Cómo y dónde buscar fondos para emprender un negocio
Al igual que el de muchos emprendedores sociales, el sueño de Ernesto es crear un producto de bajo costo que llegue a muchas personas. Sin embargo, se enfrenta al mismo obstáculo que cualquier emprendedor: la falta de recursos.
En su búsqueda por democratizar su exoesqueleto, Ernesto buscó a inversionistas mexicanos, pero no obtuvo una respuesta positiva. “Creen que mi proyecto tendrá retornos de inversión muy largos y que su riesgo es alto”. ¿Qué le queda a Ernesto ante la negativa? Lanzar una campaña de fondeo colectivo para financiarse, y buscar inversionistas en Estados Unidos.
El fondeo colectivo o crowdfunding es uno de los distintos tipos de financiamiento para emprendedores. Aquí, el emprendedor se conecta con prestamistas que quieran aportar recursos a su proyecto. El fondeo se hace a través de internet.
Hay dos tipos de financiamiento por crowfunding: a) plataformas basadas en donaciones filantrópicas o contribuciones que únicamente esperan obtener una recompensa a cambio, como un producto o servicio relacionado con el proyecto que apoyaron; en esta categoría se encuentran FondeadoraMx e Ideame, por ejemplo. b) plataformas financieras, en las cuales los préstamos deben devolverse con una tasa de interés; entre estas plataformas destaca Prestadero.
En esta categoría pueden ser incluidos los inversionistas que, al prestarle dinero a un emprendedor, le piden un porcentaje de las acciones de su empresa. Play Business y Crowdfunder son plataformas de este tipo, pero hay 20 más, agrupadas en la Asociación de Plataformas de Fondeo Colectivo (Afico).
Otro tipo de financiamiento lo otorgan los inversionistas ángeles: emprendedores que fueron exitosos y que ahora son empresarios. De acuerdo con Federico Antoni, fundador y socio director del fondo Antoni & Lelo de Larrea Venture Partners (ALLVP), los inversionistas ángeles generalmente apoyan proyectos de su misma industria o negocio.
Aportan dos cosas esenciales: dinero –en un modelo más institucional que la familia y los amigos, que son los primeros en poner su dinero para que un emprendedor comience a hacer realidad su sueño– y expertise, con un enfoque de mentor. Desafortunadamente, en México no hay suficientes inversionistas ángeles.
Los fondos de capital semilla son más institucionales que los inversionistas ángeles. Aportan apoyo financiero temporal en forma de crédito simple para el arranque y la etapa inicial de un negocio.
El venture capital o capital de riesgo es otro tipo de fondo que capitaliza a empresas que están comenzando o que operan en mercados de alto crecimiento.
Por último está el private equity o capital privado. Algunos de estos fondos invierten en proyectos con alto potencial que aún están en etapa de creación o de desarrollo (capital semilla y capital emprendedor) y otros, en empresas consolidadas, pero que todavía tienen gran potencial de crecimiento.
Estos fondos participan activamente en la administración del negocio, haciéndolo más productivo, y toman posiciones accionarias. En el país operan 62 fondos de capital privado y se agrupan en la Asociación Mexicana de Capital Privado (Amexcap).
El mercado mexicano de capital privado para emprendimientos vale 1,520 millones de dólares (mdd): apenas 4% de los 38,000 mdd que hay en la gran bolsa del capital privado. La mayor parte de ese dinero está invertido en bienes raíces (30%), infraestructura (20%), y empresas pequeñas y medianas que ya operan (38%).
Otras fuentes de financiamiento para emprendedores son la banca comercial, las sociedades financieras de objeto múltiple (Sofomes), el arrendamiento puro, el arrendamiento financiero y el factoraje, entre los más comunes. Sin embargo, este tipo de financiamientos son más un crédito que una inversión.
Como parte del ecosistema emprendedor (que involucra a universidades, gobierno, iniciativa privada), los corporativos y las grandes empresas deberían redoblar sus esfuerzos en materia de responsabilidad social emprendedora.
No se trata solo de apoyar la educación, la lucha contra el sida o a los niños de la calle, sino de invertir en innovación, en empresas de alto impacto que generan empleos e impulsan la economía del país, como suele ocurrir con las creadas por los emprendedores, cual es el caso de las startups.
En efecto, muchas veces las ideas más innovadoras surgen en startups, no en las grandes corporaciones. Así ocurrió con el negocio fintech: fueron emprendedores innovadores quienes desarrollaron servicios financieros disruptivos, más eficaces y menos costosos, utilizando tecnología.
A veces, disponer de un área de innovación dentro de la empresa es complejo, así que apoyar con recursos a un emprendedor de alto valor, de alta tecnología o de investigación y desarrollo es una buena opción.
Otra forma de apoyar es “consumiendo” emprendimiento. Como las startups de alto impacto resuelven problemas y satisfacen necesidades de manera efectiva, los corporativos debieran comprarles sus soluciones.
Ahora bien, ¿en qué etapa debe estar la startup a la que un corporativo quiere apoyar? Daniel Moska, director del Instituto de Emprendimiento Eugenio Garza Lagüera, del Tecnológico de Monterrey, dice que se necesitan recursos en cualquier etapa, aunque en etapas tempranas el riesgo es mayor. “Entonces habrá que invertir más en mentoría, networking, management, gobierno corporativo, etc., para mitigar el riesgo y hacer que la startup crezca más rápido”, explica.
Invertir en portafolios de emprendimientos de alto valor y no en una sola startup también disminuirá los riesgos. Los cetes dan rendimientos de entre 4 y 5%; la Bolsa, de entre 10 y 12%; y un portafolio de startups de alto impacto, de entre 25 y 35%.
El secreto está en seleccionar bien los proyectos: que sean innovadores, que usen tecnologías de información, que estén conformadas por equipos multidisciplinarios y que sean diversificables. No es lo mismo inyectar capital a un restaurante que invertir en proyectos de alto impacto que atenderán a mercados de gran crecimiento.
La lógica de cualquier inversionista es maximizar el retorno de su inversión, de acuerdo con el riesgo que está tomando. Pero la mentalidad de la empresa inversionista debería ir más allá: al invertir en el sector de innovación, en emprendedores de alto impacto, estará generando cambios positivos en el país, apoyando la creación de empleos de mayor valor, conectando con más emprendedores y aprendiendo de sus procesos.
Esto fomentaría el ecosistema emprendedor y crearía toda una generación de emprendedores de alto impacto que podrían ser escalables y, ¿por qué no?, hasta globales. Compañías de este tipo son las que tanta falta le hacen a México, sobre todo en tiempos difíciles como los actuales
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Andrea Willige
11 de noviembre de 2024