5 razones por las que urge transformar el modelo de aprendizaje
Image: REUTERS/Alexandre Meneghini
Todo indica que tenemos una tendencia natural hacia el aprendizaje. Desde que nacemos, nos dedicamos a explorar el mundo que nos rodea e interiorizamos estímulos que van conformando nuestra comprensión de los demás y de nosotros mismos. Luego viene la época de los porqués.Nuestra curiosidad está tan despierta que hacemos preguntas a todos, de todo y por todo. Lamentablemente, a medida que crecemos, pocos son los afortunados que siguen desarrollando tan importante inclinación. Conforme pasan los años, va ocurriendo un fenómeno extraño: dejamos de cuestionarlo todo, nos conformamos con la respuesta “porque así es y ya”, y vamos destinando menos tiempo y esfuerzo a observar, explorar e investigar.
A nuestra situación tampoco le ayuda el que pasamos la mitad de nuestras vidas dentro de una institución en la que la norma es mantenerse callados, sentarse en filas derechas sin ver a los demás, transcribir dictados y copiar mecánicamente procedimientos. El investigador británico Sir Ken Robinson lo ha concluido una y otra vez: “Las escuelas matan la creatividad” (2007; 2015). Así que no, no es sorpresa que poco a poco, nuestra tendencia natural a aprender se vaya atrofiando.
Esto resulta problemático, ya que estamos hablando de instituciones que tendrían que ser expertas en la enseñanza y el aprendizaje. Sin embargo, si le preguntáramos a un grupo de personas cuál ha sido su experiencia de aprendizaje más significativa y memorable, lo más seguro es que la mayoría no pensaría en eventos que ocurrieron en el aula. Muchos incluso fruncirían el ceño ante la idea de la escuela y, lo que es una verdadera tragedia, el aprendizaje.
Los tiempos han cambiado, pero la escuela desafortunadamente no lo ha hecho. Sin duda, necesitamos transformar el proceso de enseñanza-aprendizaje por muchas razones, entre las que destaco las siguientes:
1. Bajos resultados educativos
A pesar de que las pruebas estandarizadas no son sinónimo del desarrollo integral de nuestros niños y jóvenes, y tenemos todavía el reto de diseñar evaluaciones pertinentes, sí nos arrojan conclusiones importantes. Son preocupantes los resultados que tenemos en pruebas como PISA[1]. En 2012, el 55% de los alumnos mexicanos no alcanzó niveles de competencia básicos en Matemáticas, 41% en Lectura y 47.5% en Ciencias. Obtenemos resultados similares en pruebas que nosotros mismos diseñamos.
2. Investigación educativa
Hace años, psicólogos, educadores y ahora, neurocientíficos, se han dado a la tarea de estudiar cómo es que el ser humano aprende mejor, mosDesde trándonos que podemos favorecer el aprendizaje a través de diferentes acciones. Es hora de llevar a la práctica y adaptar a nuestro contexto tan valiosas investigaciones como lo han sabido hacer gigantes en materia de educación como Finlandia o Singapur.
3. Grandes desigualdades
La educación se ha concebido como un factor clave para lograr la movilidad social. Sin embargo, con las grandes brechas existentes en términos de calidad educativa, se han creado más desigualdades. Las poblaciones indígenas, por ejemplo, han sido de las más afectadas, sufriendo las consecuencias de la precaria educación. Como lo menciona Ceasar McDowell, profesor e investigador del MIT, si seguimos diseñando para la media, podemos estar seguros que jamás atenderemos a los márgenes y continuaremos promoviendo estas desigualdades.
4. Tiempos cambiantes
Hace años tenía sentido aprender todo de memoria. Hoy en día, con tanta información a un solo click de distancia, ya no podemos decir lo mismo. Afirmo esto, por supuesto, sin despreciar la memoria, una función que irónicamente parece haber sido olvidada, pero que es fundamental para la vida. Los cambios constantes a nuestro alrededor nos han asegurado un futuro incierto. Tenemos que buscar el desarrollo de competencias para la vida, mismas a las que no se les da énfasis en la didáctica tradicional.
5. Apostar por el desarrollo del país
Invertir en educación es invertir en el desarrollo social y económico que nuestro país necesita, así como en la generación de oportunidades para la vida de todos y cada uno de los mexicanos. Esta idea se repite una y otra vez, pero pocas veces se ofrecen herramientas concretas y necesarias para materializar el cambio.
Albert Einstein dijo alguna vez: “No tengo talentos especiales. Sólo soy apasionadamente curioso”. Imagínate qué sucedería si transformáramos el proceso educativo en nuestras aulas, logrando apasionar a nuestros estudiantes y fomentando este amor por el aprendizaje. El cambio ya ha comenzado. Hay muchos profesores, escuelas y organizaciones haciendo grandes cosas por nuestros alumnos, aunque a pequeña escala. ¿Qué pasaría si pudiéramos expandir estas prácticas o generar un impacto colectivo?
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