Cómo el patrimonio cultural puede impulsar la resiliencia climática

El patrimonio y los conocimientos locales son palancas para la resiliencia climática. Image: REUTERS/Phil Noble
Lori Ferriss
Co-founder and Executive Director, Built Buildings Lab; Senior Fellow, Architecture 2030- El patrimonio cultural y los conocimientos locales son palancas poderosas, aunque subutilizadas, para aumentar la resiliencia y fortalecer las comunidades locales y las estrategias climáticas nacionales.
- Incorporar la dimensión cultural en la planificación y la gestión de recursos fomenta la cohesión social, la restauración ecológica y la preparación de las ciudades frente al cambio climático.
- Para traducir los conocimientos culturales en acciones concretas hay que contar con una gobernanza participativa, colaboración multisectorial y una implementación adaptada a las condiciones locales.
A medida que los riesgos climáticos se intensifican globalmente, la cultura se perfila como una palanca clave para mejorar la resiliencia tanto en las comunidades como en las estrategias nacionales.
Al integrar el patrimonio cultural, los conocimientos tradicionales y la gestión comunitaria, las ciudades y los países pueden fortalecer su capacidad para adaptarse al cambio, cumplir los objetivos climáticos globales y diseñar soluciones regenerativas que conecten a las personas, los lugares y los ecosistemas.
Sin embargo, el papel de la cultura aún no se aprovecha lo suficiente en las políticas, la planificación y las finanzas climáticas, lo que limita la eficacia y la inclusividad de los esfuerzos de adaptación.
Ejemplos de todo el mundo demuestran cómo la fusión de la identidad cultural con la adaptación aumenta la resiliencia climática, desde los proyectos de restauración liderados por la comunidad en las favelas de Río de Janeiro (Brasil) hasta la protección de sitios del patrimonio maya a lo largo de la costa de México.
La actividad económica impulsada por el patrimonio es significativa; se espera que el mercado de este tipo de turismo alcance los 903 000 millones de dólares en 2033. Solo en Inglaterra, el sector aportó casi 45 000 millones de libras esterlinas en 2022 e impulsó más de 500 000 puestos de trabajo.
Diversos estudios indican que los conocimientos indígenas y los sistemas de conocimientos tradicionales son fundamentales, pero están insuficientemente utilizados. Los Pueblos Indígenas, que representan menos del 5% de la población mundial, custodian más del 80% de la biodiversidad del planeta, lo que demuestra el papel de los conocimientos indígenas y los derechos sobre la tierra en el mantenimiento de ecosistemas resilientes.
Una revisión de 2024 concluyó que los conocimientos indígenas son fundamentales para la adaptación, en particular en los sistemas de alerta temprana y la agricultura.
Resiliencia urbana impulsada por la cultura
Las ciudades se encuentran hoy en una encrucijada. El rápido crecimiento urbano, los riesgos climáticos y las desigualdades sociales amenazan las infraestructuras, los ecosistemas y la identidad cultural. La UNESCO estima que uno de cada seis sitios de patrimonio cultural ya se ve amenazado por peligros relacionados con el cambio climático (inundaciones, erosión costera, incendios forestales, calor extremo), y que el 70% de ellos se encuentra en zonas urbanas, lo que aumenta su vulnerabilidad.
Sin embargo, el patrimonio también ofrece soluciones climáticas poderosas. Las medidas climáticas que adoptan una perspectiva cultural tratan a las ciudades como paisajes vivos y multifacéticos, moldeados por la memoria, la identidad y los procesos naturales.
La integración del patrimonio a escala urbana fomenta la resiliencia, la cohesión y la gestión local.
Al incorporar estos elementos en la planificación urbana, podemos salvaguardar los ecosistemas y las tradiciones que son esenciales para la resiliencia a largo plazo.
Integrar la cultura en la acción climática
Los conocimientos tradicionales sobre ecología gozan de un reconocimiento cada vez mayor en los marcos globales. La Plataforma de Comunidades Locales y Pueblos Indígenas de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) integra estos conocimientos en los procesos de adaptación. Por su parte, el Objetivo Global de Adaptación contempla ahora la integridad cultural además de la capacidad de adaptación, las vulnerabilidades y la resiliencia.
Alianzas mundiales como el Grupo de Amigos de la Acción Climática Basada en la Cultura y el Marco de los Emiratos Árabes Unidos para la Resiliencia Climática Mundial están incorporando la cultura en las estrategias de adaptación.
El Marco de los EAU, entre otras iniciativas complementarias, incorpora objetivos culturales, ecológicos y de infraestructura, al tiempo que realiza un seguimiento de la gestión de los sistemas de conocimiento.
Las nuevas iniciativas en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima 2025 (COP30) están haciendo un seguimiento de la integración del patrimonio en la política climática mundial.
Proyectos como Descarbonizar el Entorno Construido a través del Patrimonio integran los conocimientos tradicionales y las prácticas históricas en las políticas de descarbonización, mientras que los Indicadores de Cultura 2030 de la UNESCO ayudan a medir la contribución de la cultura al desarrollo sostenible.
La Agenda Global de Investigación y Acción sobre Cultura, Patrimonio y Cambio Climático hace hincapié en la colaboración entre científicos, responsables políticos y custodios de conocimientos indígenas y locales para garantizar que las soluciones sean específicas para cada contexto cultural y ecológico.
Sin embargo, solo 20 de 65 países incluyen el patrimonio cultural en sus planes nacionales de adaptación.
Claves de la Alianza Baukultur de Davos
El informe del Foro Económico Mundial De los Principios a la Práctica: Enfoques para una Baukultur [Construcción Cultural] de Alta Calidad identifica cuatro estrategias que muestran cómo las medidas climáticas basadas en la cultura pueden proteger los espacios, las prácticas y las identidades culturales, al tiempo que fomentan la resiliencia:
- Aprovechar los conocimientos indígenas y tradicionales para un desarrollo urbano resiliente al clima. Las comunidades están aplicando técnicas de bajo impacto, como palafitos o estructuras de tierra compactada, a proyectos modernos, demostrando cómo las prácticas ancestrales reducen las emisiones, mejoran la resiliencia y contribuyen al diseño sostenible.
- Incorporar el patrimonio y los conocimientos en la gobernanza, el uso de la tierra y la gestión. Se integran las narrativas culturales y la gestión indígena en la planificación, la gestión de la tierra y las políticas, garantizando que las estrategias reflejen la historia local y las prácticas ecológicas.
- Utilizar la narrativa y el diseño para involucrar a las comunidades e inspirar acciones sistémicas. La transmisión de historias a través de tradiciones orales, experiencias inmersivas o diseño especulativo traduce los desafíos climáticos en narrativas con las que es posible identificarse, lo que fomenta la empatía, la responsabilidad colectiva y las soluciones de adaptación.
- Colaboración multisectorial (gobierno, sector privado y sociedad civil) para crear soluciones conjuntas. Las alianzas entre múltiples partes interesadas integran el patrimonio, los conocimientos locales y las necesidades de la comunidad; los proyectos exitosos combinan los conocimientos indígenas, la conservación y la participación del sector privado para fortalecer la resiliencia y restaurar los ecosistemas.
Estos enfoques vinculan la acción local con iniciativas globales, mostrando la cultura como motor e indicador de la resiliencia.
Acciones climáticas lideradas a nivel local
Ciudades y comunidades de todo el mundo están demostrando cómo las acciones climáticas impulsadas por la cultura transforman a las personas y los lugares.
En Barranquilla, Colombia, el Gran Malecón, un proyecto de restauración ribereña, combinó la mitigación de inundaciones con corredores verdes, creación de espacios públicos inspirados en el patrimonio, arte público y festivales culturales. A través de un diseño participativo y de talleres comunitarios, se fortaleció la gestión local, convirtiendo la regeneración urbana en un espacio cultural y ecológicamente vibrante.
Un informe publicado por el Foro Económico Mundial destaca las ambiciones locales de esta ciudad y sus esfuerzos por restaurar la naturaleza urbana.
En el valle de Sula, Honduras, el programa de viviendas resilientes al clima de Build Change reformó viviendas con segundos pisos protegidos contra inundaciones, paneles solares, sistemas de recolección de agua de lluvia y biodigestores. La participación directa de las comunidades preservó la identidad cultural al tiempo que se desarrolló una capacidad de adaptación a largo plazo.
Diriyah Gate, un megaproyecto de desarrollo urbanístico en Arabia Saudita, preserva las tradiciones arquitectónicas najdi utilizando técnicas sostenibles y formando a artesanos, lo que demuestra cómo el desarrollo impulsado por el patrimonio fomenta la sostenibilidad, las habilidades y la identidad.
En Valencia, España, el Tribunal de las Aguas, reconocido por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, ha regulado el riego durante más de 1000 años mediante un sistema oral gestionado por la comunidad, equilibrando la distribución del agua, la productividad y la cohesión social. De este modo, ilustra los conocimientos tradicionales en la resiliencia moderna.
Por último, el Parque Ecológico Lago de Texcoco, en la Ciudad de México, transformó lo que iba a ser un aeropuerto en un humedal de 14 300 hectáreas. El proyecto restauró hábitats, implementó medidas de mitigación de inundaciones y preservó la importancia histórica del lugar, fomentando el ocio, la educación y los medios de vida sostenibles.
De todos estos ejemplos se desprenden varias lecciones clave: la gobernanza participativa fomenta la apropiación local; los conocimientos indígenas y tradicionales refuerzan la resiliencia ecológica, social y cultural; y la colaboración multisectorial amplifica el impacto.
Estos proyectos demuestran que las intervenciones basadas en la cultura pueden ampliarse cuando se adaptan a los contextos locales para salvaguardar el patrimonio y el entorno.
Implementación, inclusión, innovación
Las comunidades, los Pueblos Indígenas y los custodios del conocimiento local ya están liderando la acción climática mediante prácticas regenerativas de gestión de la tierra, relatos orales, diseño sostenible y participación local.
Sin embargo, estos esfuerzos requieren compromiso político, inversión sostenida e integración de la cultura en los marcos climáticos.
La cultura y el patrimonio deben impulsar la resiliencia para regenerar los ecosistemas y empoderar a los ciudadanos.
Con el inicio de la COP30 en Belém, el desafío consiste en pasar de los principios a la práctica: traducir la ambición global en acciones concretas mediante la incorporación de los conocimientos tradicionales y locales en las estrategias climáticas.
El éxito depende de una implementación que ofrezca resultados, una inclusión que amplifique las voces de las comunidades y una innovación que respete y aproveche el patrimonio cultural y los ecosistemas.
La COP30 es una oportunidad para demostrar que la resiliencia es más fuerte cuando los conocimientos culturales, las comunidades y los ecosistemas actúan de forma concertada.
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