Sequía: lo que debes saber sobre este riesgo global en aumento

Tierra agrietada, campos estériles, embalses vacíos.

Cada año, estas escenas se repiten en todo el mundo, mientras las sequías amenazan la seguridad alimentaria, los ecosistemas y los medios de subsistencia.

Es fácil volverse insensible ante estas imágenes casi irreales, pero sus efectos son muy reales. Las cifras cuentan una historia contundente.

Según la OCDE, la superficie terrestre mundial afectada por condiciones de sequía se ha más que duplicado desde 1900, como muestra el siguiente gráfico.

Los impactos se sienten con más fuerza en África, donde en 2023 las condiciones de sequía extrema dejaron a 23 millones de personas en una situación de hambre severa.

La naturaleza silenciosa de las sequías las convierte en un fenómeno meteorológico especialmente peligroso, ya que avanzan lentamente sobre los paisajes y amenazan los medios de vida de forma que, a menudo, pasan desapercibidas hasta que el daño ya está hecho.

“La sequía ya no es una amenaza lejana. Está aquí, en aumento, y exige una cooperación global urgente”, afirma el Dr. Mark Svoboda, director del Centro Nacional de Mitigación de la Sequía de Estados Unidos.

Según datos de la OCDE, entre 2023 y 2025 se han registrado algunas de las sequías más extendidas y dañinas de la historia. No se trata de un hecho aislado, sino de la culminación de tendencias de largo plazo.

Un informe de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) ha identificado zonas críticas de sequía: regiones donde la convergencia del cambio climático, las actividades humanas (como la mala gestión de la tierra y el uso excesivo del agua) y las vulnerabilidades ambientales ha creado un ciclo de retroalimentación que agrava la escasez hídrica.

El Cuerno de África es una de esas zonas críticas. Cinco temporadas consecutivas de lluvias fallidas en Etiopía, Somalia y Kenia provocaron, en enero de 2023, la peor sequía en 70 años en la región.

Solo en Somalia, se estima que en 2022 se produjeron 43.000 muertes adicionales debido a la grave sequía, y más de un millón de somalíes fueron desplazados.

La situación no ha hecho más que empeorar: a comienzos de este año, la ONU advirtió que 4,4 millones de personas —casi una cuarta parte de la población— podrían enfrentar niveles de inseguridad alimentaria de “crisis” entre abril y junio de 2025.

El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático ha señalado que “el cambio climático inducido por el ser humano ha contribuido al aumento de las sequías agrícolas y ecológicas en múltiples regiones debido a una mayor demanda evaporativa atmosférica (AED, por sus siglas en inglés)”.

Un estudio concluye que la AED ha incrementado la gravedad de las sequías en un promedio del 40 % a nivel mundial desde 1901. Los investigadores advierten que, si las emisiones continúan en los niveles actuales, estos eventos podrían volverse más frecuentes y severos.

Para 2050, el cambio climático ejercerá una enorme presión sobre los sistemas de salud en todo el mundo, provocando 14,5 millones de muertes y pérdidas económicas por 12,5 billones de dólares, según un informe del Foro Económico Mundial.

En comparación con otros fenómenos meteorológicos extremos, se prevé que las sequías sean la segunda causa más alta de mortalidad, con un estimado de 3,2 millones de muertes para 2050.

La desnutrición es uno de los impactos directos más graves de la sequía, y los niños menores de cinco años y las mujeres embarazadas son las poblaciones más vulnerables.

La escasez de agua reduce la producción de alimentos, lo que obliga a muchas familias a depender de productos procesados, ricos en calorías pero pobres en nutrientes. También puede forzarlas a recurrir a fuentes de agua no seguras. La Organización Mundial de la Salud estima que un millón de personas mueren cada año por diarrea como consecuencia de un consumo de agua inseguro, y de la falta de saneamiento e higiene de manos.

Estos problemas no son cuestiones aisladas que puedan afrontar únicamente las familias; la escasez de agua amenaza el funcionamiento de las instituciones y de la sociedad en su conjunto.

Los impactos de la sequía pueden persistir mucho después de que vuelvan las lluvias. Conocido como el “legado de la sequía”, este fenómeno meteorológico extremo puede transformar los paisajes al alterar los sistemas del suelo y los servicios ecosistémicos de los que dependen sus habitantes.

Los bosques se ven particularmente afectados. La mortalidad de árboles causada por la sequía genera una cascada de efectos: reduce la cobertura del dosel, cambia el microclima del suelo forestal y disminuye la diversidad de las comunidades vegetales del bosque.

La retención de humedad del suelo disminuye, aumenta la concentración de contaminantes en los ríos y se reduce la riqueza de especies.

Todos estos cambios tienen un efecto duradero en los ecosistemas, aunque el impacto que a menudo sentimos más intensamente es sobre la seguridad alimentaria.

En los países en desarrollo, la agricultura es el sector más afectado por la sequía, absorbiendo hasta el 80 % de todos los impactos directos. Con una cuarta parte de la fuerza laboral mundial empleada en esta industria, los medios de vida se ven amenazados cuando la sequía afecta tierras cultivables.

El reciente informe de la CNULD sobre zonas críticas de sequía destaca algunas de las regiones más vulnerables en los últimos años:

La sociedad moderna depende de infraestructuras clave, como los sistemas energéticos y el comercio global, ambos vulnerables a la sequía.

Los sistemas hidroeléctricos son particularmente sensibles. Un estudio de la Universidad de Alabama encontró que la industria perdió unos 28.000 millones de dólares entre 2003 y 2020 debido a reducciones en la generación causadas por la sequía.

Uno de los peores ejemplos recientes se dio en Zambia.

En abril de 2024, el río Zambeze cayó al 20 % de su promedio histórico. Como consecuencia, la mayor central hidroeléctrica del país, la presa de Kariba, operó al 7 % de su capacidad de generación, provocando apagones de hasta 21 horas al día y el cierre de hospitales, panaderías y fábricas.

El comercio global depende en gran medida de varias vías fluviales vitales que, en tiempos de sequía, pueden tensionar los flujos comerciales.

Al combinar los impactos de la sequía en todos los sectores analizados, desde el comercio hasta la salud, se estima que el costo global anual de la sequía asciende a 307.000 millones de dólares.

Actualmente, el 88 % de los fondos destinados a desastres relacionados con el clima se gasta en respuestas reactivas posteriores al evento, movilizando ayuda y asistencia solo después de que la crisis ya se ha producido. Si bien este apoyo humanitario es esencial para salvar vidas, hace poco para prevenir el siguiente desastre o reducir la vulnerabilidad a largo plazo de una región.

Construir una resiliencia verdadera exige un enfoque proactivo. Esto implica inversiones estratégicas y de largo plazo en los sistemas, tecnologías y políticas que puedan garantizar el acceso al agua, estabilizar la producción de alimentos y proteger las economías antes de que una sequía se manifieste.

Así es cómo podrían ser esas inversiones:

Debido a la naturaleza gradual de la sequía, sus impactos a menudo pasan desapercibidos, pero los sistemas de alerta temprana de sequías (DEWS, por sus siglas en inglés) están ayudando a cambiar eso.

Según el Sistema Nacional Integrado de Información sobre Sequías de Estados Unidos, los DEWS proporcionan “información precisa, oportuna e integrada sobre las condiciones de sequía. Esto puede ayudar a los gobiernos y a las comunidades a tomar decisiones proactivas para minimizar las pérdidas económicas, sociales y de los ecosistemas asociadas a la sequía”.

Estos sistemas combinan datos de satélites, sensores terrestres y modelos climáticos, utilizando inteligencia artificial para analizar los resultados y proporcionar alertas a las comunidades afectadas de manera oportuna.

El ecosistema de innovación del Foro, UpLink, demuestra el poder del emprendimiento para abordar problemas globales. La asociación de 15 millones de dólares del grupo HCL con UpLink ha creado un ecosistema integral de innovación en agua dulce, enfocado en apoyar a “aquapreneurs”, es decir, innovadores centrados en el agua.

Pero no todo tiene que ser alta tecnología.

Las soluciones basadas en la naturaleza pueden ser tanto rentables como sostenibles. Una de las más efectivas es enfocarse en la restauración de las cuencas hidrográficas, que funcionan como redes de transporte del agua.

Esto puede incluir desde el establecimiento de áreas protegidas hasta la eliminación de obstáculos que afectan a las cuencas, como presas o diques.

La forma en que cultivamos también tiene un impacto significativo en la construcción de resiliencia frente a la sequía. Las prácticas de agricultura regenerativa, como la plantación de árboles, la agricultura climáticamente inteligente y los enfoques agro-silvopastoriles (la combinación de árboles y ganado), reducen la erosión del suelo, mejoran la retención de agua y aumentan la calidad del suelo.

La agricultura de precisión, los cultivos resistentes a la sequía y los sistemas de riego inteligentes están transformando la manera en que los agricultores se adaptan a la escasez de agua.

Con el 70 % del agua dulce mundial consumida por la agricultura, nuestros sistemas deben ser eficientes en el uso de este recurso tan valioso.

El informe del Foro Harnessing Digital Technologies for Smarter Water Management in Agriculture (Aprovechar las tecnologías digitales para una gestión más inteligente del agua en la agricultura) explora cómo las tecnologías digitales pueden mejorar la gestión del agua en la agricultura, desde la selección eficiente de cultivos hasta la distribución efectiva del agua de lluvia, como muestra este gráfico:

Los recientes fracasos de cultivos y las consiguientes hambrunas en todo el mundo son una prueba suficiente de la urgencia de la situación que enfrentamos.Pero ninguna empresa ni gobierno puede construir resiliencia hídrica por sí solo. La naturaleza interconectada de este desafío hace que la acción coordinada sea esencial entre gobiernos, instituciones y sociedades.El Foro Económico Mundial está comprometido con fomentar la colaboración necesaria para abordar estos riesgos sistémicos. El Centro para la Naturaleza y el Clima del Foro sirve como una plataforma clave para este trabajo, reuniendo a líderes del ámbito empresarial, gubernamental y de la sociedad civil. Al acelerar la acción y movilizar inversiones hacia las soluciones descritas en este artículo, el Centro busca construir las alianzas necesarias para un mundo resiliente y con seguridad hídrica.