‘Spot’, el perro-robot que ayuda a mantener la distancia de seguridad en los parques de Singapur
Un perro robot de cuatro patas llamado SPOT patrulla un parque mientras se somete a pruebas para ser desplegado como embajador de distanciamiento seguro, tras el brote de la enfermedad coronavirus (COVID-19), en Singapur el 8 de mayo de 2020. Image: REUTERS/Edgar Su - RC29KG9PREZS
“Mantengamos Singapur a salvo. Por su propia seguridad y la de quienes le rodean, por favor guarden al menos un metro de distancia de seguridad. Gracias”, exhorta una voz femenina en tono amable. Las palabras emergen de un perro-robot llamado Spot que patrulla un parque de la ciudad-Estado recordando educadamente a los ciudadanos la normativa imperante: se permiten paseos o deporte al aire libre, pero en solitario y sin acercarse a otros viandantes. Una iniciativa que forma parte de los recursos tecnológicos empleados por la isla, laboratorio de innovación por antonomasia, para frenar la ola de contagios de la covid-19 que la han convertido en el país con más casos de coronavirus del sureste asiático, por encima de 23.000.
¿Qué está haciendo el Foro Económico Mundial en relación con el brote de coronavirus?
Spot, desarrollado por la compañía Boston Dynamics (vendido al grupo japonés SoftBank por Google en 2017) es un dispositivo diseñado con la forma de andar y la estructura de un perro –cuatro estilizadas patas y cuerpo rectangular en negro y amarillo- que pasea a sus anchas por el parque Bishan-Ang Mo Kio de la isla desde el pasado viernes, sorprendiendo a los ciudadanos que salen un rato a tomar el aire. El androide está equipado con sensores y cámaras 360 grados, puede correr a una velocidad de 1,6 metros por segundo y soportar temperaturas extremas: desde los -20 a los 45 grados centígrados. Manejado por control remoto, tiene capacidad para calcular el número de visitantes del parque, pero no puede identificarles.
“Las cámaras [de Spot] no podrán reconocer a los individuos ni registrarán información personal”, aseguró el gobierno isleño en un comunicado. El único objetivo del robot es ejercer de centinela del espacio en hora punta, como parte de un proyecto piloto de dos semanas de la Junta de Parques Nacionales y el Grupo de Gobierno Digital y Nación Inteligente que, si genera buenos resultados, podría ser expandido. La ventaja de Spot, aseguraron las autoridades, es que “reduce la mano de obra necesaria para las patrullas del parque y minimiza el contacto entre el personal”.
El respeto de la distancia social es una parte clave del llamado circuit breaker (cortacircuitos), la expresión escogida por la isla para referirse al semicierre decretado a comienzos de abril y prorrogado, de momento, hasta el 1 de junio. Por el mismo, se permiten únicamente las salidas si es para hacer la compra o ejercicio y se prohíbe toda forma de socialización, para cuyo cumplimiento en los espaciosos parques de la isla no solo está Spot; otro robot, en este caso con forma de mini coche, recorre por su parte las zonas verdes del embalse de Bedok. Llamado 0-R3 y desarrollado por la Agencia Nacional del Agua (PUB), el aparato, menos ágil que Spot al explorar el terreno pues no dispone de sus arácnidas patas, pide a los visitantes que no merodeen. “Para frenar la propagación de la covid-19, las reuniones en este parque no están permitidas. Por favor, ten siempre en cuenta la distancia social y no deambules por el parque”, alienta el robot, también con una aterciopelada voz de mujer. Aunque sus avisos son amables, el incumplimiento está penado con cuantiosas multas y hasta condenas de cárcel.
Se espera que más robots del estilo de Spot y 0-R3 sean desplegados en otros parques isleños, que serán igualmente patrullados por una treintena de drones encargados de detectar el volumen de visitas. Son la parte más vistosa de los recursos tecnológicos que la ciudad-Estado asiática emplea para evitar las congregaciones en los parques, uno de los pocos lugares abiertos al público en la isla. Con el mismo propósito, el portal Safe Distance at Parks (Distancia Segura en Parques) informa sobre su estado de saturación a quienes lo deseen.
Singapur, un campo de pruebas de robótica y vehículos sin conductor, está haciendo uso de todo su arsenal tecnológico para controlar las infecciones. La isla utiliza aplicaciones de rastreo –la llamada Trace Together, que funciona con tecnología Bluetooth- para detectar posibles contagios, mientras el robot de Boston Dynamics también distribuye medicinas en uno de los centros habilitados para pacientes con síntomas moderados de coronavirus. El primer ministro, el matemático Lee Hsien Loong, artífice del proyecto SmartNation (Nación Inteligente), ha asegurado que la tecnología es “clave” en la lucha contra la pandemia.
Una batalla que Singapur parecía estar ganando hasta hace relativamente poco. Si bien combatió con éxito la primera ola de casos a comienzos de año, la veloz propagación del virus por los barracones donde viven trabajadores inmigrantes, normalmente obreros de la construcción del sur de Asia, ha puesto a la isla contra las cuerdas. Los casos en estos dormitorios, en los que entre 10 y 20 comparten habitación, haciendo inviable la distancia social, suponen alrededor del 90% de todos los contagios, que han pasado de unos centenares en marzo a los más de 23.000 actualmente.
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