entusiasmo y apertura increíble que promueve la diversidad y la innovación. En otra ocasión compartiré las muchas lecciones que aprendí allá, pero creo que poco se habla de lo que podrían aprender ellos de sus hermanos latinos.
Una de las lecciones más importantes en el emprendimiento social es que debemos enamorarnos del problema y no de la solución. En esencia, resulta peligroso cerrarse a una propuesta concreta (o en tu solución ideal) en vez de enfocarse en el objetivo último y estar dispuesto a pivotear cuando sea necesario.
De esta manera, importa poco las veces que fracasen tus proyectos, mientras te siga motivando la idea de solucionar la problemática que tanto detestas. Avanzando con paciencia hacia la propuesta indicada.
Un enfoque que sobresale, creo yo, con el imaginario de Silicon Valley, donde se vive un frenesí impresionante por tener una idea genial, es desarrollar un proyecto lo suficiente para que sea atractivo y luego “vendérselo” a un consorcio de talla mundial o recibir un financiamiento multimillonario por algún Venture Capitalist.
Y es precisamente eso lo que me parece valioso de Latinoamérica. El motivo por el que una de las presentes se impresionó aquella vez fue porque nosotros tenemos problemas muy obvios que resolver.
Si logramos transformar esa falta en una ‘área de oportunidad’, si dejamos de buscar abundancia y nos enfocamos en esa escasez, entonces podremos fundar empresas que tengan una identidad tan sólida y una cultura organizacional tan apasionante, que nunca dejarán de ser vigentes.
En Disruptivo.TV hablamos mucho de por qué emprender con un enfoque social es la mejor apuesta para el futuro. Y es que, cada año hay más empresas, y por lo mismo, la competencia en todos los mercados crecerá a tal punto que la pregunta no será “¿Qué hace tu empresa?” sino “¿Por qué debo elegirte a ti sobre los demás?”.
En ese sentido, establecer un proyecto que tenga a las personas en el centro es tener la ventaja; sobre todo cuando fuiste tú quien les resolvió aquella necesidad tan urgente y tan ignorada por tanto tiempo.
Así que si eres un emprendedor latino, y tú también tienes a Silicon Valley en un pedestal, entonces ve al espejo y pregúntate de nuevo de qué problema estás enamorado y cómo puedes construir algo sólido y apasionante.
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Andrea Willige
11 de noviembre de 2024