El "intraemprendimiento" social necesita una actualización sistémica para lograr el cambio

Ya en 2014 se afirmaba que los intraemprendedores sociales se contaban entre los empleados más valiosos de una empresa; hoy en día, es posible que haya que replantearse su papel.

Los intraemprendedores sociales son los empleados de grandes empresas que toman la iniciativa directa de innovaciones que abordan retos sociales o medioambientales al tiempo que crean valor comercial, permitiendo a las empresas "hacer bien y hacer el bien" simultáneamente.

Pero en un mundo rodeado de penuria e inestabilidad, el pensamiento sistémico puede dar una pista sobre cómo los intraemprendedores sociales pueden llevar su trabajo al siguiente nivel.

En los últimos tiempos, ya hemos visto cómo el intraemprendimiento (social) se expande a una serie de áreas más allá de sus antiguos límites de grandes corporaciones; desde instituciones públicas, con la Fundación Schwab para el Emprendimiento Social reconociendo a "emprendedores sociales públicos" en sus premios por primera vez en 2019, así como a Pequeñas y Medianas Empresas.

Es evidente que el intraemprendimiento se ha expandido más allá de donde empezó. Los intraemprendedores hacen por la innovación organizativa lo que un emprendedor hace por su propia empresa, y podría decirse que la necesidad de intraemprendimiento social nunca ha sido más acuciante.

Desde la emergencia climática y la desigualdad rampante hasta el acceso a la asistencia sanitaria y el refugio en zonas de guerra activa, sigue habiendo problemas sociales que nos afectan a todos. En este contexto, ¿basta con que productos y servicios discretos sean el resultado de intraemprendedores sociales mientras las viejas culturas y pautas de comportamiento de las organizaciones permanecen inalteradas?

Aquí es donde entran en juego el pensamiento sistémico y el intraemprendedor sistémico.

Un intraemprendedor sistémico es un profesional que transforma la finalidad, la estrategia, las operaciones y la cultura de su empresa u organización para adecuarlas a una economía justa y regenerativa.

Se basa en el campo del pensamiento sistémico y su concepto de "puntos de apalancamiento" (leverage points). Aunque el pensamiento sistémico es una idea antigua, su auge como conjunto coherente de conceptos comenzó a mediados del siglo XX con la aparición de la teoría general de sistemas. Recientemente, su uso y popularidad han ido en aumento.

El modelo del iceberg es una herramienta útil para ilustrar cómo los modelos mentales y valores profundamente arraigados se extienden mucho más allá de los comportamientos y estrategias inmediatamente visibles. Se trata, en definitiva, de que hay palancas o lugares en un sistema donde un pequeño cambio puede producir grandes cambios, ayudando a guiar a las organizaciones de lo viejo a lo nuevo.

El intraemprendimiento social ha intentado resolver las causas inmediatas, corrigiendo hasta cierto punto el papel de las empresas. Sin embargo, cada vez está más claro que se necesita un cambio transformador, no simplemente nuevos productos o servicios. El intraemprendimiento sistémico podría proporcionar ese cambio.

Para que los sistemas cambien es fundamental que los antiguos cambien y se adapten. El modelo de los dos bucles del Instituto Berkana se ha utilizado como herramienta para reflexionar sobre el papel que un determinado proyecto u organización desempeña en el cambio de los sistemas. Muestra las curvas del viejo sistema muriendo y el nuevo sistema surgiendo para reemplazarlo, el sistema dominante haciendo espacio para el emergente.

Apoyar el cambio social es algo más que emprendimiento social (crear cosas nuevas) o incluso formas convencionales de intraemprendimiento social. Hay muchos casos en los que una empresa declara que su propósito es beneficiar a las personas y al planeta, y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU han ayudado cada vez más a las organizaciones a adoptar esta postura pública. En la práctica, con demasiada frecuencia las operaciones de la organización no alcanzan su propósito previsto o deseable desde el punto de vista social.

Los intraemprendedores sistémicos son esenciales en estos escenarios, para ayudar a transformar el núcleo de una organización. Pero la realidad de crear una empresa alineada con los objetivos es compleja y difícil.

Al igual que ocurre con el intraemprendimiento tradicional, muchos evitan practicar el intraemprendimiento sistémico porque queda fuera de su función formal. También es difícil mantener la motivación a lo largo del proceso de cambio. Algunos intraemprendedores incluso temen por su seguridad laboral si presionan demasiado.

Practicar el intraemprendimiento sistémico representa un reto aún mayor, pero las recompensas potenciales son igualmente grandes. Incluso un pequeño cambio en una gran organización puede suponer un gran cambio.

El intraemprendimiento social ha demostrado su eficacia a la hora de impulsar nuevas ideas, productos y servicios -y a veces incluso empresas completamente nuevas- en distintos sectores y contextos. El intraemprendimiento sistémico podría explorar ese progreso, aprovechando el verdadero potencial de cambiar los sistemas desde dentro.