La disrupción no es un fenómeno relativo, es una realidad inminente
Image: REUTERS/Ivan Alvarado
La tres fuerzas primarias que causan una disrupción, según un estudio realizado por EY, The upside of disruption, son: tecnología, demografía y globalización.
Estas tres fuerzas primarias dan nacimiento a un conjunto de megatendencias que reinventará cómo entendemos el mundo: la forma en que los trabajos se llevarán a cabo cuando la inteligencia artificial se transforme en moda; el desarrollo de la robótica en la medicina y el hogar, y hasta el desarrollo urbano de nuevas metrópolis, que “preparan” la incorporación de 3.300 millones de personas en los próximos 40 años. Para los más escépticos a nivel local, aquellos que veían este fenómeno como algo “lejano”, han podido palpar el impacto de la disrupción de la mano de empresas como Uber, cuya casa central está en San Francisco, y en Chile paga hasta seis veces el sueldo mínimo a un empleado. Nada despreciable en tiempos de desempleo.
Quienes en mi opinión, tienen una posición privilegiada en nuestro país para ser un catalizador de estas megatendencias, son las universidades. El natural estado de resistencia del establishment les da una oportunidad única de ser un puente de promoción e invitarlos, en su lenguaje, a co-crear. Las universidades tienen un respaldo: son las formadoras del sistema. La tradición y el respeto acumulado, las sitúa en ese podio que nadie más ostenta. Ahora bien, para tener éxito en la creación de un ecosistema pro-disrupción se deben dar un conjunto de elementos.
Lo primero, es que los “articuladores” tengan una visión y compromiso de largo plazo. Que Pokemon Go haya disparado el precio de Nintendo y Niantic (empresa dueña), y genere USD$10 millones al día, es producto, como dice su fundador, de un trabajo de 20 años, cuando comenzó haciendo su primer video juego. Luego su empresa de georeferencia fue adquirida por Google, donde lideró Google Earth, Google Maps, y más tarde Google Street View. Todo esto fue posible por un trabajo en conjunto con el líder del mercado, lo que nos lleva al segundo punto.
Una estrecha relación con los grandes actores de la industria, debe cambiar esa adversidad al riesgo enraizado en nuestro país, que permita potenciar el desarrollo de nuevos fenómenos, proporcionando recursos, metodología y redes. No vamos a obtener nunca grandes upsides si no somos capaces de arriesgar.
Conduciéndonos a la última pieza del rompecabezas, los individuos talentosos deben estar dispuestos a resolver alguno los macro-problemas que enfrentaremos como sociedad. El sistema también debe potenciar y dar confianza en la persona/equipo detrás y por ende en el riesgo asumido.
El desafío no es trivial, el camino no es fácil, y hay mucho trabajo por hacer. Hagamos honor al apodo ganado una década atrás, convirtiéndonos en los jaguares de América Latina en innovación y emprendimiento.
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Benjamin Schönfuß
4 de noviembre de 2024