Los riesgos globales que simplemente no desaparecen
Uno de los resultados clave del Informe de Riesgos Globales de este año es que la desigualdad y la polarización se clasifican ahora entre los tres principales, como impulsores subyacentes de los riesgos mundiales.
En cualquier circunstancia, esto representaría una dura evaluación de los desafíos sociales, económicos y políticos a los que se enfrenta el mundo. Sin embargo, después de un año especialmente cargado para la política mundial en 2016, lo que está en juego es importante. Se están ganando y perdiendo elecciones sobre la base de una creciente frustración y la disminución de la confianza en los políticos y las instituciones políticas. Existe un riesgo cada vez mayor de que el descontento popular con el proceso político afecte la toma de decisiones a nivel nacional en todo el mundo y obstaculice la colaboración a nivel mundial.
Los resultados del Informe de Riesgos Globales de este año resonaron con fuerza especialmente ante la toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos y los preparativos del Reino Unido para abandonar la UE. Pero los resultados no se apartan radicalmente de lo que hemos estado diciendo en ediciones anteriores. Desde hace ya muchos años, el Informe de Riesgos Globales viene poniendo de relieve un conjunto constante de debilidades sociales, económicas y políticas.
Por ejemplo, en 2007 y 2008 las clasificaciones del Informe mostraron que la desglobalización en las economías avanzadas estaba ligada al riesgo de mayor impacto. En 2011, el informe se centró en “la desigualdad económica y las deficiencias en materia de gobernanza”; en 2014, destacó “las preocupaciones de la sociedad, incluidas la ruptura de las estructuras sociales, la disminución de la confianza en las instituciones, la falta de liderazgo y la persistencia de las desigualdades de género”; en 2015, señaló que “la fragilidad de las sociedades es un motivo de preocupación creciente” y advirtió contra el excesivo optimismo económico, al indicar que podría “reflejar un falso sentido de control, ya que la historia demuestra que las personas... Con frecuencia son sorprendidas por los mismos riesgos”; el año pasado, se centró en la paradoja del “ciudadano (des)empoderado”.
Anualmente evaluamos 30 riesgos globales separados, así como 13 tendencias o impulsores subyacentes. Los riesgos se dividen en cinco categorías: económicos, ambientales, geopolíticos, sociales y tecnológicos. Si en el gráfico a continuación observamos la evolución de los cinco principales riesgos en términos de impacto percibido y probabilidad, podremos ver un patrón claro, en el que inicialmente predominan los riesgos económicos hasta que se desvanecen por el protagonismo de otras categorías de riesgos —en especial el medioambiente— que pasan a primer plano.
Este cambio se produce en 2012, que fue un año decisivo para la respuesta mundial a la crisis financiera. Fue cuando Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, prometió hacer “lo que fuera necesario” para evitar el derrumbe del euro. Estas palabras del Sr. Draghi con frecuencia se consideran como el final de la fase aguda de la crisis mundial, pero ciertamente no se deben considerar como el inicio de una era libre de riesgos económicos. Aún cuando en los últimos años los riesgos económicos han desaparecido de las listas de los cinco primeros, siguen siendo un elemento fundamental de las interconexiones y repercusiones que caracterizan el panorama de los riesgos mundiales.
Tomemos como ejemplo los dos últimos años, que en el gráfico anterior tienen entre ellos solo un riesgo económico azul. ¿Significa eso que en los últimos dos años los riesgos económicos no importaron? Absolutamente no. En ambos años la desigualdad se clasificó como el impulsor más importante de los riesgos mundiales. Y en ambos años el par más importante de riesgos interconectados fue el desempleo y la inestabilidad social.
El panorama de riesgos mundiales continúa atravesado por consideraciones económicas, sobre todo en lo que respecta a su efecto rezagado sobre el proceso político. Por este motivo, una de las primeras cosas que analizamos en el Informe de este año es la necesidad de que los responsables políticos se ocupen más del frente económico: impulsar el crecimiento, pero también reformar el capitalismo de mercado para ayudar a reparar las fracturas cada vez más marcadas que se pueden ver en muchas sociedades.
Existe una tentación comprensible de considerar cada edición del Informe de Riesgos Globales de manera aislada, y enfocarse en cuáles son los riesgos individuales que se desplazan hacia arriba y hacia abajo en la clasificación. Esta es una parte importante del análisis presentado en los Informes, pero la misma importancia (o más) tienen las conexiones que se deben establecer entre los diversos riesgos, y la manera en que estos patrones cambian año tras año. Solamente podremos fomentar la resiliencia del mundo si nos enfrentamos con las interconexiones implícitas e irreducibles del panorama de riesgos mundiales.
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Andrea Willige
20 de septiembre de 2024