Cómo construir una bioeconomía responsable, inclusiva y resiliente

La bioeconomía tiene un enorme potencial si se gestiona de forma responsable. Image: Shutterstock
Mayra Ameneiros
Senior Fellow, International Biosecurity and Biosafety Initiative for Science (IBBIS)- Los avances en biotecnología, IA y colaboración global están abriendo nuevas fronteras en salud, agricultura y soluciones climáticas para la bioeconomía.
- Sin embargo, este sector también conlleva una serie de riesgos.
- Para construir una bioeconomía segura y equitativa es necesario un compromiso compartido entre regiones, sectores y áreas del conocimiento.
La bioeconomía está entrando en un momento decisivo. Los avances en biotecnología, inteligencia artificial (IA) y colaboración global abren nuevas fronteras en soluciones para la salud, la agricultura y el clima. Vacunas y terapias seguras y eficaces, desarrolladas en cuestión de días tras un nuevo brote, diagnósticos de precisión que pueden implementarse en cualquier lugar y materiales de origen biológico que sustituyen a los combustibles fósiles están al alcance de la mano.
Pero junto a estos avances se esconde un reto: las mismas herramientas que aceleran los descubrimientos también pueden introducir nuevos riesgos de contaminación accidental o uso malintencionado de agentes biológicos, tecnologías y conocimientos. Si no se controlan, estos riesgos podrían socavar la confianza en la ciencia y ralentizar el progreso en un momento en que el mundo más necesita soluciones.
La cuestión no es si la biotecnología transformará nuestras sociedades: ya lo está haciendo. La cuestión es si podemos construir una bioeconomía responsable, inclusiva y resiliente.
La promesa y el riesgo
La IA está transformando la biotecnología a una velocidad extraordinaria. Los modelos de aprendizaje automático y las herramientas de diseño biológico pueden identificar posibles vacunas prometedoras, diseñar moléculas terapéuticas novedosas y optimizar los ensayos clínicos, los trámites reglamentarios y la manufactura, todo ello en una fracción de tiempo comparado con lo que se tardaba antes. Estos avances son esenciales para alcanzar objetivos ambiciosos como la Misión 100 Días, una iniciativa para reducir los plazos de desarrollo de vacunas en respuesta a futuras pandemias a 100 días mediante herramientas y tecnologías basadas en IA.
Sin embargo, los mismos algoritmos que impulsan estos avances podrían, en manos equivocadas, utilizarse indebidamente para diseñar patógenos o toxinas peligrosos.
Lo que está en juego va más allá de la seguridad. Sin un acceso equitativo a las herramientas potenciadas por la IA, los países de ingreso bajo y mediano corren el riesgo de quedarse atrás en materia de innovación y preparación. Sin una infraestructura distribuida, conjuntos inclusivos de datos de entrenamiento, trabajadores con habilidad y modelos a seguir, los beneficios de la bioeconomía podrían seguir concentrados en unas pocas regiones, perpetuando las desigualdades en materia de seguridad sanitaria, oportunidades tecnológicas y progreso científico.
'Los sectores económicos en la era inteligente' en Davos 2025
Crear una cultura de responsabilidad
La tecnología por sí sola no puede resolver estos desafíos. Lo que se necesita es una cultura de responsabilidad integrada en todo el ecosistema de innovación, desde los científicos y las startups hasta los responsables políticos, las entidades financiadoras y editoriales científicos.
Esta cultura está empezando a tomar forma. Algunas instituciones de investigación están integrando la bioseguridad en la planificación operativa y la capacitación. Están surgiendo iniciativas lideradas por la comunidad para integrar la conciencia sobre bioseguridad y bioprotección en las prácticas de laboratorio cotidianas. Los organismos internacionales también están respondiendo: en 2024, la Organización Mundial de la Salud (OMS) adoptó una resolución para reforzar la gestión de los riesgos biológicos en los laboratorios, destacando la importancia de las prácticas seguras en medio del rápido progreso científico.
El Sur Global está liderando el camino en la práctica. Ruanda, por ejemplo, respondió rápidamente a un brote del virus de Marburgo en 2024 integrando la bioseguridad en las estrategias nacionales de seguridad sanitaria y colaborando con organismos internacionales. Estos ejemplos demuestran que, con voluntad política y sistemas adecuados, los ecosistemas de innovación emergentes juegan un papel de liderazgo en la protección de las comunidades y permiten una participación segura en la bioeconomía global.
Herramientas e iniciativas para el futuro
Varias iniciativas internacionales están contribuyendo a establecer las normas y prácticas necesarias para guiar esta transición de forma responsable.
Desarrolladas y respaldadas por científicos destacados, responsables políticos y expertos en bioseguridad, estas directrices voluntarias fomentan el intercambio responsable de modelos, prácticas seguras en la síntesis genética y medidas rigurosas de seguridad y protección. Proporcionan pasos concretos que los científicos, los patrocinadores y los desarrolladores pueden implementar desde hoy para reducir los riesgos relacionados con la IA.
IBBIS, un nuevo modelo de compromiso basado en la ciencia, tiene como objetivo desarrollar y promover normas y mejores prácticas de bioseguridad a nivel internacional. Al conectar a grupos y partes interesadas de distintos sectores y regiones geográficas, IBBIS está creando marcos ágiles para gestionar los riesgos de bioseguridad y proteger puntos de control críticos, como el cribado de síntesis de ADN.
Lanzado por CEPI y NTI | Bio, en colaboración con Sentinel Bio y el Fondo Mundial para la Seguridad Sanitaria, esta iniciativa reúne a entidades filantrópicas y organismos públicos de financiación en torno a un conjunto compartido de prácticas de bioseguridad. Mediante la incorporación de estas prácticas en sus subvenciones, los organismos de financiación señalan que las inversiones en ciencia de vanguardia deben ir acompañadas de responsabilidad.
En conjunto, estas iniciativas señalan un cambio más amplio: la bioseguridad y la bioprotección ya no son complementos opcionales. Son elementos fundamentales de cómo debe construirse la bioeconomía global.
Por qué la inclusión y la equidad son vitales
Proteger la bioeconomía no es solamente una cuestión de bioseguridad, sino también de inclusión. Mientras solo unos pocos países establezcan las normas, controlen la infraestructura y formen al talento, la innovación seguirá distribuyéndose de manera desigual y los riesgos se multiplicarán.
Por eso es tan urgente ampliar globalmente la capacidad en materia de inteligencia artificial y biotecnología. Una infraestructura de nube distribuida, conjuntos de datos de entrenamiento diversos y programas de capacitación inclusivos pueden facilitar la participación de todas las regiones. Las perspectivas diversas de parte de científicos, reguladores y la sociedad civil, tanto en el Sur Global como en el Norte Global, son esenciales para evaluar los riesgos e identificar soluciones que sean justas, seguras y eficaces.
La equidad también es una cuestión de resiliencia. Una pandemia que se propaga rápidamente no esperará a que los países productores suministren vacunas y tratamientos. Una bioeconomía que funcione para todos debe empoderar a todos para responder.
El camino a seguir
El Foro Económico Mundial, junto con socios como CEPI e IBBIS, seguirá reuniendo a líderes del ámbito científico, de la industria y de la sociedad civil para movilizar la acción colectiva en torno a estas cuestiones. En la convención BIO de este año, por ejemplo, un grupo de altos responsables de la salud y la bioseguridad, procedentes de la industria y la sociedad civil, se reunió para debatir la importancia fundamental de la bioseguridad y la bioprotección para las ciencias de la vida . El objetivo era preparar ecosistemas de innovación y preparación para la bioeconomía global del mañana y lograr la Misión 100 Días.
La bioeconomía se encuentra en una encrucijada. Por un lado, la innovación acelera las soluciones a los mayores retos de la humanidad: las pandemias, el cambio climático y la seguridad alimentaria. Por otro lado, esas mismas innovaciones, si no se gestionan adecuadamente, podrían agravar las desigualdades y exponer a la sociedad a nuevas vulnerabilidades.
La decisión es nuestra. Integrar la responsabilidad, la bioseguridad y la gobernanza inclusiva en los avances de hoy puede sentar las bases de la bioeconomía del mañana.
Pero la responsabilidad no puede recaer únicamente en unas pocas instituciones. La construcción de una bioeconomía segura y equitativa requiere un compromiso compartido entre regiones, sectores y áreas del conocimiento.
El potencial de la bioeconomía es inmenso. Su realización segura dependerá de las decisiones que tomemos ahora. Decisiones que determinarán no solo cómo innovamos, sino también cómo salvaguardamos el futuro de la humanidad.
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