Tras diez años de teletrabajo, esto puedo decir sobre los mitos y realidad de trabajar desde casa
"¿Trabajas desde casa? ¿Pero eso se puede hacer? ¿Y te pasas en pijama todo el día? Qué genial, así no tienes que madrugar y puedes hacer lo que te dé la gana". Si alguno teletrabajáis o sois freelance, es probable que hayáis escuchado esas frases más de una vez cuando explicáis a qué os dedicáis. El teletrabajo en España es todavía un concepto un poco exótico, y aunque cada vez se va extendiendo más, perviven aún bastantes mitos erróneos e ideas preconcebidas que no siempre se ajustan a la realidad.
En España, según datos del Monitor Adecco de Oportunidades y Satisfacción en el Empleo, un 6,6% de la población ocupada en 2015 trabajaba desde casa, ya fuera ocasional o diariamente, y esos datos habían caído con respecto al máximo alcanzado en 2013, de un 7,5%. Nosotros hemos querido conocer cómo es la experiencia de esas personas que practican el teletrabajo, y hasta qué punto estamos equivocados sobre lo que significa trabajar desde casa.
En 2012, el proyecto Teledislab de la Fundación ONCE y la Fundación Universia, que buscaba fomentar la integración laboral de personas con discapacidad a través de las tecnologías de la información y la comunicación, elaboró un Libro Blanco del Teletrabajo que apuntaba cuál es el marco legal en España para ejercerlo (Real Decreto Ley 3/2012, que modifica el artículo 13 del Estatuto de los Trabajadores) y qué se entendía por teletrabajo.
El Acuerdo Marco Europeo sobre este asunto lo describe como un tipo de prestación, que utiliza las tecnologías de la información y la comunicación on line con el empleador y/o el cliente, y se realiza desde lugares remotos o alejados de la empresa u organización, con la que se tiene vínculos contractuales. Es una opción que busca una mejor conciliación de la vida laboral y familiar y que fomenta que el trabajador cumpla unos objetivos, ¿pero cómo es la realidad del trabajo desde casa?
"Seguro que desde casa trabajas menos"
"Creo que la gente tiene dos ideas preconcebidas principales. Una, desde casa no se trabaja. Mucha gente dice “qué bien, si no está mirando el jefe, no trabajarás mucho”, se explica Iván López, desarrollador informático, que trabaja desde España para una empresa con sede en Estados Unidos. También Inma Bermejo, diseñadora gráfica, coincide en que es uno de los mitos más habituales:
Todos los entrevistados para este reportaje coinciden en que uno de los grandes peligros del teletrabajo es que nunca terminen de trabajar. Maria Santonja trabaja en la formación online y cuenta que "siempre digo que, desde que curro por mi cuenta, no siento que existan los lunes. Ahora bien, tampoco los viernes. Yo trabajo todos los días aunque sea en finde, y si tengo que parar un martes, paro". Iván reconoce que, entre los aspectos negativos del teletrabajo, está que "requiere mucha más disciplina y autocontrol. Estás muy cerca de la cocina, por lo que es muy fácil dar paseos de vez en cuando a picar algo. También es fácil perder la noción del tiempo y darte cuenta, a las 21 de la noche, que hacía unas cuantas horas que deberías haber dejado de trabajar".
Ese riesgo se amplía si ocurre lo que comenta Valentina Morillo, que se dedica a la comunicación digital: "cada cliente piensa que solo trabajas para él/ella, y como te llaman al móvil, lo hacen a cualquier hora y te fastidian todos los horarios y plannings". Que puedas acabar trabajando todo el día entronca con otro mito del teletrabajo que es, al mismo tiempo, uno de los primeros puntos que quienes se dedican a él tienen que gestionar: tener una rutina.
"No tienes que madrugar, qué bien"
En un artículo sobre teletrabajo publicado en El economista, Arancha de las Heras, directora general del Centro de Estudios Financieros, explicaba que "aunque teletrabajar nos remita instantáneamente a un ideal de flexibilidad absoluta en el que cada empleado hace y deshace a su antojo, lo cierto es que para que sea efectivo el teletrabajo dista mucho de ser así. Y es que no se puede pasar de trabajar en una oficina a hacerlo en el propio domicilio sin adoptar algunas medidas".
Entre ellas figura marcarse una rutina, un horario de trabajo. Inma, por ejemplo, tiene su día perfectamente organizado. "Sí tengo un horario fijo que trato de respetar al máximo. Dos tipos de horario en realidad, uno de mañana y tarde, y otro sólo de mañana. Los combino según me conviene cada semana", explica, y pasa a detallar que "me levanto a las 6.50, desayuno y me visto como si fuera a salir. Excepto las zapatillas de casa, que me las permito. Empiezo a trabajar a las 7:30 e intento no comunicarme con la oficina hasta las 10 o 10:30, ya que ésas son mis horas más productivas. A partir de esa hora, hago un breve descanso y suelo poner las reuniones".
Esas reuniones son virtuales, a través de Hangouts o de Slack, una herramienta de mensajería instantánea que se utiliza en lugar del e-mail. "Puedo seguir trabajando hasta las 14:30 y terminar, o bien cortar a las 12:30 para ir al gimnasio, hacer la comida y demás, y volver a trabajar de 16:30 a 18.30. En este último tramo intento de nuevo no tener comunicación para centrarme en tareas que necesitan más foco", continúa explicando. Su jornada se cierra con un pequeño diario en el que resume lo más relevante y organiza las tareas del día siguiente.
Iván, por su parte, señala que "intento hacer siempre el mismo horario fijo y que sea siempre dentro mi zona horaria. En la actualidad estoy trabajando para un cliente que está en Nueva York, así que estamos a seis horas de diferencia, por lo que a veces debo tener cierta flexibilidad para hacer una reunión cuando es un poco tarde en España". Esa flexibilidad que permite el teletrabajo también está presente en la planificación del día de Valentina:
"¿A que trabajas en pijama?"
Asociadas a todas estas ideas de que si trabajas en casa tienes tiempo para hacer otras cosas, o "das el callo" menos o puedes dormir todo lo que quieras, está la clásica pregunta de "¿trabajas en pijama?". "La realidad es que no, al menos yo no lo hago. Yo por las mañana me cambio y trabajo con ropa cómoda, pero nunca en pijama", responde Iván.
Sin embargo, Valentina reconoce que sí lo hace, aunque tiene truco: "me levanto y me ducho, pero me pongo otro pijama", dice entre risas.
Para quienes cambian ir todos los días a la oficina por trabajar desde casa, o en remoto, es una opción que tiene tanto sus ventajas como sus inconvenientes. Primero, a no ser que seas freelance, la empresa tiene que ofrecerte esa posibilidad y, en España, sólo un 16,2% de las empresas tenían, en 2012, empleados que realizaban, al menos, media jornada semanal en remoto. Ese mismo año, en la Unión Europea, un 56% de compañías con diez o más empleados daban esa opción.
Para los teletrabajadores, hay algunas claras ventajas. Iván apunta que, aunque esto difere según las personas, para él ha sido vital para su conciliación con su vida familiar: "ahora mis hijas no tienen que madrugar para ir al horario ampliado del colegio como pasaba antes. Ahora van a las 9 a la fila junto con sus amigas. También tengo la libertad de que, si un día no tienen clase o están malas, se pueden quedar en casa y yo las puedo cuidar y seguir trabajando".
Iván añade que "otra ventaja es que, realmente, no tengo que trabajar desde casa. Lo único que necesito es una conexión a internet, por lo que si en algún momento necesito estar en otro sitio, puedo seguir trabajando sin ningún problema. Hay gente que lleva esto al extremo y va trabajando distintas temporadas en otros países". Inma valora también las condiciones en las que trabaja y la calidad de vida que pueden darle:
Las ventajas, sin embargo, pueden ser también riesgos encubiertos. "Mola porque no tengo horarios y tengo mucho tiempo libre", apunta Valentina, que añade que "si bien es cierto que puedo gestionar mi tiempo, al final, siento que trabajo más horas que si fuera un horario fijo por cuenta ajena, porque también tienes la absurda culpabilidad de que siempre podrías estar adelantando algo, y a veces no desconectas".
Estar fuera de la oficina, aunque los trabajadores se conecten a través de diversas herramientas, puede provocar también cierta sensación de aislamiento, que es algo que señala Inma: "lo peor es la falta de contacto con compañeros para “lo irrelevante”, la pausa del café. Estando a distancia, programas una reunión para un tema de trabajo concreto, pero no se estila tanto hacer un 'café virtual'".
En ese aspecto, tanto la empresa como el trabajador tienen que poner de su parte para mantenerse en contacto. Y a éste, además, le vendrá bien un cambio de aires aprovechando la flexibilidad del teletrabajo. Iván señala que una buena manera de hacerlo es "salir de casa de vez en cuando. En mi caso, todos los meses asisto al menos a un meetup y también voy a trabajar al menos un día desde la oficina de mi anterior empresa. Me permite seguir en contacto con mis ex-compañeros (con los que guardo una excelente relación) y no estar siempre trabajando desde las mismas cuatro paredes".
Los teletrabajadores que han participado en este reportaje coinciden en que esta modalidad laboral permite a las empresas contratar a los mejores, estén donde estén y mejora la calidad de vida de los empleados incluso si reparten su semana entre días de trabajo en la oficina y en casa. ¿Por qué, entonces, en España cuesta tanto que se implante de una manera un poco más habitual?
En su artículo en El economista, Arancha de las Heras señala que "tal vez, uno de los factores que más dificulte la expansión del teletrabajo en España sea una mentalidad, heredada de tiempos pasados, que prima la presencia del trabajador en su puesto de trabajo. Para implantar el teletrabajo es necesaria una cultura en la que prime el trabajo por objetivos y la confianza en el trabajador".
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Leila Takayama
13 de diciembre de 2024