Giro de la política estadounidense sobre la venta de chips en China: ¿qué significa para la tecnología global?

"La resiliencia debe lograrse mediante una competencia y colaboración saludables", dice la profesora de Stanford Srabanti Chowdhury. Image: Unsplash
- Los semiconductores son parte integral de la economía global y un componente vital de las tecnologías avanzadas.
- Estados Unidos flexibilizó las reglas para permitir que las empresas estadounidenses aumenten la venta de chips en China.
- Para comprender mejor las implicancias de la competencia entre Estados Unidos y China en el ámbito de los chips, hablamos con la profesora de la Universidad de Stanford Srabanti Chowdhury.
En las últimas semanas, Estados Unidos dio un giro significativo en uno de los ámbitos más disputados de la tecnología global: el comercio de semiconductores con China.
El mes pasado, el gigante estadounidense de chips Nvidia anunció que el gobierno permitiría la venta de ciertos procesadores de inteligencia artificial en China, revirtiendo una prohibición de exportación impuesta en abril. Grandes empresas estadounidenses también acordaron entregar al gobierno el 15% de los ingresos obtenidos por ventas en China, una concesión que, según se informó, formó parte de un acuerdo para asegurar licencias de exportación.
Los semiconductores han sido durante mucho tiempo un pilar central de las estrategias industriales tanto de Estados Unidos como de China, dado su uso en todo, desde teléfonos inteligentes y vehículos eléctricos hasta redes eléctricas y sistemas de IA. Además, expertos y funcionarios de ambos lados sostienen que el control sobre el diseño y la producción de chips avanzados debe tratarse como una prioridad de seguridad nacional.
La venta de ciertos chips estadounidenses en China podría tener un gran impacto en la industria tecnológica global e influir en la disputa geopolítica por la supremacía en semiconductores. Para comprender mejor los últimos acontecimientos, hablamos con Srabanti Chowdhury, profesora de Ingeniería Eléctrica y Senior Fellow del Precourt Institute en la Universidad de Stanford, Estados Unidos.
Esto fue lo que nos dijo.
¿Cómo afectaría una reversión de las restricciones de exportación de Estados Unidos a la cadena de valor global y a la asignación de capital?
Si Estados Unidos revierte algunas restricciones a la exportación, las empresas locales podrían ver un impulso a corto plazo en los negocios —particularmente desde China— en áreas como herramientas y servicios de nodos maduros. Pero no creo que eso cambie el panorama general: la manufactura más avanzada seguirá concentrada en lugares como Taiwán, Corea y Japón, porque los verdaderos cuellos de botella (como la litografía ultravioleta extrema y el empaquetado avanzado) siguen fuera de alcance.
Incluso con reglas más flexibles, la mayoría de las empresas han aprendido que las políticas pueden cambiar rápidamente, por lo que probablemente continúen diversificando el riesgo —a través de geografías, clientes y cadenas de suministro—. Y desde el lado de China, esperaría aún más inversión en el desarrollo de su propio ecosistema, por si las restricciones regresan. Así que, a largo plazo, el capital no solo buscará nuevas oportunidades: seguirá guiado por la necesidad de mantener la resiliencia.
Seguridad vs. viabilidad comercial: ¿qué deben tener presente los responsables de políticas?
Los responsables de políticas deben tener presentes ambos aspectos: la seguridad y la realidad comercial. Si los controles son demasiado amplios o cambian constantemente, corremos el riesgo de perjudicar a las empresas estadounidenses más de lo que se protege el interés nacional.
Estas empresas dependen de la escala, de clientes globales y de hojas de ruta predecibles para seguir invirtiendo en tecnología de próxima generación. Al mismo tiempo, entiendo plenamente la necesidad de impedir que capacidades sensibles caigan en manos equivocadas. Por eso se necesita un punto intermedio más inteligente: restricciones claras y enfocadas que aborden riesgos reales, no prohibiciones generales. Y, tan importante como eso, una base sólida y estable en el país: inversión en I+D, manufactura, empaquetado y fuerza laboral, para que las empresas tengan la confianza de construir el futuro aquí, incluso en un mundo más fragmentado.
¿Podrían las restricciones perjudicar más a las empresas estadounidenses de lo que frenan a China?
Sí, definitivamente. En algunos aspectos ya podría estar sucediendo. Cuando las empresas estadounidenses pierden acceso a una base de clientes grande y en crecimiento, especialmente para herramientas o servicios de nodos maduros, se reduce su ingreso y escala, lo que dificulta reinvertir en I+D futura.
Mientras tanto, China se enfocaría aún más en construir su propia cadena de suministro y reducir la dependencia. Por lo tanto, las restricciones generales pueden resultar contraproducentes al impulsar que se vuelvan más autosuficientes, y más rápido. Debemos tener cuidado de no debilitar nuestra propia industria en el proceso. Controles inteligentes y enfocados, junto con un fuerte apoyo interno: ese es el camino que protege tanto la seguridad como la competitividad.
Si Estados Unidos permite la exportación de ciertos chips, ¿cómo afectaría eso los planes a largo plazo de China?
Si Estados Unidos permite la exportación de ciertos chips, China probablemente lo considerará como una apertura temporal, no como un cambio a largo plazo, y seguirá impulsando con fuerza la autosuficiencia. Los últimos años les han mostrado cuán frágil puede ser el acceso.
Así que, incluso si se reanudan las exportaciones en algunas áreas, no creo que eso frene su inversión en fábricas domésticas, fundiciones, empaquetado y herramientas de automatización de diseño electrónico. Como mucho, les da un poco más de margen para crecer mientras continúan avanzando hacia la independencia tecnológica. A largo plazo, es poco probable que cuenten con un acceso estable a la tecnología estadounidense, y esa mentalidad ya está integrada en su estrategia nacional.
¿Cómo podría la creciente competencia entre Estados Unidos y China influir en la innovación y los estándares?
Esta clase de carrera tecnológica entre Estados Unidos y China probablemente acelerará la innovación en ciertos aspectos—especialmente en áreas como la IA y la computación cuántica—pero también dividirá el ecosistema global. Ya estamos viendo señales de ello, con distintos países apostando por sus propios estándares, cadenas de suministro y plataformas de software. Y no se trata solo de IA y computación cuántica: sistemas de detección, radiofrecuencia, computación en el borde e incluso arquitecturas térmicas podrían verse afectados por esta divergencia.
Si cada lado construye para su propio ecosistema, la interoperabilidad se ve afectada y la colaboración se vuelve más difícil. Así que, aunque el ritmo de invención pueda aumentar, podríamos perder escala, eficiencia y progreso compartido. Para Estados Unidos, liderar en innovación no se trata solo de quién construye más rápido, sino también de quién establece los estándares y políticas. Por eso, mantenerse abierto a alianzas, organismos de estandarización y asociaciones —cuando sea posible— debería formar parte de la estrategia a largo plazo.
¿Es este un juego de suma cero o puede ser mutuamente beneficioso?
Espero que no sea un juego de suma cero, pero podría convertirse en uno si no tenemos cuidado. Existe un potencial real de beneficio mutuo: la competencia puede estimular la innovación, expandir los mercados y elevar los estándares para todos. Pero si nos enfocamos completamente en la desvinculación y el control, perdemos escala, eficiencia y el tipo de colaboración que impulsa avances a largo plazo.
Eso no solo es negativo para Estados Unidos, también frena el progreso global. La estrategia inteligente es ser selectivo: proteger lo que es sensible, por supuesto, pero mantenerse abierto a la coordinación cuando tenga sentido. La industria de semiconductores se construyó para ser interdependiente. Lograr resiliencia debe hacerse mediante competencia y colaboración saludables, pero no mediante aislamiento.
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