Lo que las empresas pueden -y deben- aprender de las organizaciones voluntarias
Image: REUTERS/Willy Kurniawan
Luego de participar activamente de diferentes espacios y grupos humanos unidos por un fin social en común, comencé a preguntarme ¿Para qué participo –una y otra vez- de este tipo de espacios? ¿Qué hace que le dedique tiempo y esfuerzo a expensas de otras actividades? ¿A dónde me conducen estas experiencias o qué objetivo personal estoy cumpliendo al involucrarme en este tipo de organizaciones? ¿Cuál es su secreto para mantener vivo el compromiso, el sentimiento de pertenencia e identidad y la satisfacción de sus miembros, con escasez de recursos y sin remuneración o prestaciones de por medio?
“Las personas voluntarias son agente de cambio, transformadores sociales.”
Hace ya algún tiempo que la sociedad está inmersa en un contexto de creciente incertidumbre donde la economía cambia a pasos agigantados y a un ritmo vertiginoso arrastrada por irrupción de nuevas tecnologías en distintos campos del conocimiento humano, dando lugar al surgimiento de una nueva etapa en la historia de la humanidad, la llamada 4ta. Revolución Industrial. Tal es la magnitud de estos avances, que no solo impactan en la economía, sino que también han acelerado los cambios en los paradigmas sociales y han redefinido la manera en la que nos interrelacionamos como individuos y como sociedad.
Un ejemplo de estos cambios son los millennials, a los cuales ya no les es suficiente con que las empresas les ofrezcan una rápida ascensión en el status corporativo o tener una remuneración superior a la media y recibir beneficios tales como disponer de un seguro de salud “premium” como otrora era el estándar aspiracional profesional de la generación “x”. A la actual generación de jóvenes profesionales les atraen los desafíos y las experiencias laborales, profesionales y personales significativas, buscan contribuir a resolver problemas relevantes para la sociedad o bien vivir la vida de sus sueños en el presente, y no esperar a la jubilación para dedicarse a hacer lo que les apasiona. Y a la hora de elegir desarrollarse profesionalmente dentro de una compañía, valoran los ambientes laborales con un balance trabajo/vida personal más equilibrado y flexibilidad en la jornada laboral.
En este marco, las empresas luchan cada vez más por captar, gestionar y fidelizar a los jóvenes talentos para mantenerse competitivas, ya que el principal diferencial y factor de éxito de una compañía es la capacidad que tiene su capital humano para responder de manera ágil a los cambios en el entorno y anticiparse a las acciones de sus competidores mediante la innovación disruptiva en todos sus procesos. Es así que la gestión del talento organizacional representa un reto constante que obliga a las mismas a ser cada vez más atractivas para sus colaboradores, destinando una cantidad creciente de sus recursos para diseñar e implementar estrategias de employer branding que agreguen valor a los planes de carrera y reduzcan la rotación y emigración de jóvenes profesionales hacia entornos más flexibles y balanceados pero a la vez desafiantes.
Quizás las respuestas a estos desafíos que enfrentan las empresas se encuentren en las organizaciones voluntarias sin fines de lucro (OVSFL), que sin los recursos con los que cuentan aquellas se embarcan a dar respuesta a problemáticas sociales y/o ambientales que por su naturaleza no son atendidas por el mercado, muchas veces convirtiéndose este viaje en una odisea por las limitaciones con las que cuentan y la complejidad de los sistemas que componen dichas problemáticas.
Pero a pesar de estos obstáculos, las organizaciones voluntarias cuentan con ciertas ventajas de las que las empresas pueden -y deben- adoptar para mantenerse a flote en un ambiente altamente competitivo.
El clima y la cultura organizacional son claves en las organizaciones voluntarias sin fines de lucro, ya que al no contar con los recursos para “comprar” la voluntad de sus colaboradores, brindan un ambiente cálido y de respeto mutuo en el cual sus miembros se sienten cómodos y reconocidos como pares por la labor que cumplen, lo que hace que sus voluntarios sientan que el rol de cada uno es importante para el desenvolvimiento de la organización y que su perspectiva es tenida en cuenta en las decisiones que se toman en la misma.
Esto obliga a desarrollar herramientas participativas y "entretenidas" para abordar los temas a trabajar. Por ejemplo, en Global Shapers Rosario implementamos dinámicas lúdicas para debatir y tomar decisiones, organizamos campamentos anuales en los que definimos los objetivos y estrategias de impacto de la organización, combinamos reuniones de trabajo con menús gastronómicos temáticos, entre otras prácticas.
Este tipo de organizaciones generalmente son flexibles y tienen una actitud de aceptación y promoción del cambio, por lo cual tienen una mayor capacidad de respuesta y espontaneidad que las empresas. A su vez, todos los miembros se sienten parte del proceso al tener voz y voto para definir el curso de acción de la organización.
Tal como afirma Silva Peralta (2012), “el voluntario es un agente de cambio, un transformador social”; por ello, es necesario discutir la importancia del liderazgo en su perfil.
Ejercer el liderazgo en un contexto de voluntariado exige al máximo la capacidad de los líderes para conducir voluntades hacia un objetivo común dado que en general es muy poco el margen para exigir rendimiento a los voluntarios. Ser líder en un contexto de voluntariado coincide con la descripción del líder transformacional, que según Avolio y Bass (2004), presenta las siguientes características: tiene habilidad de influenciar a través de valores, creencias y comportamientos; es motivador – desafiante; es estimulador de pensamientos y supuestos; es considerado hacia los demás y conduce a un desempeño más allá de las expectativas de los seguidores, porque eleva los deseos de logro y superación, desplegando un sentido fuerte de confianza y promoviendo estímulos para la autosuperación.
Además, es muy importante tener capacidad de gestión, ya que se opera en un ambiente de escasos recursos que deben ser aprovechados al máximo para lograr los objetivos.
Algo que es muy importante destacar es que las oportunidades para desarrollar el liderazgo en una organización voluntaria son mucho más accesibles y abundantes que en las empresas, ya que no solo son más permeables sino que se promueve y alienta a tomar responsabilidades entendiendo que el liderazgo como algo se ejercita y se desarrolla, y que no es un rol reservado para solo algunos.
Las OVSFL suelen estar regidas por una causa noble que generalmente está vinculada a impactar positivamente en la sociedad, generando en sus miembros el sentimiento de estar formando parte de algo mucho más grande, y que su aporte va a tener un impacto prolongado en el tiempo que va mucho más allá de su paso por este mundo. Esto hace que dicho aporte sea realmente significativo y relevante para el voluntario, y a su vez refuerza el compromiso y el sentido de identidad y pertenencia con la organización, más aún cuando el voluntario forma parte del proceso de creación y maduración de la misma.
Muchas de las OVSFL abordan problemáticas de carácter social y/o ambiental que por distintas razones no están siendo abordadas por el Estado ni el mercado, y este tipo de problemáticas suelen exceder por su magnitud y complejidad, la capacidad de las organizaciones para darles una solución definitiva, por lo cual representa un desafío constante que mantiene vivo el interés y el deseo de superación del voluntariado.
En el ambiente de las organizaciones que conforman el llamado tercer sector, la colaboración y la cooperación entre ellas son fundamentales para lograr un mayor impacto. Resulta indispensable relacionarse y asociarse con otras organizaciones para ampliar el abanico de recursos disponibles y beneficiarse mutuamente.
Pero por sobre todas las cosas, la característica principal de este tipo de organizaciones es que las personas no son un recurso más, sino que son la esencia misma de la organización. La calidad y calidez humana con que se trabaja genera un clima alegre y distendido en el que se disfruta de cada una de las actividades, y en donde el foco está puesto en las relaciones humanas que se construyen entre los miembros más allá del objeto de la organización, haciendo que el voluntario se sienta parte de una gran familia.
Estas son tan sólo algunas de las prácticas que las empresas podrían tomar nota de las OVSFL para desarrollar entornos laborales en los cuales sus colaboradores se sientan involucrados, deseosos y orgullosos de formar parte de dichas organizaciones, y que a su vez los alienten a explotar al máximo su potencial y su talento, resultando beneficioso para todos los involucrados en la relación laboral.
Quizá sean éstas algunas de las razones de por qué desde hace más de cinco años elijo el voluntariado como una forma de vida, y agradezco infinitamente a cada una de las organizaciones voluntarias de las cuales formé parte por darme la posibilidad de experimentar en primera persona su poder transformador.
El autor es miembro activo de Global Shapers Community, una iniciativa del Foro Económico Mundial.
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