Los trabajadores del mundo, ante un futuro incierto
Cada año, el 1 de mayo celebramos el Día Internacional de los Trabajadores, una jornada que nos ofrece un espacio para la reivindicación y una nueva oportunidad para la reflexión. Tener un buen trabajo es el tema que más preocupa a los ciudadanos de todo el mundo, según una encuesta reciente. Por ello, viendo el panorama del mercado laboral y el escenario incierto que se aproxima, todos los trabajadores (también los de América Latina y el Caribe) tenemos razones de sobra para sentir inquietud.
Camiones que se manejan solos, restaurantes que sirven comida sin cocineros ni meseros… Ideas así nos hubieran parecido ciencia ficción hace no tanto. Sin embargo, los increíbles avances tecnológicos de los últimos diez años han permitido a la automatización llegar adonde antes nos parecía imposible. El avance de los robots, que se ha sentido especialmente en sectores como las industrias eléctricas, metales o maquinarias, amenaza con dejar obsoletas muchas ocupaciones tradicionales.
Ahora bien, parece poco creíble pensar en un mercado laboral dominado por las máquinas. De hecho, diversos autores apuntan a que, más que sustituir ocupaciones, la automatización está llamada a reemplazar tareas, especialmente las más rutinarias. Los trabajadores, por tanto, se dedicarán más a aquellas actividades en las que el talento humano es imprescindible y, por el contrario, lo más rutinario irá poco a poco cayendo en manos de las máquinas.
A día de hoy no podemos describir con exactitud cómo será el mercado laboral del futuro. No obstante, ya contamos con algunas pistas, y algunas no son tan positivas como desearíamos. Así, un reciente estudio demostró que la introducción de los robots industriales en Estados Unidos ha tenido impactos negativos en la demanda de trabajo y en los salarios. Quizá es pronto todavía para dar la voz de alarma, pero es cierto que esta no es la primera vez en la que los académicos arrojan más sombras que luces sobre cómo eso que denominamos la Cuarta Revolución Industrial está impactando en los trabajos.
Al margen de la automatización, otras tendencias están ya cambiando nuestra concepción tradicional del trabajo. Por ejemplo, la tecnología está provocando que el mercado laboral avance hacia una mayor movilidad y flexibilidad: la necesidad de una oficina para trabajar o el ‘empleo para toda una vida’ son convenciones que parecen condenadas a desaparecer. Por otra parte, la economía ‘freelance’ sigue ganando terreno (Uber, Upwork, etcétera) y, fruto de ello, muchos trabajadores han pasado de ser empleados a contratistas de una compañía, sin los beneficios que típicamente asociamos al trabajo formal (seguro de salud, pensiones, o vacaciones).
Ante ese escenario incierto, ¿en qué condiciones llega América Latina y el Caribe? La realidad es que la región va a tener más tiempo para prepararse para el mercado laboral del futuro, aunque por las razones equivocadas: la precariedad laboral de la mayoría de los trabajadores reduce los incentivos a automatizar. A ello además se le se une el hecho de que la región se encuentra rezagada desde el punto de vista tecnológico. Así, en América Latina menos de un 10% de los hogares pobres cuentan con acceso a internet y menos de un tercio de las personas con menores ingresos disponen de un celular con el que conectarse a la red. Esta baja penetración de la tecnología es la que, posiblemente, hace que a día de hoy se vean todavía pocos indicios de automatización en la región.
Para poder convertirse en países de ingreso alto, los países de la región necesitan innovar y adoptar nuevas tecnologías para poder crecer. Pero todo ello cambiará la demanda de trabajo hacia personal más calificado, con mayores habilidades de lenguaje y cálculo, mayor capacidad de aprender a aprender, de pensamiento crítico, de comunicarse efectivamente y de trabajar en equipo.
Dada la escasez de habilidades en la región, la falta de personal calificado puede convertirse en un cuello de botella importante para el crecimiento. Asimismo, la insuficiente calificación será un impedimento importante para encontrar un empleo en este futuro del trabajo. Por otro lado, la tendencia hacia una mayor flexibilidad y más trabajo freelance va a requerir una reflexión profunda acerca de cómo proveer protección social. La historia demuestra que es difícil poner palos en las ruedas del cambio tecnológico. A los desafíos estructurales de la región de alta informalidad y precariedad se unen aquellos nuevos asociados a la Cuarta Revolución Industrial Es por ello tiempo de reflexionar colectivamente acerca de qué tipo de sociedad deseamos construir: ¿qué futuro del trabajo queremos para la región?
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22 de octubre de 2024